Estimado Julian Marino Davolos:
Te escribo desde mis no-vacaciones de otoño luego del verano (quiero decir que estoy en el hemisferio sur desde hace tiempo, y trabajando).
1) Lo de “ególatra” no va en que se expongan razonamientos, sino en la forma en que éstos se expresan. Si tú ninguneas, desprecias o ridiculizas a otras personas porque has tenido la posibilidad de estudiar y has acumulado más conocimientos que ellos, eres una pobre persona, independientemente de cuán culto o inteligente seas, o cuán encumbrado sea el trabajo que desarrollas.
Hablé de acumular conocimiento, que no de alcanzar sabiduría, la cual va siempre necesariamente ligada a la humildad.
La persona de marras se ha caracterizado por un destrato contínuo y casi indiscriminado hacia las demás personas del foro (que a mí me resultaba hiriente aun no siendo el destinatario del mismo), a partir de una auto-complacencia casi onanística en su propia persona, sus supuestos conocimientos, sus títulos, su currículum vitae, etc. Quizás no sea la única persona del foro con comportamientos despreciativos hacia otros, pero es por lejos la más agresiva.
De cualquier manera, te reconozco que yo no soy quién para juzgar a nadie, y acá va mi primer pedido de disculpas. Entre mis múltiples defectos está el no digerir bien a las personas vanidosas, lo cual no hace otra cosa que revelar algo de vanidad herida en mí mismo, que es lo que debería preocuparme en corregir, en vez de estar corrigiéndola en otros.
2) Tienes razón, tampoco fue feliz mi expresión sobre el cine. Me dejé llevar por mi excesiva devoción hacia el maestro Kurosawa y le di un tono demasiado terminante a mis palabras. Ciertamente cualquiera tiene el derecho a opinar sobre cine sin haber visto “Rashomon” o “El Ciudadano”, como cualquiera puede hablar de literatura sin haber leído el Quijote o “Cien Años de Soledad” o “El Aleph”, o cualquiera puede hablar de arte sin haber visto “La Gioconda”. Sí creo que a esas personas les estarían faltando referencias o parámetros de calidad muy importantes en cada una de esas artes. Reconozco, de cualquier manera, que expresé la idea de muy mala forma.
3) No me considero un argentino compadrito, sobrador, gastador, chabacano ni envidioso. Para empezar, no me considero un argentino de ninguna clase. Haciendo acto de fe en mis mayores, creo firmemente haber nacido en Montevideo, donde he pasado la mayor parte de mi vida. Por lo demás, trato de no incurrir en esas conductas tan desagradables que me atribuyes, pero prometo que haré un examen de conciencia profundo y trataré de corregir cualquier lamentable desviación en ese sentido. Éste es un examen, además, en el que trato de estar contínuamente, y ciertamente es una tarea de por vida. Lo que sí ahora puedo reconocer y ser consciente es de que muchas veces no puedo resistir la tentación de pinchar el globo del ego de aquellas personas que suelen inflarlo con helio, y además le arriman el fuego para que levante vuelo. Ahí sí, trato de pincharles el globo, o de apagarles el fuego, o ambas cosas. Rémoras infantiles, dirás tú, y es verdad, te lo reconozco, es otro de los muchos defectos que debo superar.
Sólo me queda agradecerte (sinceramente, sin ninguna ironía, si me puedes creer) la referencia que has hecho de mí, la cual trataré de que me sirva para ser más consciente de mis muchos errores, y a partir de allí tratar de superarlos.
Un abrazo.