Amigo Enoch: no sé bien a quiénes más se refiere cuando habla de “ustedes”. Si se refiere a las personas que tienen algún tipo de creencia religiosa, tal vez esté incurriendo en una simplificación peligrosa. En lo personal, me siento mucho más cerca del materialista escéptico que busca angustiosamente encontrar un sentido a la vida que del religioso orgulloso y que cree tener todas las preguntas resueltas, y que ha dejado de cuestionarse y buscar (si es que lo hizo alguna vez).
Le diré que concuerdo con ud en un 99,99%. Los humanos somos seres absolutamente insignificantes. Aun más, cuando se avanza en el camino espiritual se va comprendiendo que somos menos que insignificantes: somos nada, absolutamente nada, una mera ilusión. Todos los grandes místicos lo han dicho, de distintas formas y con distintos lenguajes y simbolismos, adaptados a la capacidad de comprensión de las gentes a las que hablaban. Einstein, que no era un místico pero que a su gran inteligencia y conocimientos científicos unía una aguda intuición metafísica, decía que “el mundo es una ilusión, aunque una ilusión persistente”.
Los baños de humildad que tenemos que darnos deberían ser muy frecuentes, o más bien deberíamos estar contínuamente sumergidos en la humildad.
“¿No es ud ambicioso?” le preguntaron a Gandhi una vez, a lo que respondió: “Claro que sí, soy la persona más ambiciosa del mundo, quiero llegar a ser nada”.
Ahora bien, ¿qué es esa “nada” de la que hablaba Gandhi y los místicos? Si le digo que esa nada al mismo tiempo es TODO creo que ud no me va a creer, así que haga de cuenta que no dije nada (o todo).
Vamos por otro lado. La insuficiencia e inadecuación de las palabras (y del intelecto en general) es proverbial cuando queremos acceder a lo Absoluto, a lo Infinito, y si a eso le sumamos mis propias limitaciones inherentes (igual de proverbiales), el resultado es que tal vez no pueda decirle nada que le sea de utilidad, pero haré mi mejor esfuerzo (lo cual no es mucho decir).
Hace algunos años yo solía ser un ateo contumaz, de los que se regodeaba discutiendo con los religiosos para hacerles ver lo absurdo de sus creencias y “derrotarlos” intelectualmente. Mi ego estaba por las nubes, lo mismo que mi ignorancia (estos dos siempre van de la mano).
Pero a pesar de eso, muy dentro mío había algo que rechinaba, que no encajaba, algo que me decía que este universo regido por leyes tan perfectas, y mi presencia dentro en él, por más insignificante que fuera, tenían que tener un sentido.
Un día, digamos por casualidad, cayó en mis manos un libro de un maestro espiritual hindú y ese fue el punto de quiebre de la estructura. Desde entonces no he parado de tratar de buscar y nutrirme de los grandes místicos de todas las tradiciones: cristianos, budistas, hindúes, musulmanes, etc. Los grandes místicos hablan el mismo lenguaje cualquiera sea su tradición religiosa de partida, porque han accedido directamente a la misma Realidad última.
¿Qué nos dicen todos ellos? Esencialmente, simplemente, telegráficamente, nos dicen: “nuestro peor enemigo (el único en realidad) es nuestra equivocada identificación con el falso e ilusorio compuesto cuerpo/mente, una identificación habitualmente llamada “ego”. Maten el ego, y descubrirán quiénes son en realidad. Maten el ego, y entenderán. Mientras el ego persista, estarán ciegos”.
“No sé quién es ese hombre, no sé si es hijo de Dios. Sólo sé que yo estaba ciego, y ahora puedo ver” es una mística frase de los Evangelios.
“Mata el ego, y asegúrate de que esté bien muerto” decía el Buda.
¿Qué es “matar el ego”? Sacarle su sustento, el punto de apoyo de su ilusoria existencia, esto es: el apego a las cosas materiales, a los placeres sensoriales, y en general cualquier sentimiento que tienda a consolidar el “yo” pequeño como distinto y separado de otros “yo”.
Por poner un ejemplo cualquiera (no lo tome como algo personal, ¿verdad?), estamos alimentando el ego cuando nos peleamos con otros participantes del foro y los vemos como absolutamente distintos e inferiores a nosotros.
En fin, habría mucho más para decir, o tal vez no, pero lo cierto es que estoy llegando (o ya lo pasé hace rato) al largo máximo tolerable para un comentario. Conste que me venía cuidando en ese aspecto, pero si me buscan…
En fin, espero haber dicho algo útil, aunque la verdad, tengo mis serias dudas.
Como corolario le transmito (como más o menos lo recuerdo) un consejo que el sabio hindú Sri Nisargadatta solía darle a sus visitantes: "no dé por sentado que el mundo y la vida son lo que parecen. Busque, indague, cuestione. Vea las fallas, las inconsistencias, los muchos agujeros que tiene la red. No deje de buscar nunca, y hallará".
Le mando un gran abrazo.