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0:00:00 ¿Será terrible el teatro coliseo podestad en la ciudad de La Plata?
0:00:07 Bueno, hablaremos entonces de personas que se creían dioses, son personajes históricos,
0:00:15 de Grecia entre los siglos V y II a.C.
0:00:20 Casi todos ellos ejercían el poder político.
0:00:24 Lo que hay que decir es que creerse un dios en Grecia no era tan gran cosa, porque los dioses no eran tan poderosos, no eran tan admirables...
0:00:32 Eran demasiado imágenes y semejanza de los hombres.
0:00:34 Exacto, entonces era de penas un escaloncito.
0:00:38 Bien, dice nuestro amigo Jacob Burhart.
0:00:43 La verdad es que en el Fuego del Fuego dice lo mismo que decía Dios, mirá.
0:00:47 Bueno, ya lo sabíamos, Burhart.
0:00:50 Uno de los primeros que se hizo venenar como dios fue el tirano Lisandro, que aceptaba sacrificios, se acepta en sacrificio.
0:01:00 E incluso mantenía un poeta que lo evalogía.
0:01:03 Bueno, hay muchos que hacen lo mismo, hoy en día.
0:01:06 Sí, en Samos, donde había derribado a la democracia, hizo celebrar, en vez de las fiestas de la diosa, las Lisandrias, que era una especie de zarzuela, que era una fiesta en honor a él mismo.
0:01:22 Algunos otros también adoptaron esta costumbre.
0:01:25 Por ejemplo, el terrible Clearco exigía que era Clea, la región donde él vivía, lo venerara como si fuera un dioso olímpico.
0:01:32 Entonces se empichaba de Dios, miraba a la Cetampita en los dioses y cuando se sentía modesto, se había caminar por ahí diciendo que era el hijo de Zeus.
0:01:44 No Zeus, soy el hijo de Zeus. A su turno, allí mismo, el señor Heraclides también ha sido allí, disípulo fue de Platón y de Aristóteles, dijo que iba a ayudar a liberar a su ciudad.
0:02:00 Y tuvo una idea, mirá lo que hizo. Sobornó a una pitoniza de Zeus para que prometiese ayuda a la ciudadanía de Heraclés, en caso de que le honraran a él en vida con una corona de oro, y también a la ciudad de Heraclés,
0:02:20 para que prometiese ayuda a la ciudadanía de Heraclés, en caso de que le honraran a él en vida con una corona de oro, y también que después de su muerte le fueran concedidos honores de héroes.
0:02:34 O sea, esto dijo la pitoniza. Voy a ayudar a esta ciudad de Heraclés si honran con una corona de oro al señor Heraclides. Y más todavía dijo cuando ya se iba.
0:02:48 Después de la muerte de este niato, conceda a él honores de héroes, y así los dioses consideran su favor a la ciudad de Heraclés.
0:02:57 Bueno, los pobladores de Heraclés le hicieron caso al oráculo, pero salió todo mal. Justo en el momento en que le iban a poner una corona, parece que este Heraclides, no sé, mitad de la emoción, se murió.
0:03:13 Reventó el tipo, ahí crepó, cayó redondo. Y al mismo tiempo, la pitoniza sobornaba, se ha demasiado, murió mordida por una serpiente.
0:03:26 Cuando estaba a punto de morir, porque Heraclides estuvo tiempo hasta para eso, ya vio que moría y dijo, ¿qué hacemos? Le ordenó a uno que andaba por ahí, que hiciese desaparecer su cadáver y que pusiera en su lugar un observiente.
0:03:46 Aunque más no sé para que se produjera un pequeño milagro, y pareciera que él se había ido con los dioses, algo así. Hay que tener, ¿no? Hay que ser un tipo, verdaderamente afectado.
0:03:55 Ve que te está muriendo y te digo, yo estoy arta, no escuchaba, estoy muriendo. Dice, toma 30 pesos. Cuantito que yo me muera, haces desaparecer el fiambre y pones una serpiente.
0:04:07 La bicha ya la tenés, le dijo, ¿cómo estaba el tipo? La gente va a decir, humilado. Muy bien.
0:04:13 Pero mira, dice, no está con los dioses, dice, está acá. Y peor todavía vino un vendedor de serpientes a pedir que le pagara la serpiente que le había vendido al amigo.
0:04:25 Todo eso por encargarle todas estas cosas a Bartó. A un malamido, qué feo.
0:04:30 Bueno, Burhard dice que el caudizo Trasio Cotis era un borracho peligroso. Un día preparó una gran fiesta e incluso una cámara nupcial.
0:04:45 Dijo, voy a contraer matrimonio. Dicó, ¿con quién? Dijo, con la diosa Atenea. Dijo el caudizo Trasio.
0:04:54 Él se consideraba merecedor de los favores de Atenea, que por otra parte era bastante virginal. Ni siquiera los dioses accedían a este honor que Cotis estaba buscando.
0:05:05 Muy bien, preparó la cámara nupcial, una cama, me imagino yo, etcétera. Y una gran fiesta.
0:05:15 Borracho de entrada estaba. Por ahí mandó un guardia a ver por qué la diosa no se presentaba.
0:05:22 Oye, ¿a lo que quieres decir?
0:05:24 En medio del bailón. Y se dice, por la no. Anda a ver por qué no viene. El guardia volvió y dijo, no, no viene.
0:05:32 Y entonces lo mató.
0:05:35 Las novias siempre se atrasan.
0:05:38 Después mandó un segundo soldado. Dijo lo mismo, y lo mató también.
0:05:44 Después mandó un tercer soldado, se estaba poniendo en paciente. Pero este fue más piola.
0:05:49 Le dijo a Cotis que la diosa lo estaba esperando justamente en la cámara nupcial.
0:05:54 ¿Saben dónde está la diosa? Esperándolo en la cámara nupcial. Y entonces Cotis se casó.
0:06:00 No sé qué ahora pasó.
0:06:03 Supongo que el soldado ahora ha salido corriendo.
0:06:06 O bien se lo ha puesto en la peluca.
0:06:08 Puede ser. En todo caso esto es una enseñanza para aquellos soldados que sean enviados a ver si viene la diosa a tener.
0:06:16 Hay que decir, lo está esperando en la tranquera y rajar para el otro lado.
0:06:22 Bien, entre las personas que se creyeron divinas también hay un médico, Menecrates.
0:06:29 Menecrates es iracusa, que se hacía llamar Zeus.
0:06:33 Llámame Zeus.
0:06:35 Y se hacía llamar así porque decía que era la causa de la vida para los hombres.
0:06:40 Este amigo, este médico Menecrates, obligaba a los que había curado a que reconocieran por escrito ser esclavo sudo.
0:06:50 O sea, te curaba la escarlatina pero quedaba ese esclavo del para todo el viaje.
0:06:54 Piedro el remedio que la enfermedad, si me permite.
0:06:57 La verdad es que sí. Andaba siempre vestido de púrpura calzado suntuosamente con una corona aurea y un cetro en la mano.
0:07:06 Y un día el gobernante Filippo, nada menos que el papá de Alejandro de Macedonia, se burló de Menecrates.
0:07:12 Lo invitó un banquete y mientras a todos le daba de morfar choriz o cosas riquísimas, que a él le daba incienso que era lo que los dioses reclamaban.
0:07:22 Muy bien, bien Filippo.
0:07:24 Al principio el tipo lo hizo mucha gracia, se sentía halagado, pero después se avivó que lo estaban cargando.
0:07:30 Y ahí se enojó, se levantó y se fue.
0:07:34 Este no es su lugar para los dioses.
0:07:36 Bien. A los dioses no le gusta que los cargue.
0:07:39 Le gusta cargar, pero no que los cargue.
0:07:43 Bueno, había un cartaginé llamado Año que no se contentaba simplemente en ser reconocido como un hombre.
0:07:51 Entonces compró unos loros a los que quiso educar para que revelaran a los demás el carácter divino de su persona.
0:07:58 Entonces le enseñaba a los loros, Año es un dios, Año es un dios, etcétera.
0:08:04 Y parece que los loros aprendieron.
0:08:06 Entonces lo largó por ahí, esperando que los loros difundieran a los cuatro vientos aquella verdad.
0:08:11 Pero no pasó nada.
0:08:13 Los loros se fueron y nada sucedió, ya que los loros en libertad empezaron a tomar sus propias decisiones.
0:08:21 Maravilloso.
0:08:23 Bueno, estas son las historias de personas que se creían dioses.
0:08:31 Hemos sido a la discoteca y primero quiero pedirle a Dorio que dedique esta charla.
0:08:39 ¿Quién se le ocurre dedicar a este catálogo de personas que se creían dioses?
0:08:45 Yo creo Alejandro que en general ya son peligrosas las personas que sirven a los dioses con un celo tal que superan el de esas mismas divinidades.
0:08:54 No es el primer momento en el que notaremos justamente la cantidad de daños que le han causado a los seres humanos los excesos cometidos en nombre de algún dios.
0:09:03 De modo que ya esos tipos son peligrosos, imagínese aquellos que pretenden creerse como dioses.
0:09:07 Ser ellos mismos.
0:09:08 Ser ellos mismos dioses.
0:09:09 Incluso digamos que es un flaco favor el que le hacen a su condición de humanos el hecho de querer ser seres superiores.
0:09:16 Puesto que la única superioridad a la que puede aspirar un ser humano es justamente la de ser mejor que uno mismo por ejemplo y entonces no incurrir en ese tipo de vanidades.
0:09:25 Sobre todo porque a la hora de demostrarlo ya bastante le cuesta a los dioses demostrar su condición de tales imagínese a un impostor.
0:09:30 De modo que a los impostores los dejaríamos de lado.
0:09:32 Pero hemos sabido siempre también que si hay una manera de acercarse a alguna forma de divinidad es a través de ciertas cosas sublimes.
0:09:39 ¿Qué pasa con la producción del arte?
0:09:41 Difícilmente uno puede saber salvo el caso de Leonardo, de Michelangelo, tener tan clara conciencia, su propia genialidad como para sentirse como dioses.
0:09:49 De modo que yo se lo dedicaría quizás a ese segmento más amplio de gente que por lo menos una vez en la vida son capaces de enamorarse profundamente porque uno bien sabe que los que aman no mueren jamás querido Alejandro.
0:10:02 Y lo que aman no muera jamás es el título de una canción de un número de lo que me costó el amor de la obra que pasaremos hoy cuando se cumplen 10 años del estreno en Buenos Aires de lo que me costó el amor del agua.
0:10:15 Qué bueno.
0:10:16 Como hicimos aquí también en la plaza.
0:10:18 Y en este tema, Alejandro, además de su propia voz, está el amigo Gabriel Rollón y están los queridos amigos, Valieto y Juliásenko también.
0:10:32 Sí, y también en los coros están nuestros jóvenes amigos que ya empezaban en aquel entonces a integrar nuestras humildísimas masas colales.
0:10:44 Los que aman no mueren jamás.
0:10:46 Es un pedazo de lo que me costó el amor de la obra.
0:10:51 Es un pedazo del disco, no de la versión de teatro.
0:10:54 No están cantando aquí Carina Björlegi y Guillermo Fernández que sí estaban en el teatro.
0:11:01 Están en sus lugares Valieto y Juliásenko, pero sí hay muchos otros.
0:11:08 Y aprovecho para decir que la orquesta, en ambos casos, estaba dirigida por nuestro amigo, querido amigo Federico Miraj.
0:11:17 Saludamos a él y a todos los compañeros. Muchos son de aquí de la plata y muchos nos han seguido acompañando en todos estos años en muchas aventuras musicales.
0:11:28 Los que aman no mueren jamás. Adelante, muchas gracias.
0:11:39 Aquí tiene la llave, mi viejo.
0:11:44 No hace falta Manuel, tírelá. Esta llave tan solo se da. A quien no le hará falta jamás.
0:12:01 Que se oren las horas soles cuando nos vean pasar.
0:12:11 Por cumplir me ha gastado la vida. No me importa el amor, vale más.
0:12:22 Para qué tanta declaración. Ya no hay tiempo, muchachos, de amar.
0:12:40 Un instante de izquierda nomás. Ese instante es eternidad.
0:12:52 Hay muerte tan rigurosa. No detengas que vas.
0:13:03 Los espero en el último acorde. Soy el tiempo final del compás.
0:13:16 Ya no vale la pena querer. Si la música llega al final.
0:13:30 Con un beso se puede espantar. Al fantasma de la eternidad.
0:13:42 Que será como parte de la muerte. Cuando nos vea pasar.
0:13:52 No es la muerte el final de esta historia. Los que aman no mueren jamás.
0:14:04 No es la muerte el final de esta historia. Los que aman no mueren jamás.
0:14:16 No es la muerte el final de esta historia. Los que aman no mueren jamás.
0:14:28 Sin mirar de las flores a suerte. Los posibles a hacer lo que más.
0:14:40 Todavía no acaba la historia. Aunque se forma de esta hermita.
0:14:58 Era de Alejandro Dolina de lo que me costó el amor de Laura. Los que aman no mueren jamás.
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