Transcripción automática
0:00:00 Hablaremos de algunos estafadores. El primero de nuestra pequeña y simpática lista
0:00:05 es un señor llamado Montly Gregory
0:00:08 que hizo una fortuna vendiendo títulos de nobleza.
0:00:13 Había, a principios del siglo XX,
0:00:17 mucha gente que deseaba comprar títulos de Conde, de Marqués, etc.
0:00:23 Esto sucedió en Londres apenas terminada la primera guerra mundial.
0:00:28 Por esos tiempos, el primer ministro, Lloyd George,
0:00:31 vendía abiertamente honores en un intento por incrementar los fondos públicos.
0:00:37 O sea que sí había una venta de títulos que hacía el propio gobierno.
0:00:43 Pero claro, como siempre, había algunos títulos que se otorgaban sin venderse.
0:00:48 El gobierno vendía títulos, pero a veces te los daba por merecimiento.
0:00:53 Como si el gobierno empezara a vender ahora el poner el títulos de ciudadano ilustre.
0:00:58 Para mejorar el... ¿Qué sé yo?
0:01:02 El Libid de la Casa, con un cuadro.
0:01:05 Para mejorar el presupuesto, el gobierno vende títulos de ciudadano ilustre.
0:01:11 Pero también da a algunos...
0:01:14 Y si no, no vale.
0:01:15 A los ciudadanos ilustre.
0:01:17 Muy bien. Esto es lo que pasaba en Londres.
0:01:20 Gregory, este Gregory, era dueño de un club.
0:01:24 Yo los clubes ingleses, un club de hombres.
0:01:27 Bastante exclusivo.
0:01:29 Al que solían ir algunos funcionarios del gobierno.
0:01:32 Y él entró en conocimiento, conversando con esos funcionarios,
0:01:37 de la lista de los hombres que serían distinguidos con nombramientos nobiliarios por sus méritos.
0:01:46 Sabía anticipadamente a quién iban a dar títulos de nobleza.
0:01:52 Y entonces empezó a venderles a esos mismos tipos, los títulos, antes de que se lo dieran gratuitamente.
0:02:01 Y los tipos compravos.
0:02:02 Y los tipos por ahí compravos, por ahí no, pero compravos.
0:02:05 Y nadie se sorprendía, pues los compradores pensaban que Gregory era encargado gubernamental de vender títulos.
0:02:13 Y como el título después llegaba, nadie se sospechaba.
0:02:17 Y nadie se quejaba.
0:02:20 Y el gobierno tampoco se enteraba.
0:02:22 Muchos hombres nunca se enteraron de sus propios merecimientos, porque creyeron haber comprado unos títulos que en verdad les habían sido dados por sus méritos.
0:02:35 Pero el negocio no lo duró mucho, Gregory.
0:02:39 En 1925 fue declarado ilegal todo comercio de honores, incluso el del propio estado inglés, y se le terminó el asunto al pobre tío.
0:02:49 Oh, qué lástima, porque realmente era un negocio extraordinario.
0:02:53 Vender, por ejemplo, nombramiento de ciudadano ilustre.
0:02:57 Otenterás que le van a dar el título de ciudadano ilustre, ponerle...
0:03:02 Enrique Pinti, que le dieron hace poco.
0:03:04 Claro, bueno, poné que ahora se lo diera antes.
0:03:08 Entonces yo me entero que se lo va a dar a usted, y digo, mira, Barton, si me da tanta guita, yo te puedo mover, estoy con el asunto de los nombramientos de ciudadano ilustre.
0:03:19 ¿Estás en eso?
0:03:20 Sí, sí, dame mil pesos.
0:03:22 De dos mil pesos te nombran ciudadano ilustre, vos me haces propagando, yo de este tipo.
0:03:26 El poder que tiene.
0:03:28 Otro estafador.
0:03:30 Arthur Ferguson, nació en 1870 en Escocia, había estudiado teatro con el de la chico.
0:03:37 En la adolescencia había trabajado en una compañía teatral, y un día viajó a Londres, y allí comenzó a ejercer su profesión de actor, pero con fines que no fueron precisamente artísticos.
0:03:50 Ferguson separaba cerca de los monumentos y los estudiaba con aire de profunda concentración.
0:03:59 Cuando se acercaba a algún turista y hacía alguna pregunta acerca del monumento que el tipo estaba mirando, Ferguson empezaba a su actuación.
0:04:07 En una ocasión estaba caminando alrededor de la columna de Trafalgar, cuáles.
0:04:17 Hice acercó un turista norteamericano de Iowa llamado Cooper, y Cooper le preguntó por el monumento, que por cierto era el monumento de la Mirante Nelson, que está en la punta de una columna.
0:04:29 Ferguson le dijo, mira, esta es la columna de la Mirante Nelson, lamentablemente no estará aquí mucho tiempo, ya que el estado de inglés necesita venderla a fin de saldar una deuda que tiene con los Estados Unidos.
0:04:46 Yo casualmente, dijo Ferguson, soy el funcionario municipal que estoy a cargo de la venta.
0:04:53 Ahora, el que le preguntaba, el señor Cooper, resultó ser un millonario amante del arte y del arte monumental, y enseguida se mostró interesado.
0:05:02 Ferguson se hizo rogar, argumentando que ya se había cumplido el plazo para la realización de ofertas, pero finalmente accedió.
0:05:14 Obtuvo un cheque por seis mil libras, y a cambio le dio a Cooper un recibo y la dirección de una compañía constructora encargada de trasladar el monumento a la Casa de Cooper.
0:05:26 Bueno, muy contento, el comprador fue a estar en presa, presentó su recibo, y recién cuando la compañía se negó a derrumbar la columna del almirante, Cooper se dio cuenta de que había sido estafada.
0:05:40 Ferguson utilizó la misma estrategia para vender el Big Bang, después el palacio entero de Buckingham, y ya lleno de dinero, huyó a Estados Unidos en 1925.
0:05:52 Allí conoció a un ganadero de Texas que tenía como sueño vivir en la Casa Blanca.
0:05:58 Ferguson, haciéndose pasar por una gente del gobierno, le contó que el presidente estaba interesado en reducir el costo estatal, y le alquiló la Casa de Gobierno, la Casa Blanca, por 100 mil dólares anuales.
0:06:11 Apenas tuvo el dinero en sus manos, huyó Ferguson a New York, y allí fue donde terminaron sus asañas.
0:06:20 Vendió el estatua de la libertad a un australiano, pero cometió un error.
0:06:26 El australiano quiso sacarse una foto con él al pie del estatua, y Ferguson accedió.
0:06:34 Cuando la foto llegó a manos de la policía, lo encontraron, lo arrestaron, se lo sentenció a cinco años de prisión.
0:06:42 Cuando fue puesto en libertad, se retiró del negocio, y hasta su muerte vivió en California rodeado de lujos.
0:06:50 Del Big Ben, de la Casa Blanca.
0:06:52 Ludwig, que es el tercero y último de nuestros estafadores, había nacido en 1790 en Praga, tenía 22 apodos, 22 alias, y 45 arrestos.
0:07:09 Un día, le ciendo al diario, se entiró de que el gobierno francés iba a restaurar la Torre Eiffel, habrá nacido en 1890.
0:07:27 Ludwig, que no ha sido otra cosa que estafar, pretendió hacer el negocio de siglo, vender la Torre Eiffel al mejor postor.
0:07:36 Primero, falsificó documentación que lo hacía responsable del mantenimiento de la Torre.
0:07:41 Después hizo unas reservas en la mejor suite del Ritz, una vez allí invitó a cinco de los empresarios metaluérgicos más poderosos del mundo para presentarles un proyecto.
0:07:54 Le dijo que la Torre sería desmantelada y que se vendería como fiarro.
0:08:02 Los empresarios se mostraron interesados.
0:08:05 Ludwig tenía un par de secuaces, un tipo llamado Robert Guillon, exdomador de leones, y Francois Latille, ex croupier.
0:08:18 Ambos socios se hacían pasar por empresarios interesados en la compra.
0:08:22 Los cinco candidatos hicieron sus ofertas bajo sobrecerrado y uno de ellos, André Poisson, ofreció el equivalente de dinero a 7000 toneladas de mitad.
0:08:33 La ganancia de Ludwig no estaba en cobrar todo el dinero, sino en cobrar una importante comisión por adjudicarla y facilitar los trámites al comprador.
0:08:45 Incluso le pidió un soborno a Poisson, con eso ganó 650 mil francos.
0:08:50 Al otro día Ludwig y sus secuaces se fugaron.
0:08:54 Poisson, cuando se enteró, estaba tan avergonzado que ni siquiera fue a la policía.
0:08:59 Después de un tiempo y al ver que el asunto de la Torre no había trascendido, los estafadores regresaron a París y vendieron otra vez la Torre, del mismo modo.
0:09:11 Pero esta vez sí fueron denunciados y debieron huir.
0:09:14 Se fueron a los Estados Unidos donde se quedaron sin dinero.
0:09:18 Ludwig entonces inventó una falsa máquina de falsificar dinero.
0:09:26 Una falsa máquina de falsificar dinero.
0:09:29 Naturalmente el cliente también debía ser un aspirante a Pióla.
0:09:34 Se trataba de estafar a un estafador.
0:09:37 Y así lo hicieron.
0:09:39 Le vendieron la máquina a un empresario que deseaba duplicar su fortuna.
0:09:44 Se llamaba Everlover.
0:09:46 La máquina, por supuesto, nunca funcionó.
0:09:48 Ludwig se fue con el dinero a Chicago.
0:09:51 Así, en 1927 se hizo un amigo de Al Capone, que lo llevó a trabajar con él.
0:09:57 Se transformó en el falsificador de dinero más importante de los Estados Unidos.
0:10:03 En 1934 lo arrestaron, pero se escapó de su celda por una ventana colgando de una sábana.
0:10:09 Se fue a Pittsburgh y cambió su identidad por la de un jubilado llamado casualmente Arthur Miller.
0:10:17 La libertad de le duró poco porque la policía lo encontró y fue en Cana por 10 años.
0:10:22 Estuvo en Alcatraz y allí murió en 1937.
0:10:27 Había falsificado 164 millones de dólares.
0:10:31 Me daba la maquinita.
0:10:33 Trabajaba muy bien.
0:10:35 Pero me gustó la falsa máquina de falsificar.
0:10:38 Hemos sido la discoteca y el discotecario.
0:10:42 Primero trató de venderme...
0:10:45 De sobornarlo.
0:10:47 Sí, me quiso vender una parte de lo velisco, no toda.
0:10:52 ¿Qué parte le vendía?
0:10:54 La ventanista.
0:10:56 Y después me dio este disco que ha sido compuesto en honor a cualquier clase de ventajero,
0:11:03 atorrante, estafador y se amacara rota.
0:11:06 Es la versión clásica de Carlos Gardela.
0:11:54 No te perdas ni una cuarta y algo de carros.
0:11:58 Y una min...
0:12:00 Caras rotas.
0:12:02 En tu vida es más pagado en mi pobre chivo casero.
0:12:06 Caronero.
0:12:08 Que aparezca sin promiso a la hora de porfuerzo.
0:12:12 Tus caras rotas.
0:12:14 Conseguí un nuevo apomodo porque te van a energar.
0:12:24 Che, girá, pate, invita siempre vos solo.
0:12:28 No hay milonga ni casorio donde no te entreveré.
0:12:31 Con tu cara de cemento soporta que todos digan.
0:12:35 Que carita, cuando se iré una vez.
0:12:40 Che, atorrante, vos sos una cosa seria.
0:12:43 Empecé a ser el vanello y rajá, lejos de aquí.
0:12:46 Si no querés que pronto, hasta los pibes del barrio.
0:12:50 Al final de este, se canten todos así.
0:12:55 Caras rotas.
0:12:57 No te perdas ni una cuarta y algo de carros.
0:13:01 Caras rotas.
0:13:04 En tu vida es más pagado en mi pobre chivo casero.
0:13:09 Caronero.
0:13:11 Que aparezca sin promiso a la hora de porfuerzo.
0:13:18 Con la lluna de acomodo, porpe te van a energar.
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