Transcripción automática
0:00:00 Continuamos en la venganza Serata Rible, estamos en la ciudad de Mardelplata, señores, en el teatro Auditorium.
0:00:14 Le vamos a pedir a la gente que quiera dejar pedidos para el sordo y mensajes que lo hagan.
0:00:19 En el caso de los mensajes a mi derecha, ahí en el escenario, como quien arroja un papel viejo de costado.
0:00:25 Y los mensajes a mi izquierda como quien arroja de costado un papel viejo.
0:00:30 ¿Entendió?
0:00:31 ¿Entendió? Gracias.
0:00:32 ¿Cómo quieran? Póngalo.
0:00:34 Bueno, al revés.
0:00:37 En los últimos años, desde hace bastante en realidad, algunas corrientes religiosas han enfrentado la teoría de la evolución de la siguiente manera.
0:00:50 No ofrecen pruebas acerca de la veracidad del génesis, sino que muestran fallas y fraudes científicos protagonizados por evolucionistas.
0:01:00 Entonces se desprestigia la teoría.
0:01:03 Tal es el caso del hombre en Nebraska, el hombre en Pelden,
0:01:09 gente que fueron presentadas fraudulentamente como el eslabón perdido, entre esos fraudes,
0:01:16 ha aparecido un fraude del año 1904 en la feria de San Luis,
0:01:20 que es un pigmento que aparentemente habían traído para mostrarlo como el eslabón perdido de Darwin.
0:01:30 Pero la verdadera y cruel historia de este pigmento es esta que vamos a contar ahora.
0:01:37 Este chico se llamaba Otabenga.
0:01:41 En 1888, el rey belga, Leopoldo II, el dueño del Congo, organizó un ejército de mercenarios llamado la Fort Public.
0:01:57 Constituían un cuerpo de policía, una fuerza antiguerrilla y un ejército de ocupación,
0:02:02 que ya en el año 1900 alcanzaba los 19.000 hombres.
0:02:06 Estaban encargados de aplastar las numerosas sublevaciones étnicas
0:02:11 y también garantizaban el trabajo esclavo de los recolectores de caucho.
0:02:16 Ahorcamientos, torturas, mutilaciones eran los métodos de disuasión que utilizaban estos tipos.
0:02:25 En una incursión arrasaron un poblado asesinando a los nativos
0:02:33 y entre los muertos estaban la mujer y los hijos de Otabenga,
0:02:37 un pigmeo que había salido de caza y regresaba al poblado para comunicar que había abatido un elefante.
0:02:44 Cuando se estaba aproximando fue capturado por los asesinos de su familia.
0:02:50 Otabenga fue llevado a un mercado de esclavos.
0:02:53 Así lo vio un famoso explorador llamado Samuel Berner
0:02:58 que se hallaba buscando pigmeos para exhibirlos en la exposición universal de San Luis de 1904
0:03:05 en el estado norteamericano de Missouri.
0:03:08 Berner inspeccionó a Otabenga y luego como quedó contento con el pigmeo, lo compró y se fue.
0:03:19 Muy bien, incluso Otabenga ayudó a Berner a convencer a otros pigmeos para que lo acompañaran a la feria de San Luis.
0:03:28 La consigna del explorador era llevar varios individuos a Estados Unidos
0:03:33 y mostrarlos en una exposición viviente sobre las etapas de la evolución y luego devolverlos a la África.
0:03:43 Para los miles de espectadores en San Luis, las exhibiciones de pigmeos,
0:03:49 incluso había también indios en Estados Unidos, Filipinos, asiáticos viviendo en Chosas
0:03:55 y visas que eran ambientadas por el departamento de antropología,
0:03:59 parecían probar que el hombre en realidad había evolucionado desde un ser salvaje a amo de la civilización.
0:04:09 Seguramente los huéspedes, como eran llamados estos hombres, mujeres y niños en la exhibición,
0:04:14 no estaban tan impresionados.
0:04:16 Los estadounidenses tenían la costumbre de afanarse piezas de la exhibición,
0:04:22 de arrojar puchos prendidos o cuetes a los muchachos que estaban ahí exhibidos, etc.
0:04:32 Cuando llegó el invierno, incluso, no le permitían a los pigmeos averiguarse con ropa gruesa
0:04:40 porque no se verían auténticos.
0:04:43 Imagínense, en el centro de Estados Unidos, en invierno,
0:04:47 y los tipos tenían que estar con la ropa que se suponía debía llevar un pigmeo en la sur de la África.
0:04:55 Acabada la exposición, Werner cumplió su palabra
0:05:00 y se llamó a Otavenga y a sus compañeros de regreso a la África.
0:05:04 Allí, Otavenga volvió a casarse casi inmediato, pero su segunda mujer murió por la mordedura de una serpiente
0:05:11 y solos, sin familia, ni clan que le protegiese,
0:05:16 incluso con el resto de los pigmeos repudiándolo por las malas experiencias pasadas en la tierra del hombre blanco,
0:05:24 Otavenga se sintió tan solo que volvió a pedirle ayuda a Samuel Werner
0:05:29 y lo acompañó a sus regresos a América.
0:05:33 Pero Samuel Werner estaba en bancarrota, no podía vender sus artículos,
0:05:40 y se lo llevó a Otavenga y le pidió al Museo de Historia Natural de Nueva York
0:05:45 que le guardara la colección que él tenía, porque nadie la quería comprar y él no tenía donde meterla.
0:05:52 Y también pidió que refugiará a Otavenga, ya que el pigmeo no estaba preparado para defenderse solo en los Estados Unidos
0:05:59 y lo dejaron vivir en el Museo alguna semana, pero pronto se puso inquieto y hizo irse.
0:06:08 Y sin el deseo ya de seguir cuidándolo, las autoridades del Museo lo ofrecieron,
0:06:15 se lo encajaron a los de Zoológico de Bronx, cuyo director, que era un evolucionista,
0:06:22 vio en ello una gran oportunidad de negocios.
0:06:25 Y lo dejó primero caminar libremente por los campos de Zoológico,
0:06:30 pero al poco tiempo lo hizo encerrar en una jaula de monos acompañado por un orangután llamado Dohung,
0:06:39 y el público se juntaba ante aquel habitáculo, hábido de contemplar al hombrecillo, tenía 23 años Otavenga,
0:06:47 y apenas medía un metro 35.
0:06:50 Al cabo de unos meses le dieron un pequeño arco para que tirara algunas flechas ante los visitantes,
0:06:59 pusieron en un cartel que comía carne humana para impresionar mejor la concurrencia.
0:07:07 Explotando esta leyenda, los cuidadores del Zoológico se encargaban de sembrar de huesos el suelo de la jaula,
0:07:14 lo que excitaba todavía más la curiosidad de hasta 40.000 personas que acudían a contemplar a Otavenga algunos domingos.
0:07:25 Dicen, para una generación que creció con argumento sobre el eslabón perdido de la evolución,
0:07:33 el punto de ver a los orangután Dohung y a Otavenga divirtiéndose en la casa de los monos era obvio.
0:07:40 Esto lo escribió el hijo de Berner, el nieto de Berner en una biografía posterior.
0:07:48 El espectáculo divertía mucho a la gente, pero en fin, hubo una conferencia de ministros bautistas negros,
0:08:01 y denunció la exhibición degradante.
0:08:05 Y decían, los bautistas negros, nuestra raza ya está lo suficientemente deprimida,
0:08:11 dijo el rebrendo James Gordon, sin tener que exhibir a uno de nosotros consimios.
0:08:17 Creemos que merecemos ser considerados como seres humanos con almas.
0:08:21 Hasta las propias declaraciones de Sigurds son también humilladas.
0:08:27 Bueno, el director del Parque del Bronx, que en realidad se llamaba William Hornaday,
0:08:34 no lo habíamos dicho, defendió con vehemencia aquella exhibición y dijo,
0:08:38 estamos cuidando excelentemente al chiquito, tiene uno de los mejores cuartos en la casa de los primates.
0:08:47 El New York Times opinaba, es absurdo quejarse por la supuesta humillación y degradación que estaría sufriendo,
0:08:57 la idea de que los hombres son todos iguales, excepto cuando han tenido o carecido de oportunidades de educación,
0:09:07 es ahora anticuada.
0:09:10 Pero aquella situación no podía prolongarse y algunas instituciones religiosas acudieron en la ayuda de otra venga.
0:09:18 Uno dicen que por caridad, otros que para evitar la difusión de las teorías evolutivas.
0:09:25 Venga, que ya andaba por los 30, decidió dejar el zoológico y se fue a vivir a un orfanato para niños negros en New York.
0:09:34 En 1910 ingresó al colegio y seminario teológico de Virginia, pronto lo abandonó para trabajar en una fábrica de tabaco.
0:09:41 Solo sin hogar y desanimado, otra venga utilizó un revolver robado para suicidarse en Lynchburg en 1916.
0:09:54 Un artículo del Lynchburg News cita a Hornaday, el director del zoológico, diciendo que no le sorprendía el suicido de venga.
0:10:03 Es obvio que decidió que era mejor morir que trabajar para vivir.
0:10:09 Esas fueron las palabras del director del zoológico.
0:10:14 Es extraordinaria esta historia, muy cercana a nosotros.
0:10:18 ¿Quién sabe si estos tiempos han pasado del todo?
0:10:23 Cualquieres días, querido Alejandro, que no solo no han pasado del todo sino que detrás de una primera trampa miserable,
0:10:29 cuando un poderoso ejerce su poder sobre alguien más débil, asiste siempre la segunda trampa.
0:10:34 Y así como el creacionismo fue aparentemente bardido por el evolucionismo,
0:10:39 así está la trampa de la cultura, así donde se dice que finalmente cualquier hombre quizás puede ser modificado por la cultura,
0:10:45 porque no es cualquier cultura a la que se apela.
0:10:48 Justamente hablábamos el otro día de las palabras y las cosas, hablábamos también de él,
0:10:53 que escribió las notas para la definición de una cultura y que nació en St. Louis, justamente,
0:10:57 y sabemos la diferencia que existe allí donde hay una mirada etnocéntrica,
0:11:01 que es aquella mirada que ha definido nuestra cultura,
0:11:04 y sabemos también de qué manera Europa, que ha inventado el universalismo, no lo ha ejercido jamás,
0:11:11 porque allí donde un antropólogo interpela a un aborigen,
0:11:15 el aborigen también tiene derecho a interpretar y a interpelar al antropólogo desde su propia mirada y desde su propia cultura.
0:11:21 Hemos sabido también que hubo leyendas, una de las más famosas es la de Lord Christoch, aquella que llamamos Tarzan,
0:11:27 que si pudo evolucionar era sobre todo, no porque era un hombre mono sino porque era un hombre blanco,
0:11:32 y ahí también acecha esa trampa.
0:11:34 Entonces vemos en otro venga justamente la consagración de aquello que es el primer carácter de la miseria humana,
0:11:42 y es allí donde la diferencia se toma por una minusvalía porque el que está mirando es aquel que define,
0:11:48 que cosas son verdaderas y que cosas son parodias de esas verdades.
0:11:51 Hemos hablado más de una vez aquí de esta cosa que solía ser Hegel,
0:11:55 con una especie de mirada un poco rastrera para un hombre tan brillante y decía, bueno,
0:11:59 de un lado del mundo están los leones, en América hay pumas, de un lado del mundo están los camellos,
0:12:04 en América hay llamas.
0:12:06 De ahí decir que de un lado del mundo estaban los hombres y en América había cosas parecidas,
0:12:11 a hombres no había más que un paso.
0:12:13 Siempre reivindicamos aquí a nuestro amigo Bonplan y a los otros antropólogos que anduvieron por aquí,
0:12:23 como Alexander von Humboldt, que son el mismo que le dijo algún día.
0:12:26 Me gustaría ver qué hace ante esos miserables y pequeños cocodrilitos que hay en las cerbas y en los pantanos de América.
0:12:33 Pero en cualquier caso, digo, Alejandro, que a medida que se va repitiendo esta farsa del universalismo,
0:12:38 de la supuesta objetividad, de la supuesta universalidad,
0:12:42 se va perdiendo no solamente el sentido de cada cosa, la definición es un adjetivo, sino la esencia de esas cosas.
0:12:48 Y el amor pasa a ser un capricho, la ciencia pasa a ser una superstición,
0:12:52 y la justicia pasa a ser una medida arbitraria,
0:12:55 hecho por algún tipo que en ese momento tiene el poder entre las manos.
0:12:58 Por eso digo que hay que cuidarse muy bien cada vez que uno presenta una cosa.
0:13:02 Con esta historia, esta abradera moralega de Otto Wenger,
0:13:05 porque allí hasta el final de la historia sabemos que el Señor que lo exhibía,
0:13:09 siempre será hasta el final de los tiempos Samuel Berner,
0:13:12 mientras que Otto Wenger ha sido una y otra vez narrado de distintas maneras,
0:13:17 hasta que le quede solo una especie de gentilicio respectivo,
0:13:20 y la gente mire su historia y su figura hablando de él simplemente como el africano.
0:13:25 Canta Nelly Omar, el africano.
0:13:50 En el cielo, en el cielo, en el cielo, en el cielo, en el cielo, en el cielo,
0:13:55 en el cielo, en el cielo, en el cielo, en el cielo, en el cielo, en el cielo,
0:14:00 en el cielo, en el cielo, en el cielo, en el cielo, en el cielo, en el cielo,
0:14:05 en el cielo, en el cielo, en el cielo, en el cielo, en el cielo, en el cielo,
0:14:16 En el silencio de las noches de aquel barrio,
0:14:23 cuando la luna por los techos se paseaba,
0:14:27 con su tristeza caminaba el africano,
0:14:31 como una sombra que se esfumaba,
0:14:35 y en el bullillo de los bailes estireros,
0:14:39 donde el coraje era siempre respetado,
0:14:43 ningún varón se le animaba un entrevero,
0:14:47 porque era atente de alma, vida y corazón.
0:14:52 Al tibobariente cayó vencido peleando de frente con gran valor,
0:15:15 una vez más confiado en su interesa,
0:15:19 bríamente lo mataba en tradición,
0:15:23 y aquella noche la rabal lloró su pena,
0:15:27 cayó aquel tango con valor y con coraje,
0:15:31 en el silencio de la noche un malevaje,
0:15:35 por vez primera bolló esta teca,
0:15:39 me voy batido por cobar la cuya Lara,
0:15:43 en forma ruínca solo pude ser vencido,
0:15:47 cerró los ojos y con su último suspiro,
0:15:53 su débil voz entre las sombras se ha apagó.
0:16:08 Era Nelly Omar, la venganza será terrible el africano.
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