Mariela, gracias por preguntar; no podrás imaginar cuántas ganas tengo de volver a escribir setenta páginas de mala literatura (la única que me sale bien) sobre Russell (sobre Ken, aunque también sobre Bertrand), sobre Nabokov (¿por qué esperé tanto tiempo para leer «Fuego Pálido»?), sobre la inverosímil amistad de Dolina con Darío Sztajnszetcétera (insisto: si se llamara Eleuterio Gómez y no cuidara tanto su impostura del desaliño, sería empleado del mes de algún McDonald's de la Argentina profunda), sobre nuestro enamoramiento con el sesgo de confirmación, sobre la escarapela que estoy bordando con mis propios pelos para regalársela a Laura Richardson cuando venga a asumir el virreinato, y todo así.
Lo cierto es que últimamente estoy trabajando como un afroamericano (mi intención original fue escribir «negro», pero mi asesor jurídico no lo creyó buena idea y amenazó con denunciarme al INADI), y por trabajar no quiero decir algo como elaborar una brumosa tesis doctoral sobre el panteísmo en Hölderlin, sino a destruir paredes, remover escombros, pintar, hacer muebles a medida, descubrir cuán ineficaz soy para esas tareas, respirar polvo de ladrillo como si fuera oxígeno, etcétera. (Nada de lo anterior debe rebajarse a lágrima o reproche: todo lo contrario.)
No volví a oír programas nuevos de LVST desde el día del berrinche público de Dolina contra Gillespi en el Segundo Congreso Latinoamericano de Ciencias Sociales; es comprensible, todos somos reemplazados por avatares de calidad descendente, pero persistir en un acto que ya no me producía placer estético ni alegría me pareció un hábito preocupante. (A juzgar por la reseña de Ciudadano32, creo que tomé la decisión correcta.) Sí disfruto de muchos de los programas que DavidV compartió con nosotros, algunos de ellos completamente nuevos para mí.
En otro orden de cosas, sigo asombrado por el creciente virtuosismo de quienes modelan la percepción de la realidad, asistidos por las nuevas tecnologías de la comunicación; creo que son los mejores psicólogos empíricos y basados en evidencia que hayan existido jamás. (Mientras tanto, Rolón perfecciona su nuevo personaje, injerto de hombre santo del Brahmaputra y predicador de la fe en la forclusión. Una lástima.)
Me parece que ese tornillo fix que me ensarté estaba oxidado; hasta donde puedo recordar, este dedo no tenía ese color.