Ciudadano32, es cierto: Martín de Palermo siempre estuvo ahí, solo que no tenía tantas herramientas para comunicar al mundo entero su preferencia por los días de calor y su convicción de que la solución está en que hay que matarlos a todos. Por lo demás, era inevitable que LVST dejara de ser un ejercicio de transgresión artística para convertirse en una rutina bastante previsible y bien adaptada a este presente; el problema, como vos decís, es que no haya podido hacer escuela, y que toda esa originalidad (musical, literaria, humorística) muera con Dolina. Confiemos en que la adolescencia irresponsable de Gillespi dure unos años más y que se junte con Dorio para aterrorizar a los productores.
Uno podría suponer que esa decadencia artística es global, pero me parece percibir que en otros países más conscientes de todo lo que está en juego sucede lo contrario; las formas más transgresoras y experimentales son alentadas y hasta subsidiadas por los Estados nacionales, quizá como reacción al soft power que mencionaste; también me parece notar un esfuerzo creciente por la promoción de carreras científicas duras y tecnológicas a través de todos los medios disponibles; la comparación cualitativa y cuantitativa de esos contenidos en inglés (y en dos o tres idiomas europeos más) en Internet con sus equivalentes en castellano puede ser decepcionante. (Recuerdo a alguien que pretendía deducir las características de toda la juventud mundial a partir de la observación de un pequeño grupo de preadolescentes de la Argentina profunda, y que de ahí sacaba conclusiones generales e inapelables; ese sesgo ombliguista tal vez no nos deja ver que quizá Argentina es hoy sujeto de un experimento económico similar al Grecia fue sometida hace más de diez años. Omito los detalles porque no soy experto en el tema y porque mi intención es sugerir hipotéticamente que quizá no podamos dar por general un declive a partir de las observaciones de Martín de Palermo; hago todas las salvedades posibles porque desconfío de mis opiniones y criterios.)
Reconozco, eso sí, la victoria de Martín de Palermo, que ahora tiene el poder de instagramear hasta el último de sus desayunos.
Mariela: gracias por recordarme así, y no como la persona que en realidad soy (un miserable, aburrido y monotemático egoísta; si alguna vez cometí un acto de nobleza, juro que fue por error o accidente, y que no se repetirá).