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0:00:11 Vamos a hablar tal como hemos prometido hace un minuto.
0:00:15 Reciro Lamos Abonarola, un hombre que se instaló en el poder en Florencia a fines del siglo XV.
0:00:22 Descendía este hombre de una familia de pádoba de Certo Rango.
0:00:28 Era el tercero de siete hijos.
0:00:30 Estudió medicina, Abonarola, porque el padre que era médico lo obligó.
0:00:35 Estudía medicina o te rompo el alma.
0:00:39 Pero no duró mucho y se metió en la religión.
0:00:42 Dicen que era un muchacho taciturno, que cuando empezó a estudiar a los padres de la iglesia
0:00:47 asentuó su aislamiento y exasperó su intolerancia hacia cualquier forma de pecado.
0:00:54 Veía diablos por todas partes.
0:00:57 Le parecía que el mundo se deslizaba hacia el infierno.
0:01:01 La idea de la condenación eterna lo obsesionaba.
0:01:05 Se precipitaba en terribles crisis de desconsuelo de las que emergía solo después de largos
0:01:12 ayunos, mortificaciones y rezos.
0:01:16 Sus padres le pedían que moderara sus penitencias.
0:01:21 Moderar tus penitencias o te rompemos el alma.
0:01:26 Pero no había caso.
0:01:28 Abonarola entró en un claustro bolognés y se despidió para siempre de su familia.
0:01:34 El convento continuó con las flagellaciones y pidió el privilegio de que le dejara limpiar los retretes.
0:01:45 Ostró que tenía dotes oratorias especiales, digo en otros foros, no en los retretes.
0:01:53 Y estas dotes le valieron seis años después el traslado al claustro florentino de San Marcos.
0:01:59 Allí se dedicó a la instrucción de los novicios.
0:02:03 Las mortificaciones se intensificaron, se golpeaba el pecho, se golpeaba el pelo.
0:02:08 ¡Qué raro!
0:02:11 En determinado momento empezó a recibir visitas de ángeles que le revelaban sus secretos.
0:02:19 Y eso lo hizo creer que había sido elegido por Dios como depositario en la tierra de sus arcanos celestes
0:02:26 y empezó a profetizar en los púlpitos florentinos.
0:02:31 Los fieles exaltaban, rompían en llanto, se aterrorizaban ante el furor apocalíptico de Abonarola.
0:02:39 La mayoría de los florentinos desertaban de las otras iglesias para ir a escucharlo a él.
0:02:46 Lo que más impresionaba era el valor con que atacaba a los príncipes.
0:02:49 Incluso al Papa no se salvaba ni siquiera Lorenzo de Medici.
0:02:53 Lorenzo el Magnífico que era el que cortaba el vacal d'Agua en aquellos años en Florencia,
0:02:59 los primeros protectores de Miguel Ángel.
0:03:03 El propio Lorenzo le mandó a cinco funcionarios para que le pidieran que moderase su sarcasmus.
0:03:11 ¿Modellas tu sarcasmus o te rompemos el alma?
0:03:16 Abonarola los convidó a retirarse.
0:03:19 Se pentó entonces sin hacerle frente en su mismo terreno
0:03:23 y le pusieron en frente a un franciscano famoso por su eloquencia, pero la apuesta fracasó.
0:03:30 Todos los florentinos estaban hechizados por la oratoria dramática de Abonarola
0:03:36 que incluso debió trasladarse a la catedral para contener a un auditorio que aumentaba a cada momento.
0:03:43 Bueno, Lorenzo de Medici murió en 1492, lo sucedió Piero de Medici.
0:03:48 Durante ese principado, Abonarola acresentó su poder.
0:03:54 Algunos dicen que sobre todo porque se le cumplieron algunas profecías,
0:03:57 como por ejemplo la muerte de Lorenzo, la del Papa Inocencio
0:04:01 y la invasión dos años después de Carlos VIII de Francia, que en realidad iba en dirección a Ápoles.
0:04:07 Pero pasó por allí.
0:04:09 Abonarola fue uno de los principales entusiastas de la invasión del rey francés Mita porque él lo había profetizado.
0:04:16 Pero tenía también la ilusión incorrecta desde luego de que el rey Carlos piñera imponer el orden y reformar a las costumbres.
0:04:25 Carlos VIII de quien hemos hablado aquí muchas veces no era el más indicado para reformar costumbres
0:04:31 y menos todavía en el sentido que pedía a Abonarola fue uno de los reyes más atorrantes de la historia de Francia.
0:04:38 Él es el que trajo o bien la civiliza Francia, civilis que se pescó en Ápoles,
0:04:45 o bien la civiliza a Ápoles, habiéndose la pescado en Francia.
0:04:52 En Francia las civilis le llaman el mal de Ápoles y en Ápoles el mal francés.
0:04:59 Hemos contado aquí la aventura de Carlos muchas veces.
0:05:03 Bueno, pero el caso es que cuando Florencia se rindió sin combatir, Sabonarola se alegró muchísimo.
0:05:11 Se reunieron 20 notables florentinos, Dios mío, y se diseñó una República,
0:05:19 a la que los presentos de Sabonarola fueron seguidos a Rajatabla.
0:05:23 Y Florencia conoció uno de los periodos más oscuros de su historia.
0:05:30 Los gobernantes dictaron leyes severísimas contra las malas costumbres.
0:05:35 Prohibieron las carreras de caballo, los cantos de carnaval, el escolazo, el baileongo, las obras de bocacho,
0:05:42 echaron a los homosexuales de Florencia y como no bastaban los exvirros para garantizar el respeto a estas leyes,
0:05:49 Sabonarola creó unas tropas llamadas compañía de la esperanza que estaban formadas por jóvenes de la congregación
0:05:57 que recorrieron la ciudad del de predicar la virtud, del de perseguir a los jugadores, del de hacer que las mujeres se taparan hasta el mentón.
0:06:07 También fundaron las famosas hogueras de vanidades en donde destruían las obras galantes, los dados, los náquidos, los espejos,
0:06:15 los cosméticos, todos los productos, Max Factor, etc.
0:06:19 Sabonarola quería instaurar una teocracia que se anticipara, o que anticipara en la tierra el reino de los cielos y sirviera de ejemplo a todo el mundo.
0:06:33 Pronto llegaron los odios, aparecieron los franciscanos y Sabonarola era dominico.
0:06:39 También los nostálgicos del principado de los Medici.
0:06:43 En realidad los enemigos más encarnizados eran los arrabiati, los aerados que habían bautizado con el nombre de Pianoni, Pianione.
0:06:52 Pianione es mejor, a los sequaces, los llorones, los sequaces de Sabonarola.
0:06:57 Parece que los llamaban así porque en los serbones cuando hablaba Sabonarola lloraban.
0:07:02 Bueno, los encuentros violentos entre arrabiati y Pianione eran cosas de todos los días.
0:07:09 Pero no fueron las facciones las que llevaron a Sabonarola a su perdición,
0:07:13 sin darnos nada menos que el Papa Borja, que estaba alarmado por sus discursos y por sus supuestas profecías.
0:07:20 Ni el propio Pontífice se animaba a dar baticinios, ni se captaba de recibir revelaciones divinas.
0:07:28 Además, Sabonarola era partidario de Carlos VIII, que había entusiasmado a varios monarcas para reunir un concilio y de poner al Papa.
0:07:36 Así que en julio de 1495 Sabonarola fue invitado al baticano para dar cuenta de sus poderes.
0:07:42 Sabonarola no fue.
0:07:44 Hubo un proceso que fue largo, complicado.
0:07:49 Se sucedieron centenares de invectivas violentas, de amenazas papales para que Sabonarola abandonara los púlpitos.
0:07:57 Las amenazas fueron vanas.
0:07:58 Se decía, abandona el púlpito o te rompemos el alma.
0:08:07 Sabonarola decía, la soberbia de los eclesiásticos no es menor que su avaricia, todo lo hacen por dinero,
0:08:15 todas esas cosas decía con esta misma voz.
0:08:21 Y lo amenazaron con la escomulión.
0:08:25 Y él respondió que si se lo perseguía estaban perseguiendo a Dios.
0:08:30 Chao, los comunitaron a seguir.
0:08:32 Los nobles florentinos pidieron a Sabonarola que demostrara su poder de forma contundente.
0:08:39 Y un franciscano, Francesco Dipulia, lo invitó a la prueba del fuego.
0:08:44 Una hordalía, dijo Dipulia.
0:08:47 Yo creo que arderé.
0:08:48 Lo invitó a meterse los dos en el fuego.
0:08:51 Dipulia dijo, yo creo que arderé, pero estoy dispuesto a este sacrificio para liberar al pueblo.
0:08:56 Si Sabonarola no arde conmigo, tenerlo por un verdadero profeta.
0:09:01 Así era el juicio de Dios, la hordalía.
0:09:03 Se trataba de que los dos se metían en el fuego y el que no ardía tenía razón.
0:09:07 A eso les llamaban pensar.
0:09:12 Pero el desafío no fue aceptado por Sabonarola, sino por un seguidor de Sabonarola que se
0:09:17 llamaba Doménico de Apecia, que no dudaba de que Dios le daría la razón y lo haría
0:09:23 arder a su enemigo a Dipulia.
0:09:26 Bueno, vamos a la prueba y ahí fueron los dos.
0:09:29 El de Apecia y el de Dipulia.
0:09:32 Una muchedumbre, acudió la prueba y imagínense.
0:09:35 Los dominicos, o sea los partidarios de Sabonarola, llegaron al lugar en procesión.
0:09:40 Yo también llegaron los otros.
0:09:42 Hubo discusiones.
0:09:44 Los franciscanos temían que la túnica que llevaba Doménico de Apecia estuviera embrujada.
0:09:51 Le pidieron que se pusiera otra.
0:09:53 Antes de entrar al fuego le pidieron que abandonara el crucifijo y la hostia.
0:09:57 Sabonarola se opuso.
0:09:59 Todas chicanas, todas esas cosas.
0:10:01 Que entre el primero no, y todo así.
0:10:05 Al final no entró ninguno de los dos.
0:10:08 Se agarraron a piñas todos los partidarios de uno y otro y no hubo ordalía.
0:10:13 Entonces la gente se enojó porque lo que quería era que se metieran al fuego.
0:10:17 Y no para qué vinimos.
0:10:20 Y el pueblo se indignó.
0:10:22 Sabonarola perdió su auréola de profeta divino.
0:10:25 Los arrabbiapti asaltaron el convento en que estaba Sabonarola.
0:10:30 Y lo entregaron a la señoría para que lo juzgaran.
0:10:33 Allí dio su última profecía, Sabonarola.
0:10:37 Profecía que indicaba que él mismo sería muerto.
0:10:41 La sentencia fue ejecutada al día siguiente.
0:10:44 Mitá porque el papa había amenazado a Florencia con la comunión de todos sus habitantes.
0:10:49 Si no se procedía convenientemente.
0:10:51 Sabonarola fue quemado en la piasa de la señoría, en un lugar que está marcado todavía hoy.
0:10:57 Parece que una repentina ráfaga de viento alejó de un antionosistante las llamas.
0:11:03 Y todo...
0:11:04 ¡Ah! Unos cuantos.
0:11:05 Milagro, milagro, milagro...
0:11:07 ¡Estaba muerto, Sabonarola!
0:11:10 Unas mujeres piadosas pidieron permiso para tomar las cenizas en una surna.
0:11:15 No la dejaron.
0:11:17 Cuando las autoridades fueron informadas, mandaron que se arrojaran estas cenizas al arno, al fiume arno.
0:11:23 Algunos se han considerado a Sabonarola un loco.
0:11:28 Otros dicen que era de encarnación del Medioevo que sobrevivía al renacimiento.
0:11:36 Otros decían que había heredado el fervor moral de los santos medievales,
0:11:41 exageró su inspiración divina, que trató de oponerse al poder pontifiello, etc.
0:11:47 En realidad los florentinos quedaron haciados por su persecución de todos los placeres.
0:11:53 Algunos también dicen que se adelantó a la reforma con la crítica a la venta de indulgencia,
0:11:58 pero la verdad es que no compartió ninguna de las visidencias teológicas del utero.
0:12:02 Ese era Sabonarola.
0:12:07 ¿A quién podemos dedicar esto?
0:12:09 Sabonarola, por lo menos al de los primeros comentarios.
0:12:14 Aquel que temía que todos nos íbamos a ir al infierno.
0:12:21 Pero al intolerante no.
0:12:25 Y si no, al otro al que se ofreció para ir en su lugar al fuego, eso está bien.
0:12:31 Natalia Opecia.
0:12:32 Sí, la verdad es que...
0:12:34 Ese me gusta también.
0:12:36 No se llamaba Natalia, pero no importa.
0:12:38 Natalia Opecia se llamaba el legendario Leonsito Pesia.
0:12:43 Se ahí debo.
0:12:44 Hay una tribuna ahí, Natalia Opecia.
0:12:48 Y a toda la pobre gente de Florencia que durante este breve interreño debió soportar toda esta locura.
0:13:00 A los que bailaban, a los jugadores, los que cantaban canciones de carrabat,
0:13:04 al final no te dejaban hacer nada, no te dejaban.
0:13:08 Fuimos a la discoteca, nos atendió el discotecario, le contamos todo esto.
0:13:14 Linda historia, lo que pasa es que complicado encontrar una canción.
0:13:18 Eso es lo que me dijo él.
0:13:20 Pero también me dijo todo eso que usted me contó.
0:13:24 No es nada al lado como era mi viejo.
0:13:28 Pero mire, qué historia.
0:13:29 Mi viejo sí que era intolerante.
0:13:34 ¿Por qué? ¿Qué le hacía el discotecario?
0:13:35 No sé, pues a contarme.
0:13:37 Me dijo, yo cuando decía una palabra él me hacía lavar la boca con jabón, con jabón lux.
0:13:45 Qué precisión.
0:13:46 Porque decía que lo usaban dos de cada tres estrellas de cero.
0:13:53 Yo creo que no hay una canción justa de esta historia puntual.
0:13:59 No, no hay ninguna.
0:14:03 Finalmente me dice, mire, este era un hombre jabonarola, ¿no?
0:14:10 Que tenía mucho chamulo, una locuencia, una gran locuencia.
0:14:14 No más que el discotecario.
0:14:16 Ni más que mi viejo.
0:14:20 Y me dio un tango, es un homenaje a la locuencia, escucharemos por el secteto Mariano Mujeres.
0:14:27 El tango se llama El Chamuso.
0:14:59 El chamuso es el que se llama El Chamuso.
0:15:04 El chamuso es el que se llama El Chamuso.
0:15:09 El chamuso es el que se llama El Chamuso.
0:17:08 Era Mariano Amores, la venganza será terrible el chamuso.
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