Transcripción automática
0:00:00 Continuamos la venganza Serata Rible, estamos en vivo desde el auditorio de Rario del Plata, la Casa del Gorriti 5963.
0:00:10 Entre Arevalo y Reviñal.
0:00:11 Estaremos aquí el resto de los días de la semana hasta el jueves, inclusive en la media noche de la Taraola.
0:00:17 Hablaremos de las tentaciones de los asetas.
0:00:22 Los asetas eran los monjes medievales que se retiraban al desierto y que llegaron el caso.
0:00:29 Eran tentados, nada menos que por el demonio, con la intención de alejarlos de la virtud o de lo que fuera.
0:00:38 Como sabemos, el diablo asaltaba muchas veces con el horror para hacer will a los anacoretas de su vida piadosa.
0:00:49 Se presentaba como monstruo, como serpiente.
0:00:53 Cuando San Antonio llegó al desierto egipcio, vivió muchas diputas con el diablo.
0:01:00 Aquellas que luego fueran pintadas por Hierónimos Bosco.
0:01:05 Pareciste una noche, una tropa infernal produjo un ruido tan intenso
0:01:13 que toda la morada de Antonio, nos referimos a su vivienda, fue sacudida.
0:01:19 Cuando los muros de la caverna donde dormía el santo se resquebrajaron, los demonios entraron tumultuosamente
0:01:30 y se presentaron bajo la forma de leones, osos, toros, serpientes.
0:01:38 Antonio permaneció sin embargo en su caverna sin hacer caso.
0:01:45 Parece que después de los asaltos del diablo, Antonio quedaba en el suelo desmayado,
0:01:52 pero nunca abandonó la caverna ni mucho menos la vida aceitica.
0:02:00 Pero si bien esto era lo clásico, no abandonar el aceitismo,
0:02:07 después empezaron las apariciones del diablo ya bajo la forma, no terrorífica, sino tintadoras de mujeres jóvenes.
0:02:20 Parece que Antonio se cruzó un día con una muchacha en el desierto.
0:02:25 Ya el hecho tiene algo de ilusual, ¿no es cierto?
0:02:30 No es frecuente. Antonio siguió el camino, pero estaba seguro de haberse encontrado con el diablo.
0:02:40 En verdad no se especifica si la mujer era tentación diabólica o si se trataba de una peregrina,
0:02:47 pero el profesor de la carrera dice que la distinción hubiera sido vana,
0:02:52 puesto que para San Antonio, en tanto que aceita, todas las mujeres eran el diablo.
0:03:00 Antonio murió en el año 356, a la edad de 105 años, escribió su biógrafo.
0:03:08 Vivió hasta la vejez sin queso, fuerzas y minujeras, y ninguno de sus dientes cayó.
0:03:17 Esto también tiene moraleza. En realidad lo que quiere decir el biógrafo es que
0:03:24 si uno deja pasar a todas las mujeres en el desierto, llegará fuerte y con dientes a la muerte.
0:03:32 Yo en verdad prefiero detenerme a saludar a las chicas que pasen por el desierto que es mi vida.
0:03:41 Pero hablemos de la tentación de San Pachón, que es la que más me gusta,
0:03:47 porque sufrió una tentación que venía del pasado.
0:03:51 San Pachón llevaba 40 años en el desierto, no pensando más que en su salvación.
0:03:59 Todas las mañanas decía, voy a pensar un rato en mi salvación.
0:04:05 Un día comenzó a tormentarle un pensamiento y escribió.
0:04:12 Un malo escribio activo.
0:04:16 Un día habiéndose presentado el diablo en la forma de una joven etíope
0:04:22 a quien yo había visto en Etiopía un verano recogiendo trigo,
0:04:27 me pareció que ella venía a sentarse sobre mis rodillas
0:04:31 y me dio tal deseo de ofender a Dios
0:04:38 que me sentía un trajado de dolor, me sentí.
0:04:42 Tras darle un cachetazo a la joven, ella desapareció.
0:04:51 Parece que San Pachón pudo resistirse al recuerdo y le dio un cachetazo.
0:04:58 Pero la mano de San Pachón, dos años después de aquel cachetazo,
0:05:05 despedía tal mal olor que ni él mismo podía soportar la pestile.
0:05:16 El sentido poético de esto es más bien extraño,
0:05:19 pero por ahí sí es cierto que algunos recuerdos son fuerzas demoníacas
0:05:25 que nos acorralan en una conducta de la cual no podemos salir
0:05:30 o nos empujan hacia una patología pecaminosa cuando no hacía la locura.
0:05:37 Para San Antonio toda mujer era el diablo.
0:05:42 Para mí todo recuerdo ese diablo.
0:05:47 La tentación de San Pachón no es única.
0:05:50 El diablo aparecía muchas veces bajo la forma de una mujer de maravillosa hermosura,
0:05:55 extraviada en el desierto, y que se digía a cualquier caminante
0:06:01 o a cualquier anacorreta en demanda de hospitalidad.
0:06:07 Eso le sucedió a Juan de Egipto según la historia de los monjes de Rufino.
0:06:12 Un día el diablo tomó la forma de una mujer bellísima y llegó hasta la caverna de Juan.
0:06:20 Fingió estar estenuada y dijo,
0:06:24 «La noche me ha sorprendido en este desierto».
0:06:28 ¡Aún igual que San Antonio!
0:06:30 «La misma voz de San Pachón!
0:06:32 Aquí he venido para ocultarme.
0:06:35 Permitidme o suplico descansar un poco en un rincón de vuestra celda
0:06:40 a fin de no ser devorada por las bestias».
0:06:43 Juan de Egipto aceptó.
0:06:49 Y le preguntó cuál eran los motivos que le obligaran a andar por el desierto.
0:06:54 Y dicen que ella lanzó en su discurso todo el veneno de sus entrantes.
0:07:02 Sin embargo, el espíritu del solitario se conmovió.
0:07:08 Pero a estas palabras siguieron unas segundas más dulces aún.
0:07:15 Mezclaras con risa.
0:07:18 Y según la crónica la mujer tuvo el atrevimiento de llevar las manos a las barbas
0:07:26 y al mentón de la cita.
0:07:29 Y según las crónicas llegó a besar de la cabeza y hasta el cuello.
0:07:35 Condenado a 10 infiernos, Juan de Egipto quiso iniciar abrazos impúblicos.
0:07:42 Y se permitió.
0:07:44 Ya que estamos.
0:07:46 Me voy a mandar unos abrazos impúblicos.
0:07:49 Pero entonces el demonio se desvaneció entre sus manos lanzando a la heridos espantosos.
0:07:59 Juan de Egipto se avergonzó.
0:08:01 Y en ese momento un tropel de demonios se agrupó alrededor de la cita
0:08:06 y comenzó a reírse a carcajadas.
0:08:10 Por haber sido tentado, Juan abandonó el desierto,
0:08:14 hizo y dedicó el comercio, y en su desgracia se hizo rico y vivió hasta los 105 años.
0:08:25 Los ascetas hablaban del envío y un sentimiento que adjudicaban al diablo
0:08:30 y que era la asidia, palabra griega que significa indiferencia,
0:08:35 apatía del corazón y del alma en vida de los monjes de Egipto, que es un libro,
0:08:43 a que dice de instituciones, no creo que se llame así,
0:08:46 que hacía no escribió que se trataba de una fiebre pertinaz, la siria,
0:08:51 cuyos síntomas empezaban a aparecer gradualmente.
0:08:56 El asceta comenzaba a sentir horror por el lugar donde vivía,
0:09:02 la paz y las cuevas se vivían.
0:09:07 Y desprecio por sus hermanos,
0:09:11 este mal, un mal de la soledad, era atribuido al diablo
0:09:16 y parece que llegaba siempre al mediodía,
0:09:20 a esa hora te agarraba ese asunto.
0:09:24 El medievalista italiano de la Universidad de Bologna, Vito Fumagali,
0:09:29 que hace Fumagali, ese es un hombre,
0:09:32 y que fuma y no con vida tiene un pucho en la barriga.
0:09:37 Cuenta Fumagali que en los siglo XI y XI los monjes europeos le tenían miedo al sueño,
0:09:45 porque la carne durante las horas nocturnas escapa al abierto barto.
0:09:52 Casián, en el siglo X, distinguía entre las visiones nocturnas voluntarias,
0:09:58 señorita, y las involuntarias, sueños.
0:10:02 Las primavas, no, las primeras, las provocaban un deseo no combatido.
0:10:09 Las segundas eran independientes de la voluntad,
0:10:12 pero también constituían amargas derrotas.
0:10:15 Decía Casián que la visión nocturna era un amargo, un aufragio
0:10:20 y un triunfo del demonio.
0:10:22 Y entonces qué hacer para evitar la visión nocturna.
0:10:27 Bueno, dura más poco, señor.
0:10:29 Casi todos los monjes dormían entre una y dos horas
0:10:33 y se establecían guardias para que despertaran a aquel que durante el sueño
0:10:41 iniciara movimiento de sonés.
0:10:45 Contemos para terminar algo de uno que sea cosa rara para evitar las tentaciones.
0:10:53 El franciscano Pedro de Alcántara llegó a santo, luego de morir, como siempre ocurre,
0:10:59 en 1552.
0:11:01 Dice que nunca miró a una mujer y en verdad jamás miró a nadie.
0:11:05 No era ciego, simplemente no miraba.
0:11:09 Pedro conocía a los otros frailes por la voz,
0:11:13 nunca levantaba la mirada del suelo
0:11:16 y casi siempre andaba con los ojos cerrados.
0:11:20 Cuando tenía que ir a algún sitio de viaje, no sabía por dónde pasaba,
0:11:25 se contentaba con ir detrás de los compañeros atado a una sobra.
0:11:30 Pasaba en vela toda la noche y después mortificaba los sentidos
0:11:35 que eran la ventana del alma para evitar tentaciones.
0:11:39 Este muchacho, además de dormir poquísimo, no se protegía ni del calor ni del frío.
0:11:46 Morfaba una vez cada tres días, hablaba poco y torturaba su carne.
0:11:52 Santa Teresa dice que aquella penitencia le dio resultado
0:11:58 y que ella misma se le apareció en un par de oportunidades
0:12:06 a oregolado de buena victoria.
0:12:17 ¿A quién podemos dedicar esta pequeña colección de actitudes aséticas?
0:12:25 Permítame, querido amigo, que a la manera del monje sabonarola
0:12:29 me convierta un poco en el desvelador, como se decía en ese siglo,
0:12:34 de esto que usted ha hecho.
0:12:36 ¿Por qué esta charla que pretén ser una charla pía en realidad encierra
0:12:40 una cantidad de contradicciones que solo pueden ser obras de demonios?
0:12:43 El sueño de la razón que engendra monstruos, pero la ausencia de la razón
0:12:48 es un monstruo de sí misma y la razón es otro monstruo igualmente peligroso.
0:12:53 Todo recuerdo, dijo un hombre que había sido asaltado por fantamas
0:12:57 del Quinto Orden, es el demonio, pero todo demonio es una mujer
0:13:01 y una mujer no puede ser nunca un recuerdo porque en ese caso dejen ser una mujer,
0:13:05 trampa del demonio.
0:13:06 La tercera, los estajeritas.
0:13:08 Alguien puede llegar a tal punto de perversión que subirse en una columna
0:13:13 y crear así le permita, en una red del demonio, pecado de soberbia,
0:13:17 una trampa imposible.
0:13:18 Y además, finalmente, ¿qué hay más tentador que la salvación?
0:13:22 Si la tentación mayor es la salvación,
0:13:24 toda salvación será caer en manos de el demonio.
0:13:27 ¿El señor habla como un inquisidor?
0:13:32 Para los inquisidores no hay manera de ser inocente.
0:13:36 Y ese es otro trampa del demonio.
0:13:38 Y ese es otro trampa del demonio, igual que toda forma de la justicia dominante.
0:13:41 Pero en realidad, yo quería decirle que hasta aquí yo estaba más o menos sentido.
0:13:45 He decidido que no voy a vivir 105 años.
0:13:48 Alejandro y digo, vivirlos así realmente no tiene sentido.
0:13:52 Un amigo me dijo una vez que lo único que no podía resistir era las tentaciones.
0:13:56 Y mientras se me dijo, ¿sabes qué? Me da pena confesarlo.
0:14:00 Me da pena confesarlo.
0:14:02 Y ahora, señor, tengo que escucharemos en la versión instrumental de Juanjo Domínguez.
0:15:02 El sonido de Juanjo Domínguez
0:15:32 El sonido de Juanjo Domínguez
0:16:02 El sonido de Juanjo Domínguez
0:16:20 Era Juanjo Domínguez.
0:16:23 En la venganza será terrible. Me da pena confesarlo.
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