Transcripción automática
0:00:00 Bien, hablaremos entonces de coleccionistas de libros, muchos reyes, cortesanos, príncipes, poderosos,
0:00:10 fueron coleccionistas de libros tan ávidos, tan apasionados, que recurrieron para ampliar sus bibliotecas a los métodos más extravagantes.
0:00:22 Empezamos esta brevísima e injusta colección con Lorenzo de Medici, que fue el principal personaje político de Florencia,
0:00:37 en épocas del joven Miguel Ángel. De hecho fue el primer protector.
0:00:42 Es más grande la dinastía probablemente.
0:00:44 Es más grande probablemente.
0:00:46 Bueno, coleccionaba libros, Lorenzo, y enviaba incluso eruditos de su corte a buscar manuscritos griegos allí donde los hubiera.
0:00:57 Su biblioteca era enorme y los humanistas florentinos tenían libre acceso a préstamos de esta colección.
0:01:05 Pero había un hombre que envidiava la biblioteca de Lorenzo, era el duque de urbino Federico de Montefelto.
0:01:13 Había nacido en el 1422. Era un coleccionista que había puesto a trabajar a 35 copistas,
0:01:22 solo para lograr superar la cantidad de libros que tenían los médicos.
0:01:27 ¿Hacemos Alejandro, que es una época anterior a la inventación de la imprenta?
0:01:30 Anterior era la imprenta, que de 1450. De manera que en tal caso estamos en esa época, en la época de la invención de la imprenta,
0:01:38 la mayor parte de los libros ya eran copiados a más.
0:01:42 Como este método, me refiero a copiar a mano, parece que no lo satisfacía del todo para ser el dueño de una mejor colección,
0:01:51 Federico de Montefelto contrató además unos espías que se encargaban de conocer el recorrido de los envíos que le llegaban a Lorenzo.
0:02:01 Y entonces, después de obtener esta información, contrataba a unos mercenarios que atacaban a los correos y le afonaban los libros.
0:02:10 Eso fue mucho más rápido, incluso que le impren.
0:02:12 Pero, absolutamente.
0:02:14 Cada tanto Federico de Montefelto Duque, como se ha dicho de urbino,
0:02:19 mandaba a sus espías a revisar los catálogos de la Biblioteca Médici
0:02:26 para indignarse si descubría allí alguna obra que él no tenía.
0:02:33 Con todas aquellas acciones, Federico logró superar en cantidad y calidad a la colección de su rival.
0:02:40 Un librero llamado Espaciano de Vistici, dijo que esa biblioteca contenía la mejor colección de libros antiguos y modernos, sagrados y profanos.
0:02:52 Cada libro estaba encuadernado en carmesí y decorado con plata.
0:02:59 Federico de Montefelto leía un solo libro de todos esos.
0:03:05 La historia romana del título libro en latín.
0:03:09 Era el único libro que él leía.
0:03:11 Dos siglos después de la muerte del Duque Federico de Montefelto, el Papa Alejandro VII
0:03:17 quiso adueñarse de los libros que varios descendientes de Federico habían cuidado.
0:03:25 Pero hubo un problema.
0:03:27 Los vecinos de Urbino estaban tan orgullosos de la biblioteca del antiguo Duque
0:03:32 que se produjo una revuelta cuando el Papa se quiso llevar los libros a Roma.
0:03:37 Rodearon el palacio e impidieron la entrada de los hombres del Vaticano.
0:03:42 El Papa pudo aplacar la resistencia de los ciudadanos de Urbino
0:03:47 y hacerse de la colección con la promesa de una exención de impuestos durante todo el año.
0:03:55 Durante todo el año de 1658, la colección fue incorporada a la biblioteca del Vaticano
0:04:06 mientras los ciudadanos de Urbino no pagaban impuestos.
0:04:09 Pero después sí habrán tenido que pagar.
0:04:12 Algunos reyes franceses no fueron muy escrupulosos con sus adquisiciones de libros.
0:04:17 Carlos VIII, me parece que fue el invasor de Napoles, tenía una colección particular.
0:04:24 Y después del sitio de Napoles se llevó la mayor parte de la biblioteca real de esta ciudad.
0:04:29 Se llevó también una sífilis de padre y señor nuestro, tanto él como la mayoría de sus soldados.
0:04:35 El famoso mal de Napoles, al que los napolitanos llamaban el mal francés.
0:04:44 Además, los diplomáticos de Carlos tenían instrucciones de conseguir libros en los países los que iban destinados.
0:04:52 Estas instrucciones no eran un agregado menor a sus funciones.
0:04:57 En cada viaje de estos embajadores a París debían presentarse ante Carlos
0:05:03 con un ejemplar que el rey no tuviera.
0:05:06 Entre los cortesanos se sabía que sin esa especie de credencial
0:05:10 el rey no los recibiría y supuesto podría peligrar.
0:05:15 Y hemos nombrado alguna vez a Juan de Berri, Juan de Berri, el cuarto hijo de Juan el Bueno.
0:05:22 También coleccionaba libros.
0:05:24 Emulaba a su hermano Carlos, que fue el fundador de la biblioteca del Ludwig.
0:05:31 Juan el Bueno fue aquel tipo que lo habían metido preso en Inglaterra, en la Reina Francia.
0:05:39 Y durante su cautiverio se enamoró.
0:05:43 Se enamoró de una chica inglesa con tanta mala suerte que le pudo mandar a su casa.
0:05:49 Y el tipo no sabía qué hacer para volver a Londres.
0:05:53 Era Reina Francia, no podía.
0:05:56 Así que estaba desesperado porque lo capturaron y lo metieran preso de nuevo.
0:06:00 El cuarto de sus hijos coleccionaba libros.
0:06:08 Pero otro de los hermanos, Carlos, había fundado la biblioteca del Ludwig.
0:06:14 Fue después rey de Francia, Carlos V de Francia.
0:06:17 Y había ordenado escribir en cada uno de los miles de tomos este libro es medio.
0:06:23 Vamos a ir libres privados.
0:06:26 Juan de Berri pedía a prestados libros.
0:06:30 No los devolvía y los incorporaba a su colección.
0:06:34 Entonces el director de la biblioteca real le reclamó una biblia.
0:06:38 Y el secretario del rey y otra y el duque de Gulland, un breviario no muy importante.
0:06:45 Ante cada pedido de evolución, Juan de Berri les preguntaba a los dueños de los libros
0:06:51 si no se avergonzaban al ejercer el reclamo por tan poca cosa.
0:06:56 Bueno, de esa forma se armó una biblioteca notable.
0:07:00 Sólo cuando estuvo a punto de morir, Juan de Berri, preocupado por el futuro de su alma,
0:07:07 le ordenó a sus ayudas que devolvieran los libros que había pedido.
0:07:11 Cuando se le preguntó cómo podían reconocerlos, les dijo que determinado sector de su biblioteca
0:07:17 correspondía a los ejemplares prestados y robados, el sector más importante.
0:07:26 Un último y extraño colecciónista.
0:07:29 Allá, a fines del siglo XIII, en el Japón, bajo el régimen feudal de los Shogunes,
0:07:37 el poder estaba concentrado en la clase guerrera, los Samurais.
0:07:41 La familia Samurais establecieron escuelas y bibliotecas para preservar y transmitir la herencia literaria.
0:07:51 Los clásicos chinos, las escrituras budistas, los escritos propios del país,
0:07:57 sus buquebunco, que quieren decir bibliotecas de los guerreros.
0:08:03 El Japón es muy fácil, bibliotecas de los guerreros se dice buquebunco y todo por el estilo.
0:08:09 Bueno, estas bibliotecas contenían también secretos de familias celosamente guardados.
0:08:15 Una de esas bibliotecas, la Kanazawa Bunko, se ve claramente que Bunko quiere decir biblioteca,
0:08:23 lo cual nos permite conjeturar que Bunko quiere decir de los guerreros.
0:08:28 Sí, bu, incluso por extrasalando el código al bullido.
0:08:32 Que bu quiere decir guerrero no está mal, no está mal.
0:08:38 Que que hace un guerrero cuando pretende asustarnos.
0:08:42 Muy bien, esta biblioteca, la Kanazawa Bunko, había sido fundada en 1275 por el general Ojo Sanetoki.
0:08:55 Ojo es como una advertencia, más que un nombre.
0:08:58 Y Sanetoki es como un amigo placo.
0:09:00 Ojo, ahí viene Sanetoki.
0:09:03 O sea, así anunciar al apellido por el nombre.
0:09:12 Bien, esta biblioteca queda cerca de donde hoy está Yokohama, que es el puerto de Tokio, creo que lo sabe.
0:09:20 Ojo Sanetoki pretendió ser quizá el más osado de los coleccionistas.
0:09:27 Intentó reunir todos los libros existentes que habían sido escritos en Japonesa hasta el año 1270.
0:09:34 O sea, tres.
0:09:36 Supongo que habría muchísimos.
0:09:39 Pero lo hizo a punta de espada.
0:09:43 Al comienzo la búsqueda fue fácil.
0:09:45 No necesitaba más que entrar a las casas o a los templos.
0:09:49 Quizá quehar todos los libros que encontraba.
0:09:52 Pero el asunto se le complicó cuando pidió a las otras familias samurai sus libros.
0:09:59 Se los negaron.
0:10:01 Repito, se los negaron.
0:10:03 Desesperado entonces, Ojo Sanetoki guerreó con otros generales para conseguir sus propósitos y sus libros.
0:10:11 Pero perdió en la primera batalla.
0:10:13 No eno ninguna.
0:10:15 De todos modos, apiló en su canez agua bunco la más importante colección de texto de Japón.
0:10:22 ¿Qué no hubiera hecho de haber enganado todas las batallas en vez de ninguna?
0:10:27 Su sala de lectura se abrió a estudiosos, a sardotes y miembros de la familia.
0:10:33 Pero nunca se permitió que los libros salieran de allí.
0:10:39 La canez agua bunco todavía existe.
0:10:42 Probablemente por eso.
0:10:45 La prefectura gubernamental la conserva como biblioteca de libros extraños y atribuos.
0:10:54 Esto es todo lo que quería decir.
0:10:56 Este es el breve catálogo de coleccionistas casi patológicos.
0:11:01 Hay quizás un par de ejemplos de personas que nos sirven como ejemplo antagónico.
0:11:08 Estaba pensando en el mesi-test, este personaje de Valerí,
0:11:12 que había ido prescindiendo a medida que pasaban los años
0:11:15 de aquellas lecturas que él consideraba superfluas.
0:11:18 Quizás porque ya no tenían interés para él o porque había incorporado todo el conocimiento que tenían
0:11:24 o simplemente porque hay libros que efectivamente no son en absoluto trascendentes.
0:11:29 Punto a mesi-test, uno tiene el ejemplo de esa institución que se llama como 2000 años de éxito.
0:11:34 La Santa Madre Iglesia, por ejemplo, le decía que, por ejemplo, en el Río de la Plata
0:11:37 exigía también que cada ejemplar de libros que entrasen le lleve una copia a esta institución
0:11:42 y gracias a eso nuestros revolucionarios pudieron conocer algunas cosas del muchacho ruso y compañía.
0:11:48 Pero en todos modos creo que entre ambas actitudes me quedo con las del mesi-test
0:11:52 despreciando un poco esta cosa acumulativa de los libros, del saber, de los objetos.
0:11:57 Si hay algo en lo que poco tienen que ver la escritura y la lectura es con los objetos materiales.
0:12:02 Porque así donde una mano se ha empeñado en escribir y en transmitir una idea
0:12:06 la mano que la quiere conservar se transforma, no en otra cosa que en una repugnante garra.
0:12:12 Y garras es el tango que cucharemos ahora que ha sido compuesto pensando justamente en ese afán de atesorar
0:12:20 que tiene el abaro, no solamente atesorar dinero, sino también en este caso libros.
0:12:27 ¿Con quién lo va a comentar si lo presta?
0:12:29 Por otra parte no cabe ninguna porque veo algunas caras de descreimiento al decir yo que este tango fue compuesto pensando en eso.
0:12:40 ¿Y qué otra cosa?
0:12:42 Yo cucho garras y enseguida me imagino a alguien que no presta o no devuelve los libros.
0:12:47 Habla de los libros, en el tango menciona libros.
0:12:50 ¿Qué falta hace?
0:12:52 Señor, una canción nunca está novia, el tango que quiere no es tan obvio.
0:12:55 Claro, eso es lo que usted debería aprender. La poesía es un arte de sugerencias, decirles, lisos.
0:13:03 Y de intercambios y superposiciones, pero si la sugerencia está muy muy muy lejana, más lejana es la poesía.
0:13:11 Más tango.
0:13:12 Lo más lejana es la metáfora, mejor el poeta.
0:13:17 La metáfora demasiado cercana, no lleve, claro, ya es directamente la cosa.
0:13:24 Por ejemplo, tus ojos son como dos ojos.
0:13:29 Perfectamente inoperante.
0:13:32 Claro, pero si usted quiere decir algo acerca de los ojos y dice el baño está ocupado.
0:13:37 Ah, muy bien, eh.
0:13:38 Muy bien, muy bueno.
0:13:39 Enzate.
0:13:40 Tus ojos son como dos baños ocupados.
0:13:44 Golpeas que te voy a decir.
0:13:46 Denotando el carácter impenetrable.
0:13:50 El baño ocupado está cerrado para uno.
0:13:53 Así tus ojos, cuando yo quiero...
0:13:55 Es que lindo porque uno...
0:13:57 Mirarme en ellos están cerradas sus puertas.
0:14:00 Oh amor mío.
0:14:01 ¿Por qué se habrá tatuado en los párpados una minita y un tipo de cada lado?
0:14:05 Amigos míos, canta Libertad la Mar que garras.
0:14:24 Callejón sin luz, esperándote.
0:14:31 Griloso, gracias de vivir para tu amor y no poder.
0:14:43 Siento que la vida se me va y no me llora.
0:14:49 Con solado tu calor y aquí no está.
0:14:54 Agonía coroel, luego soledad y después tu olvido nada más.
0:15:04 No pude más y en mi afán podés llegar.
0:15:08 Era un buen derragundo que se perdió sin poderte encontrar
0:15:16 por las calles del mundo.
0:15:20 Y me he quedado con antes de haber sido como un niño abandonado.
0:15:31 Con mis penas que se agarran como garra, así desharan a mi corazón.
0:15:39 Callejón sin luz, noche sin final, son gran frío.
0:15:49 Gracias por venir con tu perdón y tu onda.
0:15:57 Ya mi pobre vida termino y estoy vacío.
0:16:03 Cuerzo para el mundo y para vos, mi corazón.
0:16:09 Agonía coroel, luego soledad, este llanto mío y nada más.
0:16:19 No pude más y en mi afán por llegar era un buen derragundo
0:16:27 que se perdió sin poderte encontrar por las calles del mundo.
0:16:35 Y me he quedado con antes de haber sido como un niño abandonado.
0:16:46 Con mis penas que se agarran como garra, así desharan a mi corazón.
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