Marcela.Entonces tenemos que habernos rozado, aunque sea con la mirada; a las 17,30, yo era la última de la tercera fila a la izquierda, de hecho a Ale Dolina, no lo podía ver, porque una columna gorda y varios fotógrafos, a los que chiflabamos cuando tapaban la visual, lo impedían.Sólo veía de Martín en adelante.
Luego fui amenazada por las antes mencionadas ancianas, y gracias a mis buenos oficios, (mandé a las acompañantes a hablar con el guardia de la puerta), les consiguieron sillas y ya no se sabía donde empezaba ni terminaba nada.
Qué lástima .Otra vez será.
Y a Adolfo, imposible reconocerlo sin el culotte y la peluca platinada.