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25 de Octubre de 2012

Isabel de Henao, primera esposa de Felipe II de Francia

Transcripción automática

0:00:00 Continuamos en la venganza Será Terrible hoy desde el estudio Juan Alberto Badiá de Radio del Plata.
0:00:13 El lunes volveremos a estar en la matine a las 20 horas desde el Multiteatro, corrientes 1283.
0:00:23 Bueno, vamos a hablar de Isabel de Nau.
0:00:28 Nosotros ya hemos hablado del rey Felipe Augusto de Francia, de su segunda esposa, Ingeborg de Dinamarca.
0:00:40 Hemos contado cómo Felipe no pudo amar debidamente a su mujer, y entonces para disfrazar su desgracia la repudió, la encerró en un convento.
0:00:51 Hoy contaremos lo que sucedió con su primera esposa, Isabel de Nau.
0:00:56 Así que ubiquemos nosotros en el año 1184. Por esos tiempos Felipe Augusto, que era hijo de Luis VII, tenía 19 años y gobernaba desde así a cuatro.
0:01:08 Lo habían casado con Isabel de Nau, una doncella no muy agraciada, hija de un noble rico, pero el matrimonio no parecía funcionar del todo bien.
0:01:21 Poco tiempo después de la unión Felipe Augusto quiso repudiar a su esposa.
0:01:28 Bueno, una asamblea de religiosos había sido convocada y debía discutirse sobre el repudio de la soberana.
0:01:37 Tema de la asamblea, repudio de la soberana.
0:01:41 Dicen que una de las razones era que el rey luchaba contra la coalición de grandes señores entre los que se encontraban los padres y los tíos de Isabel, que le disputaban algunos territorios.
0:01:53 Ah bueno, aquí sí, un momento, están los tíos y los padres de esta mujer.
0:02:02 Bueno, entonces Felipe acusaba a la reina de tomar partido por el bando de su familia en contra del propio rey, lo cual a mí me huele como que era cierto.
0:02:13 Claro, ciertamente.
0:02:15 Parece que en verdad no eran eso los motivos reales a pesar de lo que nosotros creamos, sino que a Felipe no le gustaba nada a su esposa.
0:02:24 Bueno, eso también lo pensé.
0:02:27 Para eso más velocible.
0:02:28 Y para justificar el divorcio, algunos ecclesiásticos hablaban de un parentisco entre los esposos, lo cual casi siempre ocurría porque como la nobleza europea no tenía muchos exponentes.
0:02:44 Claro, era siempre un ídolo.
0:02:45 Cuando yo quería casarse al segundo o tercer intento ya era una prima.
0:02:49 Así que era muy difícil que no hubiera un parentisco entre esposos.
0:02:54 Bien, otros todavía más pérfidos, digo.
0:03:00 Y sino que la reina tenía un amante.
0:03:03 También, también me gusta eso.
0:03:05 También me gusta eso.
0:03:06 Me gustan todos los motivos.
0:03:08 Cualquier motivo para separarse de una mujer que no le gusta a uno, está bien.
0:03:14 Bueno, por disposición secreta del rey se hacía pasear algunos funcionarios por los corredores con la autorización de tratar...
0:03:23 De detectar.
0:03:25 Con la autorización de seducir a la reina.
0:03:28 Así con la instrucción de tratar de hacerlo.
0:03:31 De este modo se pretendía que Isabel Callera, en la tentación de recibir algún quí en su aposento y poder descubrir de un encuentro amoroso.
0:03:41 Pero esta estrategia no funcionó.
0:03:44 Isabel en verdad estaba desesperada.
0:03:48 Entonces cómo no funcionó?
0:03:50 Ah no, estaba desesperada porque no quería perder el favor en la corte y lo quería al rey.
0:03:55 ¿Pacolmo?
0:03:57 Para no ser expulsada entonces trató de como ver a Felipe Agusto e hizo algo que nunca nadie imaginó.
0:04:05 Una mañana de mayo de 1184 los habitantes de Sénlis asistieron a un extraño espectáculo.
0:04:14 En la estrecha calle principal una multitud de mendigos lisiados y por dios ceros seguía una joven vestida con una larga camisa.
0:04:26 Era como un en agua en realidad.
0:04:28 Vamos, David.
0:04:29 Lo que se llamaba camisa en aquel entonces se conoció como en agua.
0:04:33 Y llevaba también los pies descalzos y una vela en la mano.
0:04:38 Es una imagen, ¿no?
0:04:41 El cortejo avanzaba con ruido de enjambre.
0:04:46 De vez en cuando sobresalía un lamento agudo.
0:04:51 Y el resto de la frase se disolvía en el zumbido de la oración común.
0:04:56 Los habitantes de la ciudad salían a las ventanas, otros se agregaban a la procesión.
0:05:02 Al principio los guardias pensaron en hacer circular a la gente y disolver a aquel grupo.
0:05:09 Pero el cortejo se igualó a los aposentos del rey.
0:05:11 Hasta la pieza directamente.
0:05:14 Se abrió la puerta y apareció Felipe Augusto.
0:05:17 Dicen que vestía un impresionante traje escarlata.
0:05:22 ¡Sumajestals!
0:05:24 Qué bien le queda ese traje escarlata.
0:05:29 Cuando se encontró frente a toda esta gente, lo miró.
0:05:34 Primero que uno hace cuando se encuentra una mucha duro a la salida de su propio aposente.
0:05:39 Soy el caballero rojo, dijo.
0:05:41 La masa de seguidores le dijo unívocamente.
0:05:45 Señor, ten piedad de la reina.
0:05:47 Gracias para la reina.
0:05:49 No, gracias a vos, dijo.
0:05:51 ¡Has contenado, dijo el tipo!
0:05:53 Y finalmente, sí, este.
0:05:58 Señor, le dijeron también, no repudíais a la reina.
0:06:05 Felipe Augusto miró, pensó un rato.
0:06:08 Quiso volver a entrar en su aposento, pero la gente empezó a gritar más fuerte.
0:06:16 Había pocas.
0:06:18 Felipe creció entonces que repudiar a la reina podía ser una equivocación.
0:06:23 Una equivocación política.
0:06:25 Entonces avanzó hacia la reina, que no era otra que la muchacha que venían en agua.
0:06:30 En camisa con la venida en agua.
0:06:32 La tomó de la mano y le dijo, bien fuerte para que todos oyeran.
0:06:37 ¡Nunca os iréis! le dijo.
0:06:41 La multitud empezó a aplaudir con alegría.
0:06:44 Algunas, algunas porque en todos estaban.
0:06:46 Los soberanos entraron al castillo donde ya estaban por otra parte.
0:06:52 Más adentro.
0:06:57 Y el pueblo había devuelto a Francia una reina.
0:07:00 Ahora bien, al cabo de un tiempo el rey otra vez volvemos a mostrar realidad con Isabel.
0:07:05 Y bueno, hermano.
0:07:07 Las uniones que tuvieron fueron pocas y no muy eficaces.
0:07:12 Aunque sí suficientes para que en el año 1187 Isabel diera luz a un niño que más tarde fue Luis Octavo.
0:07:21 Después en el año 1190 quedó nuevamente embarazada, pero en ese parto murió.
0:07:27 Tenía solamente 20 años.
0:07:30 Un último dato que es el que más me gusta.
0:07:35 He contado todo esto para poder contar los siguientes.
0:07:40 Felipe Augusto se fue a la excursada.
0:07:42 Yo creo que Felipe Augusto encaneseó a la excursada.
0:07:46 Que fue que el rey de Francia se volvió canoso, mitad del susto, durante la excursada.
0:07:53 Pero en el camino a Tierra Santa, cuando iba hacia allá, se encontró con unos caballeros que regresaban a Francia.
0:08:01 Y eran justamente caballeros de Sénlis que venían viajando desde Oriente hacia allá a buen tiempo.
0:08:08 El rey les preguntó bajo qué orden religiosa marchaban.
0:08:12 Y los caballeros respondieron que eran hombres de Isabel de Náhu.
0:08:16 Y que a pedido de ella habían salido hace algunos años, rumbo a los lugares santos,
0:08:21 para conseguir bajo gracia divina que la reina no fuera repudiada.
0:08:27 Los soldados de Felipe le comunicaron entonces que la reina se había muerto.
0:08:33 Y todos siguieron su camino, uno a Francia y el otro grupo a Oriente.
0:08:39 En un sentido se había cumplido el pedido de los caballeros, ya que la reina no fue repudiada.
0:08:47 En otro no fue muy efectivo el pedido, y que a su vez hubiera sido mejor que la repudiara, puesto que la reina murió.
0:08:56 Así que cabe preguntarse cuál sería el sentimiento de aquellos caballeros que volvían durante el camino que les quedaba.
0:09:06 Y su contexto depende de la idea que trajeran desde su casa.
0:09:12 Si traían la idea de que las cruzadas de poco servían, habrán dicho,
0:09:18 ¡ha visto! Hemos hecho el viaje de gusto.
0:09:22 Sin cambio traían la idea de que sí servían las cruzadas, habrán dicho,
0:09:27 efectivamente las cruzadas sirven porque el rey no la repudió.
0:09:32 Vale la pena ir a Tierra Santa para conseguir gracias.
0:09:37 Y esta idea me gustó mucho.
0:09:42 Está muy bien, Alejandro. Sobre todo porque hay instancias en la vida de las personas, instancias en el mundo.
0:09:50 Y quizás el amor y la guerra son las más determinantes,
0:09:54 en las cuales uno puede buscar un montón de justificaciones.
0:09:57 Más cuando el amor tiene que ver con la política o la guerra tiene que ver con, por ejemplo, las convicciones propias, religiosas.
0:10:04 Uno busca un montón de excusas y avanza en ellas y está sosteniendo esas cosas en función de una causa que, al cabo de una larga orralía,
0:10:13 se determina como no importante.
0:10:16 Filipe Augusto, por ejemplo, que ya gobernaba de los 15 años y este tipo de cosas, no la quería.
0:10:22 Isabel murió en el panto, pero seguramente era la voluntad popular la que lo detuvo a él para mantenerla allí.
0:10:29 Era el interés del trono.
0:10:31 Digo, la voluntad soberana de un rey no pasa por estas cosas.
0:10:34 La idea de ir a las cruzadas, este hombre que encadese justamente en las cruzadas,
0:10:38 tenía que ver con alguna otra cosa que no fuese esta especie de idea de avanzar, por ejemplo, en la consecución de la gloria.
0:10:47 Quiero decir, es muy difícil determinar qué cosas nos llevan a tomar una decisión.
0:10:51 Si nos lleva la justicia a tomar una decisión, nos lleva la certeza, por ejemplo, de la existencia de Dios a tomar una decisión,
0:10:58 o, por ejemplo, en el caso de estas cuestiones del deseo, que simplemente el amor que nos conduce a eso.
0:11:02 Filipe Augusto es el único ejemplo de esto.
0:11:04 Veamos los soberanos siguientes, los soberanos que le llenó la Francia grandeza y determinación y lugar en la historia.
0:11:11 Enrique IV de la Barra, por ejemplo.
0:11:13 Enrique IV de la Barra tenía alguna decisión entre protestantes y católicos.
0:11:18 ¿El parecer no?
0:11:19 El parecer no. Enrique III planta genente.
0:11:21 Hay una cena que usted la debe recordar, Alejandro, que a mí me conmueve cotidianamente.
0:11:25 En el último acto, Enrique III de Shakespeare, donde él dice, en realidad, soy una basura.
0:11:30 Soy la peor de las personas que pueda haber sobre la tierra.
0:11:33 ¿Y a qué le temo?
0:11:34 Y entonces, el mío responde, me temo a mí mismo, ¿a caso?
0:11:37 Pero si yo soy yo, ¿cómo me puedo temer a mí mismo?
0:11:39 Soy un espectro.
0:11:40 Bueno, Enrique III planté el problema de toda la gente que tiene el poder.
0:11:44 Hay que decir, bueno, le temo a alguien superior a mí, le temo a Dios.
0:11:48 Y en el caso del amor es lo mismo.
0:11:50 Ahora, lo que usted dice, en el caso de los caballeros, es mucho más brutal.
0:11:54 Fíjese, por ejemplo, las cruzadas estas, la primera, la segunda y la tercera,
0:11:58 entre el siglo XI y el XII.
0:12:00 Por ejemplo, se leencian francos a la gente que iba del incidente, los musulmanes, se leencian francos.
0:12:06 ¿El rey Franco decía?
0:12:07 El rey Franco, claro, exactamente.
0:12:09 Al huino y al tos.
0:12:10 Cuando sigan una de las primeras ciudades que toman los cristianos, por decir,
0:12:14 suceden estas cosas, se decide a quien está por tomar la ciudad, dividir a los viejos de los jóvenes.
0:12:19 Y cuando le preguntan por qué, es porque a los viejos se los servía y a los jóvenes se los asaba una parrilla.
0:12:24 Se hacen en nombre de Dios estas cosas.
0:12:26 Del mismo modo, uno día, ya en un terreno mucho menos brutal,
0:12:30 cuando uno entrega su reino por un caballo o bien dice,
0:12:33 puedo dar todos mis reinos con tal de seguir al lado de esta mujer,
0:12:36 está actuando en nombre de Dios,
0:12:38 quiero decir que el hombre quizás sea mucho más complejo que una idea del bien y del mal,
0:12:42 el hombre mucho más complejo que una idea de la justicia o de la injusticia,
0:12:45 y que después hay un montón de cosas que se pueden sostener en base a una ceremonia.
0:12:49 Pero lo que está pasando por dentro de uno es bien diferente,
0:12:52 aunque uno se lo cuente el mundo suplicando a una cruz.
0:12:55 Suplicando a la cruz es la canción, la bella canción que va a cantar para nosotros del mundo rivero,
0:13:02 acompañándose el mismo con su guitarra.
0:13:36 Mojé mis dedos
0:13:40 en la pila bendita de sus ojos
0:13:47 la señal de la coru
0:13:52 con sos de lágrimas y se
0:13:58 se marchaba muy lejos
0:14:02 el amor de mi vida
0:14:06 me quedé sin sus peces
0:14:11 o al paloma perdida
0:14:16 volveré
0:14:20 me decía llorando
0:14:25 yo juré
0:14:29 sus consejos seguir
0:14:34 y a una cruz
0:14:37 solitario en el campo
0:14:41 le pedimos rezando
0:14:45 que nos guiaras al fin
0:14:55 Era el mundo rivero, en la venganza será terrible suplicando a la cruz.

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