Transcripción automática
0:00:00 Hablaremos hoy de una impostura, nosotros que somos especialistas en sustituciones, metamorfosis,
0:00:07 imposturas, cambios de novio, etc.
0:00:13 En uno de los cuentos de la historia universal de la infamia de don Jorge Luis Borges se llama
0:00:21 Tom Castro, el impostor inverosignil, es uno de los personajes.
0:00:26 Para construir el cuento, Borges trabajó con un artículo que apareció en la Insectorpeya Británica de 1911,
0:00:35 que se titulaba El Demandante Teachborn.
0:00:42 Contaremos la historia tal como era antes de que Borges la modelara, lo que ocurrió, verdaderamente.
0:00:49 El señor Roger Charles Teachborn era un muchacho nacido en 1829 en Francia,
0:00:57 aunque pertenecía a una familia muy encumbrada de la nobleza británica, los Teachborn.
0:01:10 No tenía buena relación con su propia patria.
0:01:14 Roger era el hijo mayor de James Francis Teachborn y de Henriette Felicité.
0:01:26 Esta dama que odiaba a Inglaterra hizo nacer a su hijo en París.
0:01:32 Volvieron luego a Inglaterra, pero allí siguió inculcándole un odio por Inglaterra.
0:01:38 Y Roger no recibía ninguna educación inglesa. La madre lo educó y le habló siempre en francés,
0:01:44 diciéndole cada tres palabras, odio, odio, odio, inmundicia sobre la habilidad de los perros ingleses.
0:01:54 En 1849, Roger se trasladó a Dublin y se incorporó al sector regimiento de Guárdia Dragónia antes.
0:02:01 Su asento francés lo convirtió en burla de todo el regimiento.
0:02:06 Se sintió entonces defraudado por el servicio militar y desertó. Se hizo recertor.
0:02:13 Emprendió entonces un viaje rumbo a Sudamérica. Llegó al paraíso, después pasó por la Argentina.
0:02:19 Y en 1854 llegó al río de Janeiro.
0:02:22 En abril de ese año partió del río y desapareció en el mar.
0:02:26 Su embarcación naufragó con todos los guitarristas, con todos los tripulantes.
0:02:32 Sin embargo, había una persona que no terminaba de convencerse de que Roger Tickborn había muerto.
0:02:40 Y esa persona era su madre. Su madre que había enviudado y vivía ya en París, redondamente, como una francesa que era.
0:02:46 Desesperada la señora se relacionaba con marineros y recibía en su residencia cualquier marinero vagabundo que se presentaba.
0:02:58 Hizo publicar una gran cantidad de avisos buscando información sobre el hijo ausente, etc.
0:03:04 En noviembre de 1865 recibió el informe de una agencia en Sydney, en Australia.
0:03:12 Se le comunicó que había aparecido un tipo cuya descripción correspondía con la de su hijo.
0:03:19 Este señor se desempeñaba como carnicero.
0:03:23 En realidad, el tipo no tenía ningún parecido con el heredero.
0:03:27 Roger era delgado, tenía cabello negro y lazio, el demandante era gordo, tenía el pelo castaño y hondulado,
0:03:35 y Borges le agrega unos rasgos que no están marcados, por ejemplo, una amable sonrisa de imbécil.
0:03:42 Este supuesto Roger Tickborn inició correspondencia con la señora.
0:03:49 Su primera carta a la señora Tickborn era no sólo ignorante e iletrada, sino que recordaba situaciones
0:03:57 de las cuales la vieja no tenía ni el más mínimo conocimiento.
0:04:01 Pero tan grande era la obsesión de esta dama por encontrar a su hijo que creyó todo
0:04:07 y le anticipó dinero al pretendiente para que viajara a Europa.
0:04:11 Eso, puesto Robert, había sido incitado por algunos amigos y gente de su ambiente.
0:04:17 Era un malabra, ¿no?
0:04:21 Y viajó.
0:04:25 Tenía un sirviente negro que lo ayudaba.
0:04:30 Era el sirviente negro de un antiguo varón inglés en realidad, no sirviente de él.
0:04:33 Se llamaba Buggle y lo ayudaba en el viaje.
0:04:37 Y partieron los dos.
0:04:39 Este hombre de australiano y Buggle.
0:04:45 Buggle, que tenía experiencia en el trato con Aristócrata, ya que había sido sirviente de uno de ellos,
0:04:51 lo entrenó en los rudimentos del papel de niño rico.
0:04:55 A ver, algunos modales le habrá enseñado.
0:04:59 Mirense igual a Londres, el demandante realizó una fuga visita a la casa Tickborn.
0:05:04 Allí se hizo de dos importantes aliados.
0:05:09 Edward Hawkins, que era el antiguo abogado de la familia Tickborn,
0:05:13 y Bygant, un antiguo anticuario de Londres que conocía íntimamente la historia de la familia.
0:05:21 El demandante los necesitaba para sostener su impostura.
0:05:29 De Londres viajó a París donde visitó a la señora Tickborn que lo reconoció inmediatamente.
0:05:34 Es decir, le habían pasado primeramente por Londres, no antes de llegar a París.
0:05:37 La señora Tickborn lo reconoció inmediatamente.
0:05:41 Y acá Borges habla de la eficacia de la diferencia.
0:05:45 Y dice, lo siguiente, Borges,
0:05:49 si uno quisiera hacerse pasar por el kaiser de Alemania,
0:05:52 recuriría a un bigote con forma de manubrio, a un brazo muerto,
0:05:57 el kaiser tenía un brazo inservible,
0:06:02 y una actitud marcial desde luego.
0:06:05 Sin embargo, Boggel, el ayudante, pensaba que era mejor para este caso
0:06:10 un tipo lampiño con el brazo bueno y totalmente exento de cualquier marcialidad.
0:06:15 Y esto fue lo que hicieron.
0:06:17 El tipo no hizo fuerza, por parecerse al verdadero Russell,
0:06:20 sino que fue tal como era, como estos actores que hacen de Martín Fierro y son altos y rubros.
0:06:28 Bien, y la vieja se conformó.
0:06:32 Les quizá le haya sorprendido un poco que no hablaba francés.
0:06:36 Y se lo había educado de tal modo que no hablar inglés,
0:06:39 si el tipo no hablaba francés.
0:06:41 Tenía una esposa pobre y analfabeta.
0:06:48 También la vieja le entregó diarios y cartas que el verdadero Russell
0:06:52 ya había escrito desde Sudamérica,
0:06:54 que no se parecía en su escritura a la letra que tenía este hombre.
0:06:59 El hombre de Sudamérica, sin embargo, utilizó estos documentos para estudiar todavía mejor su papel.
0:07:04 Ahora, los miembros de la familia, de la vieja, de la señora Tico,
0:07:09 declararon por unanimidad que el tipo era un impostor.
0:07:12 No engañó a nadie.
0:07:14 Empezaron a investigar y averiguaron que el hombre se llamaba Edward Orton
0:07:19 y era hijo de un carnicero.
0:07:22 El impostor creyó que podía eludir esas acusaciones
0:07:28 mientras tuviera el beneplásico de la señora Stishborn.
0:07:31 Pero ella tuvo la mala idea de morirse tiempo después.
0:07:36 Se murió a ver.
0:07:38 Y Orton, lo llamaremos así,
0:07:41 no tuvo más remedio que someterse a un juicio iniciado por todos los parientes,
0:07:45 que lo quería mandar en canas.
0:07:47 Sin embargo, algunos declararon a favor de Orton creyendo lo que decía,
0:07:53 otros declararon también a favor, pero porque estaban sobornados
0:07:57 y muchísimos acreedores estaban interesados en que el tipo fuera realmente Robert para cobrar.
0:08:04 El morocho Bogot hizo una mañobra entonces.
0:08:08 Envió una carta a un diario hablando mal de Orton y firmándola por los jesuitas.
0:08:14 Inmediatamente, todos reaccionaron pensando que el tipo era víctima de una conspiración de los jesuitas.
0:08:21 En aquel tiempo se creía que los jesuitas solamente se dedicaban a conspirar contra inmigrantes australianos.
0:08:27 Pero bueno, los llevaron a juicio y lo metieron en cana, 14 años.
0:08:33 14 años.
0:08:35 La gente, la opinión pública, los vecinos, estaban convencidas de que se trataba de un hombre perseguido.
0:08:43 Incluso hubo algunos disturbios en Londres a raíz del juicio.
0:08:47 Larga y long, larga y long, gritaba la gente.
0:08:51 Pero, vio como es esto, la excitación popular se calmó y cuando salió de la cálsel en 1854 el público ya no tenía interesenencia, había no olvidado, eso es lo malo.
0:09:03 Entonces empezó a dar conferencias sobre ese caso.
0:09:07 En general empezaba las conferencias declarando seis nocentes, pero después se hablaba y confesaba.
0:09:14 Empecé a ver, yo soy el hijo de la señora Tishborn, miren lo que me pasó y al final ya se llamase, no soy nada, soy Edward Orton, el hijo del carnicero.
0:09:25 Bueno, finalmente todo el mundo lo olvidó y murió pobre en abril de 1898.
0:09:32 Así termina la historia de Orton de Australia que se hizo pasar por Robert Tishborn, que había tomado según Borges el nombre de Tom Castro en su estadía en Valparaíso, por eso Borges lo nombró hace.
0:09:47 Y dedicamos esto al verdadero Roger, que se hundió en el mar, tranquilamente, casi sin hacer fuerza.
0:09:56 Y a gente que cae al agua en medio del Océano Atlántico no se resiste.
0:10:04 Y también a Alejandro Casona, porque los árboles mueren de pie también, es la historia de un impostor a quien por mérito o por obsesión aceptan.
0:10:16 Es una obra muy linda, los árboles mueren de pie.
0:10:20 También viene a hacerse pasar por quién no es, pero es bueno.
0:10:25 Y la vieja que está esperando ahí también acepta.
0:10:30 ¿Le gustó esta historia?
0:10:32 Es una historia.
0:10:33 Usted sabe que se tengo debilidad por estas historias de sustitución, es uno que viene a ocupar el lugar de otro.
0:10:43 Y particularmente por el siguiente procedimiento, o por las más que nada por la siguiente conclusión.
0:10:49 En algún punto de estas historias, no es neta, precisamente.
0:10:53 Uno sospecha que después de todo da lo mismo.
0:10:56 Si es verdadero o si es falso, no importa mucho.
0:11:00 Supongas que el tipo se hubiera instalado en casa de la señora T.S. Ford.
0:11:05 Si hubiera alegrado los últimos daños de la pobre vieja.
0:11:10 ¿Y qué diferencia había?
0:11:14 ¿Qué le importaba a la vieja saber si ese hijo era verdadero o era falso?
0:11:18 Lo que importaba era que, si es que alguien importaba,
0:11:23 es que eso no resultaba funcional a su deseo de tener un hijo.
0:11:30 Es lo mismo que cuando uno se pregunta si después, detrás de esta realidad que creemos percibir,
0:11:39 en realidad hay otra que no percibimos.
0:11:41 Qué importancia tiene, la que percibimos es esta.
0:11:44 Y esto que parece una idea filosófica rebuscada, ocurre cada día
0:11:49 con los tipos que, teniendo una novia, y sintiéndose amados por ella,
0:11:55 recibiendo de ella respuesta afirmativa cuando preguntan por el amor,
0:12:01 se interrogan y dicen, no, pero en realidad, en algo que yo no percibo porque no me lo dicen,
0:12:08 porque no me doy cuenta, porque en realidad es en última estancia, ella no me ama.
0:12:14 ¿Y qué importa? ¿Y qué importa?
0:12:19 Cuando uno recuerda a las noias del pasado,
0:12:21 ¿qué importancia tiene venir a enterarse después que en realidad no te amaba?
0:12:29 ¿Qué cambia?
0:12:32 ¿Qué cambia?
0:12:35 Así que es preferible no conocer esa realidad última, esa última estancia,
0:12:41 esa pared de atrás del corazón de las personas.
0:12:48 Yo creo que a uno lo aman cuando le hacen creerte lo ama, basta con eso.
0:12:55 Y toda persona que nos haga creer que es nuestro hijo, es nuestro hijo.
0:13:03 ¿Y será así también para el impostor? Porque usted se pone del lugar de que se relaciona con el impostor.
0:13:09 No, no, no. El impostor sabe qué es.
0:13:11 Pero las vidas son incranferibles, la vida del impostor se cumple,
0:13:16 el design del impostor se cumple en un sentido, pero el engañado, que somos nosotros,
0:13:25 yo me pongo en el papel del engañado porque es el que sirve como referencia a la posibilidad de conocer,
0:13:32 el impostor sería objeto en este caso.
0:13:34 Estoy hablando de su objeto, estoy hablando de lo que le pasa a un sujeto.
0:13:38 La pregunta es, lo que percibo es real o es mentiro o es falso.
0:13:43 La respuesta es que es yo.
0:13:45 Y la segunda respuesta es que no importa mucho, que no importa mucho.
0:13:51 Y que de algún modo tenemos que dar cierto crédito a lo que sentimos, ya lo que nos sucede,
0:13:57 porque si no no podríamos vivir de pura dilación filosófica.
0:14:05 Mi cuñado me ha dicho que en realidad lo que percibimos no es verdadero,
0:14:09 incluso me ha dicho que él mismo no es el todo verdadero.
0:14:13 Pero no será este cuñado que me esclarece sobre estas cosas, toda una falsedad, etcétera, etcétera, etcétera.
0:14:18 Imposible vivir.
0:14:19 Imposible vivir.
0:14:20 Este programa tendrá que ser levantado ahora mismo.
0:14:22 No será todo esto que estoy diciendo, o, amigo, gente, una percepción errónea.
0:14:28 Y en realidad lo que estoy dando es la formación de boca y usted la oye como si fuera una disquisición acerca de la posibilidad del conocimiento.
0:14:41 Este programa termina en este momento.
0:14:43 Se lo digo a la gente que está presente en esta sala Cortázar, Acaso y Lusoria,
0:14:48 llena de gente Acaso y Lusoria, que escucha este programa Acaso y Lusoria.
0:14:55 Hay música también, Acaso y Lusoria.
0:14:58 La música siempre es ilusoria.
0:15:00 Y escucharemos a Anelio Mar en una milonga compuesta en homenaje a este hombre Edward Orton,
0:15:08 o mejor todavía a Roger Fisswell, el verdadero, o a cualquiera de los dos, no importa,
0:15:14 y que se llama Tu Vuelta.
0:15:16 Tu Vuelta.
0:15:17 Lo que quería la vieja era una vuelta.
0:15:20 Y volviera.
0:15:22 Aunque volviera a alguien que nunca se había ido.
0:15:24 Gordo y enrulado daba lo mismo.
0:15:26 Daba lo mismo.
0:15:28 Daba lo mismo.
0:15:29 Y el otro flaco, qué me importa.
0:15:30 Volviste.
0:15:31 Hay que dar vuelta a este concepto del iluso como un insulto.
0:15:37 Al contrario, ¿no?
0:15:39 A veces es necesaria cierta fe poética para poder percibir.
0:15:43 Señor Escanta, Anelio Mar, la milonga que se llama Tu Vuelta.
0:15:51 Esta milonga...
0:16:05 Tu Vuelta vivo esperando y a pesar de tu tardanza
0:16:12 La esperanza de que me sigas amando de noche al video mi curo
0:16:20 Cuando un garo parecudo y se me hace que estupucho
0:16:26 O al izquierdo y chido el lugo
0:16:32 A veces he visto a mamá como sus lágrimas secas
0:16:44 Corpeando medio julega y toso mucho en la cama
0:16:51 Es un salar de estrellas en la última pamperada
0:16:58 Por salir desagrigadas creyendo que había chiflado
0:17:07 Mi trenza negra es amata, es juenidad de tus besos
0:17:27 Y van en pausencia de eso mal llamar y los de plata
0:17:34 Lejos del poncho plasea de la luna, mi aparcera
0:17:41 Y alguna noche de feera me los habrá cosequido
0:17:56 A veces se me figura un mostrador la tranquilas
0:18:03 Van de borracho mi esfera, de este vaso de amargura
0:18:10 No quería incomodarte, pero hoy me animé a crebirte
0:18:16 Porque tengo que decirte que somos dos a esperarte
0:18:33 Cantón, Elio, Mar, en la venganza, será terrible, tu vuelta
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