Te leo y apriori estoy con vos, Virginia.Claro que ningún trabajo es humillante, nadie es imprescindible, todos somos necesarios, bueh, es lo que dicen.Y por supuesto que admiro a los que estando en la jerarquía menos valorada de la salud, son quienes más hacen por el bienestar del otro.Y no son ni bien pagos por ello, ni reconocidos como debieran, ni acá ni en ninguna parte.
Yo admiro y me conduelo de los obreros de la construción, cuando los veo, tan desprotegidos, construyendo algo, que en ni en sus sueños más delirantes, podrán habitar.
Y me pongo hecha un basilisco, cuando en la leyes de educación hablan de igualdad de oportunidades.Mentira.Algo se puede hacer desde la escuela , las cosas han mejorado, pero en lo macro, sabemos que es un grano de arena en el desierto.
Pero hablaba de Adolfo y de cómo, aún en circunstancias más que adversas,( su papa murió cuando tenis 11 años), y su madre,ama de casa, tenía tres hijitos que criar, menores que él, pudo, saliendo a la calle a laburar, de lo que fuera, honestamente, claro, estudiar y remontar esa situación.
Hay quienes los entornan mejores circunstancias y nada, como decis, ahí se quedan, calladitos y conformes.
Ser águila y atreverse a la desmesura, tiene sus riesgos y sus pérdidas; ser gorrión, también.
Algunos logran una fusión, un equilibrio, que les permite estar arriba, (desde donde es difícil ver a la gente, tan chiquita), y sin embargo, compartir, ayudar a crecer a los demás, porque sabe, siente que son sus iguales.
Agradeciendo lo que le ha tocado, malo o mejor, porque lo fortalece, y lo logrado con esfuerzo y con Talento, a que negarlo.
Ya dice el saber popular:"lo que Natura, non da, Salamanca non presta".Bueno, es lo que dicen.Mantengo mi opinión "in pectore".