Querida Mariela: me has dejado casi sin palabras, a pesar de lo cual intentaré hilvanar algún comentario.
Con el término "condiciones materiales" me refiero a todo lo que tenga que ver con este plano que percibimos mediante los sentidos, lo cual incluye nuestros cuerpos, que también son materiales, en definitiva. En ese sentido digo que los científicos trabajan para mejorar las condiciones materiales de nuestra vida, no es un término despectivo para nada.
Respeto mucho y me solidarizo con quienes han sufrido y sufren enfermedades en sí o en su familia, o a quienes han sufrido pérdidas de seres queridos, todo lo cual por cierto también he sufrido (sobre ésto está la famosa parábola de Buda del grano de mostaza, pero no quiero que el comentario se haga muy largo).
Buda, Jesús, y otros, si bien se movieron e hicieron algunas cosas importantes en este plano material, como bien dices, el objetivo central de sus enseñanzas era que entendiéramos que este plano que percibimos con los sentidos no es todo lo que existe, ni muchísimo menos. Nos dieron unas herramientas, un camino, unas enseñanzas, para que descubriéramos por nosotros mismos que este plano material es apenas un reflejo imperfecto (consecuencial) de otro mucho más profundo y trascendente (causal) y entonces, como ellos, pudiéramos trascenderlo.
Jesús resucitó a Lázaro, pero Lázaro finalmente terminó muriendo, como todos. Curó enfermos, pero todos ellos murieron más tarde o más temprano. Jesús mismo, en tanto cuerpo, también se desintegró. Sin embargo, Jesús hablaba de “vida eterna”. ¿Por qué? ¿Cuál es la vida eterna?
El objetivo final de las enseñanzas de Buda y Jesús (aunque es evidente lo mal que han transmitido su mensaje las diferentes iglesias creadas para difundir esas enseñanzas, sobre todo las cristianas), es el fin del sufrimiento, no con parches parciales y temporarios, sino en forma absoluta y definitiva. Para lo cual, es evidente, debemos trascender el plano material, esto es: debemos hacernos conscientes de que no somos un cuerpo/mente, debemos ser conscientes de quiénes somos en realidad. Y no en un supuesto paraíso después de la muerte (ese es uno de los errores de la Iglesia Católica), sino aquí y ahora.
Ninguno de los dos intentó describir la verdad absoluta, porque no puede ser descripta, pero nos invitaron (o nos conminaron más bien) a buscar dentro de nosotros mismos.
Hay que buscar. Hay que bucear. Hay que busquear (no, eso borralo).
Para eso hemos nacido.
En este punto ya no puedo continuar adelante, porque tanto las palabras como mis escasos conocimientos resultan totalmente insuficientes e inadecuados.