Coincido con Dolina en que las transmisiones previas a los partidos (más largas que los partidos mismos) son insufribles, que son un canto al ego de los periodistas (lo cual no es más que un reflejo del resto de las actividades humanas, ésto es un agregado mío), etc, etc.
Pero querido Alejandro (ahora soy Dorio), no tengo que decirle justamente a ud que un buen libro es siempre una opción mucho mejor que ponerse frente al televisor. Y si por algún condicionamiento ancestral (que todos tenemos) no puede ud resistir la tentación de ver un partido, averigüe la hora en que comienza y prenda el televisor a esa hora.
Eso es lo que hice en el último partido de Uruguay contra México, y empecé a ver justo cuando estaban tocando el himno...de Chile (*)
(*) A pesar de todo, me gustó ese gesto de hermandad; es un comienzo. ¿Qué tal si todas las selecciones cantaran el himno de otro país? (ya sé: una chotada).
PD: Esta referencia al partido Uruguay-México la hice sólo para ejemplificar lo que quería decir. No ahondaré en otros aspectos del mismo, ni contestaré ningún comentario insidioso al respecto.