Ni Krank, ni Brauser: nos llamamos Legión porque somos muchos, somos. Vivimos apretados como perejil en maceta dentro de este infeliz, pero al menos no tiene lepra ni sarna. Ya dijimos que cuando vengan los chupacirios y nos echen de aquí, nos buscamos un cuerpo más hospitalario, onda Christina Hendricks o Barbara Schöneberger; eso de andar viviendo en chanchos suicidas es de una incomodidad abominable.
Yo también lo ignoro, pero seguir manteniendo a gente con estas ideologías en su equipo (y dejar que las implemente) hace que recaiga sobre él.
Estoy de acuerdo, Ciudadano32; detestaría que mi observación pudiera confundirse con una tibia defensa de Kicillof o sus circunstancias. Por otra parte, me apena que sea justamente Villarruel quien sepa siempre cómo, dónde y cuándo pegar el golpe para ganarse la simpatía de multitudes, mientras que quienes alguna vez fueron los nuestros —de forma total o parcial— insistan en participar de movimientos vanguardistas que atrasan varias décadas. Kicillof puede no ser responsable de algunos detalles en particular (por ejemplo, esos párrafos de ese libro), pero sí lo es en general al promover ideologías que dan sistemáticamente la espalda a la realidad y a los más débiles y desprotegidos en favor de esa caterva que postula que el DNI no binario es más importante que la seguridad alimentaria. Tal vez una jugada inteligente de Kicillof sería reconocer públicamente el error y dar marcha atrás, aunque es posible que el temor a la sagrada ira de Facundo Saxe se lo impida.
Una lástima, con las ganas que tenía de escribir sobre un procedimiento humorístico que imaginó Dolina (desarrollar un chiste y omitir el remate) y su relación con una película china muy poética y alusiva a una de las conjeturas más sombrías sobre el universo, inspirada en una de las novelas más importantes de toda la literatura de ese país, pero Cometierra.