Auditorio del Centro Cultural Caras y Caretas San Telmo, Venezuela 330, CABA
Alejandro Dolina, Patricio Barton
Segmento Inicial
Dolina: “Los más grandes afanos no están fuera de la ley, sino dentro de la ley”
Barton: “¿Cómo elige usted un hotel?”
Segmento Dispositivo
Las Cortes de los Milagros
“Pordioseros” ♫ (Letra y música: Guillermo Barbieri), por Carlos Gardel
Segmento Humorístico
“¡Qué calore que háceno!”
Sordo Gancé, Trío Sin Nombre (Manuel Moreira, Martín Dolina y Ale Dolina), Patricio Barton
“Romance de Barrio” ♫ (Música: Aníbal Troilo; letra: Homero Manzi)
“Every Breath You Take” ♫ (Música y letra: Sting)
“Yo No Quiero Volverme Tan Loco (Pena en mi Corazón)” ♫ (Música y letra: Charly García)
“La Amanecida” ♫ (Música: Mario Arnedo Gallo; letra: Hamlet Lima Quintana)
“Billie Jean” ♫ (Música y letra: Michael Jackson)
“La Gallina Turuleca / Obertura de Also Sprach Zarathustra” ♫ (Música y letra: Alfonso Jofre de Villegas y Genaro Monreal Lacosta / Música: Richard Strauss)
Una frase de Dolina me ha hecho reflexionar sobre un vacío legal que se ha producido en el uso coloquial del idioma en los últimos tiempos.
En la época de nuestros abuelos, cuando alguien pronunciaba alguna frase en la cual aseguraba que realizaría una acción en un cierto futuro, como por ejemplo: “el año que viene volveremos a estar en esta radio”, o “iré a visitarte en tu cumpleaños”, o “el mes que viene viajo a Europa”, etc, solía completar la frase sin ningún tipo de problemas con un “si Dios quiere”.
Los tiempos han cambiado, y lo más habitual ahora es encontrar personas que se definan como “no creyentes”, ya sean ateos, agnósticos o acógitos (término, hasta donde sé, inventado por mí en este momento para denotar a aquellos a los que no les interesa siquiera pensar en el asunto, los que sospecho conforman la mayoría del grupo de no creyentes. Reconozco que es un término que no suena bien y puede dar lugar a malas interpretaciones; espero que en algún momento alguien invente alguno mejor).
Esta condición de “no creyente” habitualmente forma parte del paquete básico de ideas que conforman lo que se ha dado en llamar una “mente moderna”, y en consecuencia, esa última parte de la frase que apelaba a la buena voluntad de un ser superior, con toda lógica, se ha eliminado del lenguaje cotidiano casi por completo.
Sin embargo, siento que ésto ha generado un vacío, una carencia, que yo creo que las mismas personas que pronuncian ese tipo de frase sienten. Como que falta algo que indique que, aun no creyendo en la existencia de una fuerza o inteligencia superior, son conscientes de su propia incapacidad para controlar la innumerable cantidad de condiciones, limitaciones y variables que pueden hacer que sus intenciones, finalmente, no se puedan realizar.
Con el fin de colaborar en estos casos (en un servicio público que se podría llamar “todo para el no-creyente") he estado pensando algunas sencillas fórmulas que podrían ser de utilidad. Por ejemplo: “Iré a visitarte en tu cumpleaños…”
1) “…si las leyes de la física y química que rigen el Universo, y que actúan sobre toda la materia y energía del mismo, en particular sobre aquellas que componen los sistemas biológicos de todos los seres en general, y del mío propio en particular, lo permiten”.
2) “…si el conjunto de causas/efectos aleatorio que rige nuestra actividad como cuerpos vivientes, constituidos por elementos materiales en continuo cambio y reemplazo, son propicios a mis deseos (y si ésto ocurre, obviamente, será por pura casualidad)”.
3) “…si los dados con los que juega el Universo caen, a partir de este momento y en cada uno de los instantes subsiguientes hasta la fecha señalada, de manera tal que no imposibiliten la realización de mis intenciones (si de repente al espacio/tiempo le da por curvarse y algún dado queda de canto, se tira de nuevo)”.
En fin, la lista de frases podría continuar ad infinitum. Como imagino que este tema apasiona a todo el mundo (en particular a las mentes modernas), si se me ocurre alguna otra frase, volveré por acá a publicarla.
¡Disfrutemos! Esta ansiedad por la llegada del año nuevo tal vez sea el momento más intenso de 2017 ;)
Dolina: "Para mí el éxito del año fue la presentación de Barton como solista…así que calcule cómo habrá sido este año!"
Auguro un futuro venturoso, en todo sentido, a los que pueden terminar el año de esta manera: riéndose de sí mismos.
A ver si rompemos el hielo forista del 2017:
Una frase de Dolina me ha hecho reflexionar sobre un vacío legal que se ha producido en el uso coloquial del idioma en los últimos tiempos.
En la época de nuestros abuelos, cuando alguien pronunciaba alguna frase en la cual aseguraba que realizaría una acción en un cierto futuro, como por ejemplo: “el año que viene volveremos a estar en esta radio”, o “iré a visitarte en tu cumpleaños”, o “el mes que viene viajo a Europa”, etc, solía completar la frase sin ningún tipo de problemas con un “si Dios quiere”.
Los tiempos han cambiado, y lo más habitual ahora es encontrar personas que se definan como “no creyentes”, ya sean ateos, agnósticos o acógitos (término, hasta donde sé, inventado por mí en este momento para denotar a aquellos a los que no les interesa siquiera pensar en el asunto, los que sospecho conforman la mayoría del grupo de no creyentes. Reconozco que es un término que no suena bien y puede dar lugar a malas interpretaciones; espero que en algún momento alguien invente alguno mejor).
Esta condición de “no creyente” habitualmente forma parte del paquete básico de ideas que conforman lo que se ha dado en llamar una “mente moderna”, y en consecuencia, esa última parte de la frase que apelaba a la buena voluntad de un ser superior, con toda lógica, se ha eliminado del lenguaje cotidiano casi por completo.
Sin embargo, siento que ésto ha generado un vacío, una carencia, que yo creo que las mismas personas que pronuncian ese tipo de frase sienten. Como que falta algo que indique que, aun no creyendo en la existencia de una fuerza o inteligencia superior, son conscientes de su propia incapacidad para controlar la innumerable cantidad de condiciones, limitaciones y variables que pueden hacer que sus intenciones, finalmente, no se puedan realizar.
Con el fin de colaborar en estos casos (en un servicio público que se podría llamar “todo para el no-creyente") he estado pensando algunas sencillas fórmulas que podrían ser de utilidad. Por ejemplo: “Iré a visitarte en tu cumpleaños…”
1) “…si las leyes de la física y química que rigen el Universo, y que actúan sobre toda la materia y energía del mismo, en particular sobre aquellas que componen los sistemas biológicos de todos los seres en general, y del mío propio en particular, lo permiten”.
2) “…si el conjunto de causas/efectos aleatorio que rige nuestra actividad como cuerpos vivientes, constituidos por elementos materiales en continuo cambio y reemplazo, son propicios a mis deseos (y si ésto ocurre, obviamente, será por pura casualidad)”.
3) “…si los dados con los que juega el Universo caen, a partir de este momento y en cada uno de los instantes subsiguientes hasta la fecha señalada, de manera tal que no imposibiliten la realización de mis intenciones (si de repente al espacio/tiempo le da por curvarse y algún dado queda de canto, se tira de nuevo)”.
En fin, la lista de frases podría continuar ad infinitum. Como imagino que este tema apasiona a todo el mundo (en particular a las mentes modernas), si se me ocurre alguna otra frase, volveré por acá a publicarla.
Si Dios quiere…
Cogitándolo mejor, creo que los "acógitos" son la gran mayoría no sólo del grupo de los no-creyentes, sino también del grupo de los creyentes.
tan cerca del peor día de mi vida.