Mauricio, me gustó lo de la casa llena de memoria, yo nunca tuve una casa así, con referencia. Siempre fueron casas relativamente modernas para la época.
El apartamentucho al que me mudé la primera vez, era muy viejo, pero lo único que me pudo contar una vecina es que los antiguos inquilinos (que la despojaron hasta de la ventana de la cocina) tenían un gallinero donde luego fue mi dormitorio (sí, en pleno Montevideo). Me encanta esa memoria ancestral, yo la he podido recuperar (sólo algunas piezas de un rompecabezas) en Caraguatá, una localidad de Tacuarembó (sí, éste) donde nació y vivió mi padre. No sabe, da para hacer un libro.
Por eso soy tan mala, vengo de familia de gauchos que le daban a la escopeta y el cuchillo y una tatarabuela que sacó corriendo unos ladrones a lanzasos, solita en su rancho en el medio del campo, casada a los catorce años.
Ya me enloquecí y me fui de mambo. Perdón, esa es la verdadera Marta.