Como voy atrasado con las escuchas del programa, ya que lo hago sin mucha regularidad (en otro orden de cosas), recién ayer escuché el programa del pasado 29 de marzo, y quisiera aportar algunos comentarios sobre el mismo. Debido a que ese programa ya quedó muy atrás en el tiempo, me pareció que lo más adecuado sería postearlo dentro del foro del día más reciente en lugar de hacerlo en el que le correspondería. Pido disculpas si la idea no es muy feliz. En general, siempre he tenido sospechas de la capacidad de las ideas para ser felices, por más que hay un muchacho Platón que me ha querido convencer de lo contrario (o eso es lo que yo entendí).
Yendo al punto: el sector del programa “Vamos a ver qué dicen nuestros oyentes…” suele ser (junto con el segmento inicial pre-incidente de Barton), la parte donde Dolina muestra su cara más adusta, más seria digamos. Algunos mensajes de los oyentes, a decir verdad, ayudan muy poco a elevar su espíritu. Y hay otros mensajes que lo sumergen directamente en la desolación.
Este aspecto más sombrío de Dolina, quisiera aclarar de paso por si no lo he hecho hasta ahora, no me disgusta para nada, es más, lo celebro y me identifico con él tanto como con su cara más humorística y luminosa. Me parece que tanto la veta de sensibilidad al dolor existencial profundo, y la de fino sentido del humor como canalización o válvula de escape del mismo, van siempre de la mano en los seres sensibles e inteligentes tal como, huelga decirlo, es el caso de Dolina. Me viene a la memoria también en este momento don Alfredo Zitarrosa, hombre cuya profunda angustia vital se refleja claramente en sus canciones, y que era a la vez, según dicen los que tuvieron la suerte de conocerlo, dueño de un gran sentido del humor.
Esta etapa de desesperanza, angustia y desolación, es imprescindible y enriquecedora en el desarrollo espiritual humano, y aquel que alcanza los abismos más profundos de la angustia existencial está cerca de ver la luz al final del túnel (no a la manera de Víctor Sueiro por cierto). Algunos místicos se refieren a esta etapa diciendo que la noche nunca es más oscura que cuando va a comenzar a amanecer. Es la etapa del joven príncipe Siddharta Gautama que, hastiado de la vida de lujos y placeres en el palacio, incapaz de disfrutar de ellos ante la angustia que le provoca la proximidad e inevitabilidad de los grandes sufrimientos de la vida (la vejez, la enfermedad, la muerte), decidirá en un momento abandonarlo todo en la búsqueda de la verdad final, absoluta, y comenzará su transformación de oruga a mariposa, de ser humano común al Buda, el iluminado, o más exactamente, “el que está despierto”, mientras la mayoría de la humanidad duerme su largo sueño sensorial. Tal vez no sea esa la misión de Dolina en esta instancia vital particular, pero tengo la convicción de que no está lejos de un camino espiritual (aunque él mismo seguramente lo negará).
Bueno, pero no me cambie de tema, señor, permítame continuar. Y no me empuje…
En el programa de marras (uso este tipo de expresiones porque sé cuánto le gustan a Enoch) había por ejemplo un oyente que quería algo así como “ensayar para atrás” en el tiempo, y recordar vívidamente situaciones que nunca habían ocurrido…
Otro oyente quería ponerle el nombre de “Antonio Carrizo” al galponcito, con lo cual lo único que logró fue que Dolina se deprimiera recordando a su maestro y amigo.
Y en medio de todo eso, cuándo no, apareció en escena el “cartón ligador” Morgan Freeman quien según Barton iba a hacer de presentador en un documental “La Historia de Dios” o algo así.
Por supuesto que el amigo Morgan fue nuevamente blanco de las ironías de Dolina, si se me permite agregar una pequeña ironía más (qué le hace una mancha más al Freeman). Pero entonces –y éste es el punto al que quería llegar- Dolina fue más allá del documental y expresó su gran preocupación por el surgimiento de movimientos creacionistas en los EEUU, y, yo creo que llevado por ese mismo tono pesimista en que estaba envuelto, tuvo en mi opinión algunas expresiones no muy propias de una persona de su vasta cultura.
Dijo algo así como que “el Creacionismo es una especie de anti-Darwinismo, y es el último grito de la ciencia dieciochesca”, y luego repitió varias veces lo peligroso que son estos movimientos y el cuidado que había que tener con ellos.
Algunos comentarios al respecto:
El creacionismo como concepción metafísica del universo no es ninguna “nueva ola”, sino que tiene al menos unos 2.500 años de antigüedad en occidente (a partir del Libro del Génesis, en tanto se lo interprete literalmente), pero en realidad se remonta mucho más atrás. Prácticamente todas las religiones primitivas de oriente y occidente tenían algún sistema de mitos que explicaban la creación del universo “ex nihilo” en un momento dado por parte de un cierto Creador preexistente. Estamos en la infancia de la humanidad, donde, careciendo de la madurez necesaria para desarrollar métodos científicos, se llenaba la necesidad natural del ser humano de obtener respuestas mediante mitos, dioses, y relatos colosales y fantásticos.
Al final, sí, el largo proceso de maduración de la mente y conocimiento humanos llega a su culminación en el siglo dieciocho con la teoría de Darwin. Esta teoría, que como era de esperar encontró la oposición férrea de la Iglesia, sin embargo, a poco de su lanzamiento llegó a un status de verdad evidente entre las personas más cultas de la época. Y creo que hoy en día su veracidad, al menos en las grandes líneas, está prácticamente fuera de discusión en cualquier foro y nivel mínimamente serio en que se trate, en casi cualquier parte del mundo. Sin ir más lejos, hace ya más de 30 años, Carl Sagan (también un estadounidense, dicho sea de paso), al que podríamos llamar el padre de todos los Morgan Freemans, en su serie Cosmos explicaba la teoría en detalle (a nivel de divulgación) en un capítulo clásico en el que incluso se hacía una representación animada de la evolución desde los primeros seres unicelulares hasta llegar al ser humano (con una muy mística música de fondo de Vángelis).
Entonces el Creacionismo no es una especie de anti-Darwinismo, en todo caso el Darwinismo sería una especie de anti-Creacionismo, el cual tiene algunos miles de años más de vida. Pero en realidad yo preferiría no hablar de anti- nada sino de que, simplemente, naturalmente, en el curso natural de la evolución de la mente y conocimiento humanos, como muchas veces ha ocurrido, una teoría fue sustituída por otra mejor, que explica la realidad de manera más exacta, y que se ajusta con mayor precisión a una cantidad de evidencias científicas acumuladas a lo largo de muchos años de investigación.
Sin embargo, si bien yo creo que es válido hablar de una evolución mental “de la humanidad” en general, también es cierto que esta evolución nunca es pareja, y que hay un amplio margen para diferencias de maduración en los diferentes individuos.
Un ejemplo poco creíble (pero cierto), es que aun hoy hay grupos (que podríamos llamar geo-chatistas, qué sé yo) de personas que rechazan la esfericidad de la tierra, y sostienen la teoría pre-colombina de la tierra plana (!). Estos grupos incluso tienen páginas web y reciben muchas visitas. Yo entré una vez a uno de esos sitios y no pude menos que divertirme un rato leyendo las diversas (e ingeniosas en verdad) explicaciones pseudo-científicas que trataban de dar ante las enormes evidencias de la falsedad de sus creencias. Entonces, si un hecho tan evidente como la (aproximada) esfericidad de la tierra, que día tras día es verificado en la práctica de mil maneras, aun encuentra focos de resistencia, qué podemos esperar de una teoría que se basa sobre todo en evidencias arqueológicas, pero que para apreciarla “en funcionamiento” deberíamos vivir unos cien mil años, más o menos. En ese período de tiempo tal vez podamos observar que el cuello de las jirafas ha crecido un par de centímetros, pero lo más probable es que a esa altura ni siquiera nos acordemos cómo era la jirafa cuando éramos chicos (además ¿quién se va a estar fijando?; el que vio una jirafa las vio todas).
Pero la pregunta es: este tipo de movimientos, ¿pueden considerarse peligrosos? ¿No son más bien folclóricos, más dignos de una mirada condescendiente que de ponernos en guardia ante la posibilidad de que lleguen a “dominar el mundo”?
En la profundidad de la selva amazónica aun hoy hay tribus que tienen religiones animistas, que adoran a los dioses de la lluvia, del viento, etc, y que realizan sacrificios rituales de distinto tipo para “propiciarlos” y así tenerlos “a su favor” (bueno, quién no quiere tener viento a favor, ¿verdad?, ho, ho, perdón). Ya que mayoritariamente estas tribus se encuentran en territorio brasileño, y siendo Brasil un enorme país que tiene gran influencia política y económica sobre los demás países de latinoamérica, ¿deberíamos preocuparnos por estos fenómenos y sentirnos amenazados?
Puedo entender que la Iglesia Católica, tanto tiempo como ha estado lamentablemente apegada a la interpretación literal de la Biblia (incapaz de entender que es un notable compendio de relatos simbólicos), ante la aparición de la teoría de la evolución ha visto amenazadas sus creencias. Pero aun en este caso veo (lentos) avances, y por allí en alguna encíclica que no recuerdo (alguno me podrá decir mejor) se admitía la posibilidad de la evolución, destacando, obviamente, que de cualquier manera no iba en contra de la fe. Es todo cuestión de tiempo, también la iglesia deberá actualizarse si quiere sobrevivir. Recordemos que ya dio un paso importante reconociendo hace poco que Galileo tenía razón nomás (pucha digo), que la tierra es redonda y gira alrededor del sol. Esto va dicho con respeto y cariño hacia esa institución, que más allá de sus múltiples errores (y horrores), ha desempeñado y desempeña un importante papel en la evolución espiritual humana.
Hay que entender que todos estamos en caminos diferentes y tenemos tiempos de maduración distintos, y todos los caminos son respetables.
En fin, sin duda que hay un largo camino para recorrer por la humanidad en su desarrollo mental y espiritual, pero en cuanto a todos estos grupos neo-creacionistas, neo-geo-chatistas, etc, yo no me preocuparía tanto como Dolina. Creo que no hay que dar por el chancho más de lo que el chancho vale (por favor que nadie en este foro se dé por aludido).
Finalmente, los que tienen la fortuna (enorme fortuna, en verdad, más valiosa que todo el oro del mundo) de que la simplicidad de sus mentes los ha conducido desde el escepticismo a la fe y de la fe a la certeza, saben que no necesitan que el mundo se haya creado en siete días para retornar a su fuente primigenia y volver a hacerse uno con la Verdad Absoluta que es su verdadera, permanente identidad (esto último es una apreciación estrictamente personal que no involucra al medio para el que estoy escribiendo).