Transcripción automática
0:00:00 Continuamos en la venganza, será terrible desde el auditorio de la radio pública, esto es Maipú 555.
0:00:14 Señor Ares, hablaremos hoy de una costumbre que casi se ha perdido, a saber leer para otros.
0:00:23 Una noche, a fines del siglo I, no sé si está bien dicho una noche a fines del siglo I, es pasar por alto una serie de pasos de las clasificación,
0:00:39 es decir, del tronco a la última hoja perdiendo las ramas.
0:00:43 Sí, las ramas y varias otras cosas.
0:00:45 Pero bueno, una noche, Plinio, el joven, abandonó una reunión indignado y después le escribió a Claudio Restituto, que era un magistrado del Imperio Romano, acerca de la indignación presitada.
0:01:02 Decía la carta, regreso molesto de una lectura en casa de un amigo.
0:01:08 El texto leído era de una gran precisión en todos los sentidos, sin embargo, todos lo escucharon como si fuese en sordo mudos.
0:01:18 No han despegado los labios, ni han movido una mano, ni han estirado las piernas para cambiar de postura.
0:01:26 Plinio.
0:01:27 El joven.
0:01:28 El viejo.
0:01:29 Se había enojado por aquella indiferencia o por la pereza de los que escuchaba, pero es que en aquella época había una ceremonia que concepían que los autores les eran sus obras ante un grupo de amigos.
0:01:45 Y existía, desde luego, una etiqueta para los oyentes y también para los autores que leían sus obras.
0:01:52 Eran como publicaciones orales y se esperaba que el auditorio proporcionara una respuesta crítica que incluso podía servir para que el autor mejorara el texto.
0:02:05 Bueno, es por eso que Plinio se había molestado por la inmovilidad de los oyentes que no habían dicho nada.
0:02:13 El mismo Plinio ensayaba a veces el primer texto que escribía con amigos y luego lo modificaba de acuerdo con la reacción.
0:02:25 Es por eso que Plinio creía que los que utilizaban las lecturas como simples entretenimientos sociales eran unos rufianos.
0:02:36 Me refiero a los que iban, como decía, a sentarse en las salas contiguas y no le daban bolilla al autor o que iban para comer la macita y tocar a la muchacha.
0:02:48 Calculo yo que en estas reuniones habría, no sé, sanguichitos de mega o aquello que los romaron, los romaron con mesas, ¿no?
0:02:57 Y algunos, con el pretexto de que iban a escuchar una obra, se muerfaban los sanguiches e incluso se ponían lejos del autor para que no lo molestara.
0:03:07 Esta gente a veces llevaba criados y estos criados eran los que escuchaban, cada tanto venían a informar al tipo a ver si estaba cercano al final.
0:03:19 Entonces, al final se acercaban los macanudos y ponían cara de que estaban muy interesadas.
0:03:26 El autor también estaba obligado a respetar ciertas reglas para que su lectura fuera bien recibida.
0:03:32 Primero era imprescindible encontrar un lugar adecuado para las lecturas. No se podía realizar en cualquier oigo.
0:03:41 Incluso algunos autores ricos tenían en sus villas un auditorio y recitaban así.
0:03:48 Y algunos poetas que tenían dinero por ahí solían ser generosos e invitaban o permitían que otros poetas más pobres utilizaran su auditorio para leer sus obras.
0:03:59 Bueno, una vez que se habían reunido los amigos, el autor debía presentarse, se sentaba con una toga nueva y tenía que llevar puesto todos sus anillos y sortijas.
0:04:12 Según Plinio, era una desventaja estar sentado y tener que ocupar las manos sosteniendo el texto.
0:04:19 Así que la sola oratoria era esencial porque no había manera de gesticular.
0:04:25 En una oportunidad, Plinio pensó en despojarse del asiento, incluso del texto, y pretendía hacer él la mímica de la lectura mientras que un conocido se encargaba de leer el texto.
0:04:39 ¿Un conocido como Playback?
0:04:41 Muy bien, no sabemos si efectivamente lo hizo alguna vez. Aquella lectura a veces era muy larga, imagínense.
0:04:48 Plinio asistió a una que duró tres días, pero había algunas que duraban nada más que pocas horas.
0:04:57 En cualquier caso, era indispensable a todo aquel que quería darse a conocer como autor y organizar esta clase de lecturas.
0:05:09 Esto no era exclusivo de Roma, los griegos también lo habían hecho.
0:05:13 Cinco, no, cinco solamente.
0:05:17 Cinco siglos antes de Plinio, erodoto de Licarnazo, leía sus textos en los festivales olímpicos.
0:05:26 Eso era muy común, aprovechando que había olimpiadas los poetas, los historiadores, como el caso de los autos, etc.
0:05:34 Solían acercarse a olimpia y a la nochecita, mientras la multitud, o la pequeña multitud, se agolpaba en las efímeras carpas que cundían alrededor del estadio.
0:05:52 Leían y contaban sus historias aquellos que habían venido a ver a los atletas.
0:05:59 Como hemos contado alguna vez, olimpia era un lugar muy pobre.
0:06:04 Tenía un lindo estadio probablemente, pero no había nada, no había comodidades para los que llegaban.
0:06:10 Pero los que llevaban después de todo eran mayormente atletas y participantes, y si no hombres interesados.
0:06:16 Las mujeres tenían absolutamente prohibido no solo participar, sino también asistir.
0:06:21 De hecho, además, las competencias se realizaban en descubiertos, de ahorita en la ropa, absolutamente.
0:06:26 Y vamos todos desnudos para que no hubiera necesidad de preguntar si había alguna mujer presenta.
0:06:37 Ahora, la última descripción disponible de una audiencia romana en una lectura pública aparece en las cartas del poeta cristiano Sidonio,
0:06:49 escrita en la segunda mitad del siglo V.
0:06:52 Fecha que nos hace pensar que más que desaparecer la costumbre, desapareció Roma.
0:07:00 Es curioso, porque en una de sus cartas, Sidonio, lamentaba que el latín se hubiera convertido en una lengua extranjerizada para todos.
0:07:12 Y yo recuerdo que cuando se cumplieron mil años del nacimiento del castellano, una fecha conjetural,
0:07:18 Borges dijo que no tenía tanto sentido van a gloriarse un pueblo de haber degenerado el latín antes que casi nadie.
0:07:27 Dante parece que también leía sus obras.
0:07:31 Es probable que en la Corte del señor Novello de Apolenta, Dante haya leído pasajes de la comedia en lengua vulgar, la lengua que le había defendido en italiano.
0:07:45 Más adelante, las lecturas de autor se hicieron habituales nuevamente.
0:07:50 Ariosto leyó para el público ciego que rodeaba a la princesa Isabel de Gonzaga, el Orlando Furioso.
0:07:59 Los Gonzaga, no recuerdo ahora donde estaban, pero ya me había acordado.
0:08:03 Digo porque si me pongo a recordar donde estaban los Gonzaga, voy a sufrir mucho, pero vamos a ver qué pasa con Mantova.
0:08:13 En muchos otros casos, más que para un auditorio, los autores eran trasladados al leer en las Cortes de los Reyes, como lo había por ejemplo.
0:08:23 La diferencia residía en que en la antigüedad el autor esperaba crítica y corrección.
0:08:28 En cambio, los autores que leían para los Reyes ya llegaban bastante consagrados.
0:08:33 No era de extrañar que un rey corrigiera.
0:08:38 Naturalmente. Y había una ciencia que es el de la huirtutis eloquente, una rama de la retórica que marcaba la forma en que había que leer un determinado texto.
0:08:46 Allí donde hacer énfasis, donde bajar el tono, donde poner un paréntesis.
0:08:50 De modo que la puntuación resultaba una cosa reverentemente inútil para un buen lector.
0:08:55 Como que la puntuación es bastante posterior a la lectura.
0:09:02 Mucho más acá, cerca de nuestro tiempo, Dickens utilizaba su talento histrónico para la lectura de sus obras.
0:09:10 En verdad, había dos clases de lectura en Dickens.
0:09:14 Una para los amigos, a fin de pulir el último borrador.
0:09:18 Y las lecturas públicas, que eran presentaciones, actuaciones por las que Dickens cobraba.
0:09:24 Y se hizo famoso al final de su vida como conferencia y como lector de sus obras.
0:09:31 En una carta que le escribió a su esposa Catherine, afirmaba lo siguiente.
0:09:37 Si hubiese visto anoche a Mr. Marrere, y yo llorando y sojando en el sofá mientras yo leía,
0:09:45 hubiera sentido que cosa tan increíble es tener poder sobre otros para conmover e influir.
0:09:53 Qué parecido que habla Dickens a Prínio.
0:09:55 Prínio, prácticamente la misma voz.
0:09:58 Lady Blesenthal Dickens le escribió,
0:10:01 abrigo, fundadas, esperanzas de hacer que usted llore, amargamente.
0:10:16 Esto es extraordinario tener el poder de hacer llorar a alguien.
0:10:20 Es muy bueno, amargamente.
0:10:23 Hay poderes pequeños, ante los cuales uno debe conformarse,
0:10:27 ante la ausencia de un poder mayor.
0:10:31 Podría ser conmover de un modo artístico o amoroso.
0:10:35 Pero si uno no puede lograr esa conmoción,
0:10:39 siquiera puede hacer llorar a alguien de un modo fraudulento, o al menos lo puede incomodar.
0:10:45 Untando de cebolla las páginas del libro.
0:10:47 Eso es relativamente fácil.
0:10:49 Por los tiempos de Dickens, Alfred Tennyson empezó a leer repetidamente sus poemas en los salones de Londres.
0:10:56 Dice que lo que buscaba eran aplausos continuados,
0:11:00 la confirmación de que su obra tenía un público.
0:11:05 Además, Tennyson ha recordado varias veces que era un tipo que tenía una teoría respecto de la historia,
0:11:10 y del papel de los héroes en el cual exaltaba la multitud con ese tipo de figuras.
0:11:15 Ese no era Carlyle.
0:11:16 Ese es Carlyle de la teoría. Tennyson es el de los relatos héroicos.
0:11:20 Y Tennyson es el de...
0:11:24 Ben Dulce-Lena, hacerme inmortal con un beso.
0:11:27 Es Tennyson, ¿no?
0:11:29 Bueno, él está ahí, Elena, que estaba solo citando.
0:11:31 Pero mire lo que dice aquí. Parece que Tennyson estuvo en casa de los Carlyle.
0:11:35 Sí, hay esta.
0:11:36 Y ahí viene el asunto. Usted estuvo así, el primer.
0:11:40 Recuerdo aquella noche, me dijo Plinio.
0:11:42 Y obligó al escritor a Carlyle.
0:11:45 A oir el poema tres veces seguía.
0:11:47 Y dicen, por eso es que Carlyle tiene una prosa tan resentida.
0:11:52 Bueno, según otro testigo, que fue nada menos que Dante Gabriel Rossetti,
0:11:59 aquel poeta inglés de nombre italiano,
0:12:02 Tennyson leía los versos con la emoción que quería provocar en sus oyentes.
0:12:07 Esta es una idea extraordinaria.
0:12:10 Repito, Tennyson leía los versos con la emoción que quería provocar en sus oyentes.
0:12:16 Y dijo Rossetti que esa intención le daba asco.
0:12:23 Está muy bien efectismo.
0:12:25 Y está muy bien el juicio de Rossetti.
0:12:28 Sabía que él recuerde inmediatamente a Thomas Stains Elliot,
0:12:31 que alguna vez grabó sus propios poemas con una entonación digna de cualquier predicador sin emociones.
0:12:37 Como quien dice, we are the whole of men.
0:12:40 Y hay uno así, uno no puede escuchar esos versos sin comoverse.
0:12:43 Y esto habla maravillas de la poesía de ese hombre.
0:12:46 Muchas veces los autores de las poesías tienen un tono neutro.
0:12:51 Y yo no sé si es producto de una sabiduría o de una intuición.
0:12:55 Intuición que consiste, como acabo de decir usted,
0:13:00 en dejar que el poema hable solo sin enfatizarlo.
0:13:04 Cosa que no ocurre cuando oímos poemas recitados por autores.
0:13:09 Por autores.
0:13:11 Que dicen, a mí se me hace cuenta que nació Buenos Aires.
0:13:20 Ya me dívas el problema de este...
0:13:23 Mira, el juicio es tan eterna como el aire de otras radios.
0:13:26 Sí, bueno, muy bien.
0:13:28 Dickens era muy profesional.
0:13:32 Y él lo decía las cosas de Tennyson.
0:13:35 Hacía giras, como hemos dicho de lectura.
0:13:38 Legía en hoteles, iglesias, balnearios, almacenes.
0:13:43 Y había empleado mucho tiempo trabajando la manera de leer y los gestos.
0:13:47 Anotaba como debía el mismo reaccionar.
0:13:50 Y esto lo anotaban en los márgenes de los libros que tenía que leer.
0:13:54 Había como comentarios como...
0:13:56 En disculpe, la emoción me impide contirmar.
0:13:59 Yo tengo aquí anotado, al costado, carraspear.
0:14:04 Y él anotaba alegre, severo, patético, misterioso.
0:14:09 Digo yo, si esto es misterioso.
0:14:12 Hice un misterioso que más que misterioso era Rela Míral.
0:14:18 También apuntaba señas, como señalar con el dedo, extremecerse,
0:14:23 mirar alrededor aterrorizado, etc.
0:14:27 Tenía más ayeritos en los márgenes que en el poder.
0:14:30 Si no me equivoco, se llama guión.
0:14:33 Desde hace mucho hay dos pautas para leer.
0:14:38 Sin embargo, Dickens no es que representaba la escena, sino que la sugería.
0:14:43 Seguía siendo lector y no actor.
0:14:48 Después de la lectura, nunca se daba por enterado de los aplausos.
0:14:52 Así una reverencia y se cambiaba de ropa porque parece que transpiraba como un chanso.
0:14:57 Imagínense, tanta señas, tanto gesto, terminaba sudado como te tigo para ir a un tipo.
0:15:02 Hay quienes dicen que las lecturas deben hacerse en silencio y en soledad
0:15:06 y que las lecturas públicas son superficiales.
0:15:09 Se asegura, por ahí, en las calles,
0:15:12 que debe distinguirse entre el descubrimiento gradual de un libro leído en silencio
0:15:17 y el precipitado encuentro con un autor en una enfriatro abarrotada.
0:15:22 Esta descripción es evidentemente tendención.
0:15:27 El cronista dice que es el último producto de un apresuramiento que se ha adueñado estos tiempos.
0:15:36 Pasamos por alto esos denuestros al apresuramiento.
0:15:40 Que supongo que a esta altura se habrán hecho todos.
0:15:43 Y en homenaje a ese mismo apresuramiento haremos gracias a ellos.
0:15:48 Por el apricato abarrotado.
0:15:51 Uno de los componentes perdidos de la cultura puede que sea la lentitud.
0:15:57 ¿Quién es razón?
0:15:59 La lentagilidad en la que hablaba alguien.
0:16:02 ¿El esnero-huismo?
0:16:06 También creo que cuando se oce un poema,
0:16:09 se ponen en juego una serie de mecanismos mentales que son distintos.
0:16:13 A los que actúan cuando uno lo lee.
0:16:17 Así que hay una manera de entender que corresponde a la lectura
0:16:21 y otra que corresponde a la oblición.
0:16:23 Incluso hay poemas muy eficaces cuando son leídos,
0:16:26 sino tanto cuando son necesitados y bisegueras.
0:16:33 En este programa salamos cada uno de los gestos.
0:16:36 A veces ustedes se comueven.
0:16:40 No tanto por lo que...
0:16:42 Esta pausa es para que ustedes proceden a comoverse.
0:16:45 No tanto por lo que decimos, sino por nuestra gestualidad.
0:16:49 Sexualidad. No, gestualidad.
0:16:53 Siempre prefiero que se comuagan por mi gestualidad y no por mi gestualidad.
0:16:59 Miren que hay maneras y maneras de comoverse.
0:17:01 El millón dice patético.
0:17:03 Llevan cada gestos.
0:17:05 Aquellas personas que por primera vez me leyeron algo,
0:17:10 son el objeto de mi dedicatoria esta noche.
0:17:15 Gente que nos leyó cosas cuando no sabíamos leer.
0:17:19 Cuando estábamos desamparados.
0:17:22 Tan solos en serio ahí.
0:17:24 Tan solos y desamparados ante la maravilla del saber y el arte.
0:17:29 Y necesitábamos de otro para que nos la revelara.
0:17:33 Y entonces decimos, dale, léme esto.
0:17:36 Y yo no...
0:17:38 Supongo yo.
0:17:40 Iba a decir, recuerdo esas voces, pero...
0:17:43 Yo no sé si uno recuerda.
0:17:45 Bien, voces.
0:17:47 No recuerda seguramente ese sentimiento de Orfandal
0:17:50 que aún no le asalta nuevamente.
0:17:52 No asalta nuevamente.
0:17:54 Digo cuando han desaparecido esas personas
0:17:56 que han cubrido Orfandal de no saber leer.
0:17:59 Creo que esa nostalgia la que aún no le asalta.
0:18:01 No en estos casos.
0:18:03 Con respecto al no poder recordar adecuadamente las voces,
0:18:07 entonces sí, el artefacto de Edison vuelve a ser nuevamente maravilloso.
0:18:15 Y a mí me gustaría acordarme también
0:18:19 de aquellos a quienes yo leí.
0:18:22 De aquellos a quienes yo leí.
0:18:26 Es una buena manera de conectarse
0:18:28 con los picos principales de la cordillera de nuestros afectos.
0:18:32 Absolutamente, porque uno no va a cualquiera a leer
0:18:34 de lo mismo modo que aún.
0:18:36 No cualquiera te lee.
0:18:38 Y no le lee a esa cualquiera.
0:18:40 Así que el que me ha leído seguramente ha tenido
0:18:43 un grado de intimidad.
0:18:46 De cercanía.
0:18:48 De confianza, seguramente.
0:18:50 Hay que entregarse alguien para que lea.
0:18:55 Me gustó esta idea más que ninguna otra.
0:19:00 Escucharemos tal vez será su voz
0:19:02 ante esta carga conjeturada
0:19:06 que tienen voces queridas, como por ejemplo de mi abuelo.
0:19:09 Tal vez será como yo ahora me imagino lejanamente que era.
0:19:14 Tal vez será el rumor de aquella que una vez.
0:19:16 Tal vez será.
0:19:18 Este tango, te veo, tango lo escucharemos
0:19:20 en la mejor versión que existe,
0:19:22 que es la de Libertad La Marca.
0:19:52 No me hagas ni un nombre hacia la pista de ajo el santo.
0:19:55 Me obligo a la evocara a mí también.
0:20:00 Vainemos.
0:20:02 Que me duele estar soñando
0:20:05 mientras brilla mi vestido desate.
0:20:16 Quien pena en el violín
0:20:18 que vos sentí en tal cansada de su triste
0:20:23 apuesto a su ajo su haradín.
0:20:26 Tal vez será su voz a quien se que una vez.
0:20:31 De pronto se apagó.
0:20:33 Tal vez se ganea el col, tal vez.
0:20:37 Su voz no puede ser.
0:20:40 Su voz ya se durmió.
0:20:42 Tendrán que ser no más fantasma del alvo.
0:20:48 Como tú.
0:20:50 Era cámigo e inecdano.
0:20:53 Negro el pelo, los ojos verdes gris.
0:20:57 Irán suaves sus manos.
0:20:59 Irán sus versos frites.
0:21:02 Como el casto de ese violín.
0:21:07 Un día no llegó.
0:21:09 Que de esperanza.
0:21:13 Que de esperanza.
0:21:16 Y luego me contaron la verdad.
0:21:21 Por eso con la sombra de los dar.
0:21:27 Con el olor de su ardubala mente máxima.
0:21:37 Quien pena en el violín
0:21:40 que vos sentí en tal cansada de su triste
0:21:45 apuesto a su ajo su haradín.
0:21:49 Tal vez será su voz a quien se que una vez.
0:21:54 De pronto se apagó.
0:21:56 Tal vez será mi alcohol, tal vez.
0:22:00 Su voz no puede ser.
0:22:02 Su voz ya se durmió.
0:22:06 Tendrán que ser no más fantasma del alcohol.
0:22:16 Tendrán que ser no más fantasma del alcohol.
0:22:31 Era libertad la mar que la venganza será terrible,
0:22:35 tal vez será su voz.
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