Ando a vueltas con la idea de "debate".
Lo que ocurre con este espacio es que no puede haber nada, o en todo caso demuestra que es mejor que haya algo. Es una perogrullada pero viene al caso porque hace unas semanas en este foro se llegó a un nivel tan alto de combate que lo que latía en el fondo era su sentido, su destino. Yo no participé porque otros lo hacían por mi y bastaba con eso, me situaba en calidad de observador.
Creo que lo que ocurre con el sentido de ciertos debates es que se acaba poniendo en evidencia el lenguaje. Se llega a un punto que es el propio lenguaje, sus andamiajes, lo que hace débil la percepción del conflicto, y es más fácil para el sofista añadir dudas que despejarlas.
Cuando ya se trilla el tema aparecen las deficiencia del lenguaje, necesariamente aparece el silencio, como necesariamente aparece el consenso, rara vez, y como suele suceder, el conflicto acaba siendo un conflicto de dos caras que giran en la misma moneda. Hay un plano donde ya lo interesante no es qué sino cómo y el objeto se esfuma por agotamiento, muchas veces un buen argumento pierde credibilidad por una aguda acusación ortográfica, o se pretende modificar la entidad de la cosa variando su nombre, y con esto ganamos el debate sólo por el hecho de llenarlo de confusión y de mover la información como dentro de un círculo de filosofía escatológica que carece de principio y de fin.
Sube la marea para dejarnos una pleamar de detritus en la orilla, sobras del lenguaje que nos arrastran por un relato cuya estructura no se modifica, sino que lo subtstancial son puros vaivenes. Son esas fuerzas invisibles que no tienen más remedio que combatir, el lenguaje es antes que nada una sutil manifestación de violencia, un golpe de aire capaz de voltear un curazón sensible. Palabras, algunas ajustadas a la ontología de la realidad, aquellas que desean preguntarse por la esencia de la cosas, de los problemas, pero prevalecen los efectos, la reacción de la reacción, la frontalidad y el impacto emocional, como la táctica de sustituir un argumento por una fría estadística que da estatuto de verdad científica, desgraciadamente igual de susceptible de ser condicionada por los intereses individuales que las causan, sencillamente, demagogia pura y dura.
El tema de lo político volvió a esfumarse y lo curioso es que no nos queda manera de consensuar su verdad, podemos decir que nadie a modificado nada sus creencias aún cuando algunas están llenas de prejuicios, como las que despierta el solo hecho de leer la palabra "ideología", como algo que sólo es aplicable al ámbito de la política. Una manera ingeniosa de situarse en el medio. Por qué no empezar el debate con qué es lo que pretendemos del mundo con la lectura de noticias, o con la escritura de estas líneas. ¿Acto de presencia? Desde luego el debate nos conforma, nos limita, pues nada es mejor que oír nuestros propios argumentos cuando el otro nos escucha, manera de verificar el grado de especulación y fantasía que nos montamos con nuestras pajas mentales, de eso no criba el debate. Nos hace algo más, se supone, de lo que somos, leer un poco más, escribir otro tanto. Pero también se llega a la arbitrariedad y el monopolio discursivo, que no duró mucho, porque otros monopolios tienen grandes intereses en este foro. Insistir no modifica sino todo lo contrario, acentúa las convicciones que cada vez son más convicción sobre lo mismo, porque al final la cosa solo se reduce a convicción. En este sentido escribir aquí no es otra cosa que justificar algo anterior, algo que ya se ha dicho y ya se ha leído y de lo que se vuelve a escribir.
Me explico, de lo que se trata no es del sinsentido que produce defender tal o cual cosa, a pesar de que está bien hacerlo, sino que este foro es la presencia justa que elude el sentido. ¿Cuál se supone que debe ser el sentido de este foro, su pertinencia? Ninguna. Por eso no hay lugar específico para la política porque todos somos sujetos políticos. Y suena bien moderno, generalmente en las socialdemocracias boyantes hacerse llamar antipolítico, forma poco académica de decir que soy anti ser humano, pero esta es la misma confusión sofística que no quiere saber distinguir entre la lucha por el poder y el plano ético del zooantropos, ese plano que nos devuelve al animal conformado por la ley moral que somos, por el hábitat y el bien común. El plano que prevalece es el del show mediático que supuestamente da presencia democrática a todas la alteridades racionales que conviven en la moderna polys, aunque salta a la vista que esto que acabo de decir puede ser muy tendenciosamente mal interpretado tanto por sofísticas como por socráticos.
A los cínicos no les es admisible la tematización de lo político porque requiere un lugar específico donde allí sí es "legal" hablar de lo político, y otro lugar específico para lo poético y otro para lo artístico. Esto es el sentido, y es, lo que a mi juicio, empobrece