Transcripción automática
0:00:00 Hablaremos hoy de los delirios de Jean-Nichols Thumb.
0:00:06 Jean-Nichols Thumb, THH.
0:00:11 ¿Quiénes éste hombre?
0:00:13 Preguntarán desde las últimas filas del paseo de la plaza aquí de este patio, en el tamón.
0:00:19 Y de los filos también, la noche.
0:00:23 Un falso, Mesías. Otro falso, Mesías.
0:00:28 Así que, ubiquemosnos en Inglaterra, a fin de siglo XVIII.
0:00:32 Aquí en este programa hemos contado muchísimas historias de falso, Mesías, con mucho éxito.
0:00:38 A la gente no le gustan otros Mesías que no sean los falsos,
0:00:42 y ya no haya otra clase de Mesías que los falsos.
0:00:45 El caso es que este hombre nació en 1799,
0:00:50 y por creerse iluminado hizo muchísimos desastres.
0:00:55 Y esto lo digo ya para que vayan preparando el espíritu para recibir esta clase de información.
0:01:01 El padre de Jean era dueño de una hostería.
0:01:05 Su madre quedó muy perturbada porque la hostería se incendió.
0:01:11 Y ya se sabe cómo son las madres inglesas cuando la hostería de su marido se incende.
0:01:16 Se perturban.
0:01:18 Esto no quiere decir que sea peligroso poseer hosterías,
0:01:21 porque todo esto debe venir en la locura de la mujer que se ha casado con uno.
0:01:25 Estoy contando algo.
0:01:27 Se puede tener una hostería tranquilamente sin que se incendie y sin que la mujer de uno se vuelva loca.
0:01:34 No estoy haciendo docencia ni instando a las personas que una hostería poseería a venderla.
0:01:41 El caso es que el padre de Jean tenía una hostería.
0:01:45 Se le prendió fuego a la hostería y ya se sabe lo que sucedió.
0:01:49 La mujer se volvió loca.
0:01:51 Jean eligió que se hizo solo.
0:01:53 Tenía una vida tranquila.
0:01:55 Trabajó como oficinista entre 1817 y 1820.
0:02:00 Pero después se mudó a la localidad de Trouro por cuestiones de negocio.
0:02:07 Y así empezó a interesarse por asuntos religiosos y políticos.
0:02:11 Y fundó una sociedad.
0:02:14 La sociedad de pensamiento que según él aspiraba a reformar los abusos mediante el poder directo del pueblo
0:02:22 y a trabajar en la abolición de la jerarquía episcopal.
0:02:27 No estaba tan mal.
0:02:29 Parece bastante razonable.
0:02:31 Jean Nuccas Tom surgía como un militante tardío de lo que había propuesto la ilustración francesa algún tiempo antes.
0:02:39 Justamente esto de evitar los abusos mediante el poder directo del pueblo
0:02:44 y trabajar en la abolición de la jerarquía episcopal.
0:02:47 Pero nadie sabe por qué.
0:02:49 Jean Clavussuró aquella sociedad de pensamiento.
0:02:52 Un día dijo, no me gusta más.
0:02:57 Y empezó a delirar solo por ahí.
0:03:00 Llegó a Londres.
0:03:02 Alquiló una pequeña habitación en Pentonville.
0:03:05 Ahí donde estaba la cárcel.
0:03:08 Con un nombre ficticio, que era Saint Nick Percy.
0:03:13 Así se hacía llamar.
0:03:15 Y se pasaba los días enteros en la cama, como tantos de nosotros.
0:03:19 Un día le explicó al dueño de la pensión en tono grave, como se hacen estas explicaciones,
0:03:25 que en realidad estaba elaborando un plan para salvar a la humanidad.
0:03:31 Y le dijo al dueño de la pensión.
0:03:33 Y le dijo, mire, no haga correr la bolilla, pero aquí donde me ve,
0:03:38 estoy elaborando un plan para salvar a la humanidad.
0:03:43 Dijo y cerró la puerta.
0:03:46 Después abrió de nuevo.
0:03:49 Y agregó como nota de color para dar un poco de énfasis a sus enunciados,
0:03:56 que era un hijo oculto del duque de Northumberland.
0:04:01 Y según a él le parecía enfatizaba y avalaba cualquier opinión.
0:04:05 Así que le dijo, mire, no crea que es cualquiera que está tratando de salvar a la humanidad,
0:04:11 sino un hijo oculto del duque de Northumberland.
0:04:15 Bueno, sin embargo, esta prestigiosa descendencia no le impidió a nuestro amigo Jean-Né costant
0:04:22 marcharse de aquella pensión sin barpar.
0:04:26 Un día de septiembre de 1832, los habitantes de Canterbury vieron llegar a un individuo estrafalario.
0:04:35 Tenía una larga barba negra, un traje extraordinariamente colorido que parecía de carnaval,
0:04:42 y el desconocido que no era otro que Jean-Né costant,
0:04:46 afirmó que se llamaba William Kurteney y que era caballero de Malta, duque de Devon,
0:04:53 rey de Jerusalén y de los gitanos.
0:04:56 Es decir, que no era en modo alguno el hijo oculto del duque de Northumberland.
0:05:02 En la región de Canterbury se presentó en las elecciones como candidato al Parlamento.
0:05:08 Durante la campaña se vestía con ropas suntuosas.
0:05:14 Su campaña se basaba en la supresión de los impuestos.
0:05:19 Basta de impuestos, nada de impuestos.
0:05:22 ¿Cómo íbamos a hacer de impuestos?
0:05:25 Nada de impuestos.
0:05:27 Con este disfraz, con su aire de noble oriental, con su eloquencia y con sus promesas hizo bastante popular.
0:05:34 Y obtuvo el tercer puesto en las elecciones, pero no le alcanzó para acceder al Parlamento.
0:05:39 Sin dejarse desanimar por aquellos resultados, abandonó las contiendas electorales
0:05:46 y comenzó a evangelizar.
0:05:49 Se empezó a hacer llamar el Redentor de los Pueblos.
0:05:54 ¡Fó!
0:05:55 ¡Modestamente!
0:05:56 ¡Presionante! ¿Qué modestas?
0:05:57 ¡Ah sí!
0:05:58 Presénteme sencillo.
0:06:00 John Nichols Tom, el Redentor de los Pueblos.
0:06:05 Un día se detuvo en la granja de la familia Caldart y así conoció a la mujer de su vida.
0:06:12 Es el cronista que esta mujer se llamaba Sara y que no había sido muy bien tratada por la naturaliza.
0:06:23 Esta chica parece que era...
0:06:25 Era fea, quiere decir.
0:06:26 Era muy fea, ¿verdad?
0:06:28 Era bastante robusta, bastante masculina en su aspecto, tanto es así que tenía un espeso bigote.
0:06:37 Lo que no impidió que Fam se enamorara de ella y ella desde luego se enamoró de Fam.
0:06:43 Y se convirtió en la esposa del Redentor y pronto empezó a hablarse de ciertos milagros hechos por Tom.
0:06:53 Lo menos esfuerzos.
0:06:56 Y ahí ya es un acto milagroso enamorarse de una mujer así, ¿no?
0:06:59 Pero él decía que ella era una santa, ¿verdad?
0:07:02 Realmente, cosa que muchos dicen de sus madres, de sus hermanas, de alguna abuela, así que tiene uso.
0:07:10 Cada vez que Fam hablaba en público, la gente decía oír una música celeste.
0:07:17 Para favorecer su fama, Fam se hizo en las manos unas heridas, las heridas de la crucifixión.
0:07:25 Y como portador de estigma, convenció unos cuantos más.
0:07:31 Se desplazaba este hombre, montado en un caballo blanco, llevaba en el cinto dos pistolas y una espada por si la persuasión argumental fallaba.
0:07:46 Lo más notable es que del cuello se iba a colgar una trompeta.
0:07:51 Qué interesante eso, ¿no?
0:07:53 Y decía que era nada menos que la trompeta de Jericó.
0:08:02 Decía que...
0:08:04 ¿Recuerda usted esa trompeta?
0:08:07 ¿Quisían caer las murallas de Jericó?
0:08:09 Bueno, hay que tener una de esas trompetas.
0:08:11 Desde luego no la tocaba.
0:08:13 No la tocaba en la inteligencia de que cualquier sonido emergente de aquel instrumento podía derribar cualquier muralla cercana.
0:08:20 Ahora bien, lentamente se fue operando un cambio en el tipo.
0:08:24 Su mensaje comenzó a ponerse cada vez más agresivo.
0:08:28 Y junto a él empezó a marchar una tropa de seguidores que eran unos campesinos que tomaron por costumbre andar armados con garrotes.
0:08:37 Así que cuando se convocaba a una reunión, este amigo decía tres o cuatro cosas después, tanto para darle color al guiso,
0:08:47 instaba a los campesinos a hacer correrrios de sangre.
0:08:52 Reclamaba abiertamente la cabeza de los ricos ingleses, semejantes discursos, no dejaron indiferentes a las autoridades.
0:09:03 El juez PUR, que va a ser pobre, basándose en el testimonio de un artesano que había participado en las reuniones, ordenó que le tuvieran a Thumb.
0:09:17 Y así en la mañana del 31 de mayo de 1838 el guardia mayor, John Merce, se presentó en la casa del Redentor, junto con dos ayudantes.
0:09:32 Thumb preguntó si eran guardias y obtuvo una respuesta afirmativa. Debió ser sí.
0:09:40 Y entonces John Nichols Thumb desinfundó sus dos pistolas, disparó y mató a uno de los guardias.
0:09:50 El otro salió rajando en busca de refuersos. Bueno, en ningún momento pensó en escapar, aprovechó aquel breve tiempo que tenían para decirle a los adeptos, para convocar a sus adeptos.
0:10:08 Cuando llegaron, les dijo que ese guardia que había muerto ahí lo había matado él, pero que había sido para salvar el alma de aquel guardia.
0:10:18 Y que no se preocuparan por nada porque, y aquí hizo una revelación, porque él era Cristo. Él era Cristo. No el guardia ha muerto él.
0:10:29 Él es ya que estoy.
0:10:31 ¿En confianza?
0:10:32 Sí, los voy a decir. No se preocupen porque yo soy Cristo. Así que qué clase de problemas puedo tener con la policía.
0:10:41 Ahora bien, el guardia sobreviviente regresó hasta el lugar donde estaba Thumb, junto con cuatro magistrados, cien policías y miles de curiosos.
0:10:51 Había incluso un sacerdote que pidió a los adeptos de Thumb que estaban ahí que abandonaran a su jefe. En respuesta, el Mesías abrió fuego.
0:11:01 La noticia llegó a la reina Victoria, que envió dos compañías del ejército para terminar con Nick Thumb y lo lograron.
0:11:12 El redentor que hizo muerto. Tant olío, tanto olío lo mataron.
0:11:17 Sus discípulos fueron presa entonces de una locura colectiva.
0:11:22 Se negaron a admitir el fin de su Cristo y crecieron lo que Thumb les había dicho un poco antes, a saber que eran invulnerables.
0:11:30 Y sin miedo a las balas, se lanzaron sobre los soldados con un increíble salvajismo.
0:11:38 Murieron 140 de los adeptos. Algunos se hacían clavar en las hojas de las ballonetas.
0:11:47 Se tiraban contra las ballonetas, riendo a carcajadas.
0:11:51 Finalmente, cuando todos estaban o muertos o desertores, los soldados vieron una escena incomprensible.
0:11:58 Una mujer de bigotes salió de su escondite y comenzó a echar sobre la cabeza Nick Thumb agua.
0:12:08 Parece que Thumb le había dicho que si moría, bastaba con echarle un poco de agua sobre el rostro para devolverlo a la vida.
0:12:18 Después de varios baldes, Sara Calvert, la santa Sara Calvert, empezó a sospechar que aquello no resultaría.
0:12:27 Y finalmente, resignada, terminó esto de un modo tremendo, ya que tomó una de las pistolas del messías y se mató.
0:12:37 Y esta fue la historia, la tremenda historia de John Nichols Thumb, que viene a engrosar una colección de falsos messías
0:12:47 que hemos venido exponiendo en este programa desde hace mucho tiempo, no con afán didáctico, no es que nos opongamos a los falsos messías.
0:12:59 Pero es que uno prefiere mantener una cierta apertura, especialmente en el plano artístico, no en este.
0:13:10 Ante la duda sobre los méritos de un artista, uno prefiere equivocarse por considerarlo más de lo que es, que por considerarlo menos.
0:13:19 Así que, véjela.
0:13:21 Igual con los messías no sucede así, porque no es lo mismo un falso artista que un falso messías.
0:13:29 Por la siguiente razón, por lo dicho antes, porque todavía está por verse si existen los verdaderos messías, en cambio es obvio que sí existen los verdaderos artistas.
0:13:38 Bueno, a quién quiere dedicar esto?
0:13:41 Bueno, primero le voy a decir dos cuestiones que estaba pensando. Lo primero que pensaba en esta frase que dijo este muchacho a sus seguidores,
0:13:51 no se preocupen que yo soy Cristo. Yo hubiera sido seguidor de él y hubiera leído a que el subajelio me hubiera preocupado bastante porque no fue gratuito seguir al Cristo.
0:14:00 Claro, claro, preocupen gelo.
0:14:03 Pero, pues, se van a hacer maltratados, o sea, yo, la verdad, si fuera Cristo me hubiera preocupado.
0:14:08 Pero, y después estaba pensando con qué facilidad se pasa del fanatismo a la agresión y de allí a la locura total.
0:14:16 Y déjeme dedicar esto, ya que este hombre era el redentor de los pueblos, al protector de los pueblos libres del ciudad.
0:14:25 Adón José Artigas.
0:14:26 Adón José Artigas.
0:14:27 Muy bien, yo le voy a dedicar a la pobre Sara, ¿no? Siempre una mujer de bigote merece nuestro respeto.
0:14:33 Sin ya que no nuestro amor.
0:14:38 Es lindo pelearse con una señora de bigote y uno le dice, señora, permanezco callado solamente por respeto a su bigote.
0:14:47 Muy lindo para pelearse con una.
0:14:50 Te peleas con una mina, ¿eh?
0:14:53 Señora, no le digo nada por respeto a ese bigote.
0:14:58 A las canas de su bigote.
0:15:06 Una mujer con bigote inspira respeto, me digo, y yo, es fácil de respetar, ¿no?
0:15:11 Sí, no cuesta mucho.
0:15:12 En el sentido que nosotros damos a la palabra respeto.
0:15:16 ¿Cuántas veces por semana le falta el respeto a su esposo?
0:15:19 Claro, ninguna, dice la mina, mientras a Périca.
0:15:24 Hemos ido a la discoteca a buscar la canción, y ya que Sara era una santa,
0:15:33 hemos resuelto dedicarle el tango santa milonguita en la versión de nuestro amigo...
0:15:43 Roberto de Filiipo.
0:15:44 Roberto de Filiipo.
0:15:45 El mejor banderino en el mundo.
0:15:49 Adelante, Don Roberto.
0:18:45 no, no, no, no, no, no, no, no, no, no...
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