Vi el video de Felipe Pigna que compartiste sobre las elecciones del 46 y la verdad flojito flojito, Todo en un tono "JO JO mira que salame que era Braden Jo jo"
Exactamente, Mariela: esa progresía correcta, cobarde, mafaldista, ególatra, endogámica e incapaz de detener un genocidio por temor a transgredir accidentalmente alguna ordenanza municipal también es cómplice de este momento histórico; le dijeron a la gente «No se preocupen, al final los buenos siempre ganan y los malos terminan en la cárcel», la pasteurizaron, le neutralizaron el género, le quitaron los instintos de supervivencia (tan útiles para seguir siendo la especie dominante), la entregaron atada de pies y manos a quienes sí entienden cómo funciona el mundo real. Para los miserables como Pigna (buen ejemplo de lo dicho anteriormente), todo se reduce a ganar alguna batalla retórica en algún programa de televisión visto por diez personas semidormidas y babeantes, y a presumir superioridad moral e intelectual.
Una vez pensé irónicamente mientras oía a un ex funcionario recién sobreseído: «Endeudó al país por varias generaciones, cobró comisiones millonarias en dólares por hacerlo, no será condenado porque tuvo la precaución de que todos sus actos fueran formalmente legales, terminará la entrevista y volverá feliz a su casa, donde lo espera su familia para abrazarlo y felicitarlo. Seguramente vivirá bien hasta una edad muy avanzada y morirá rodeado de todo el cariño y los cuidados que el dinero puede pagar. Qué imbécil».
O como ese personaje de Sobre héroes y tumbas:
¡Cuánta reserva de imprevisión y de estupidez había aún en mi espíritu! Pensar que yo me consideraba como un lince, que creía no dar un paso sin examinar previamente el terreno, que me consideraba un razonador potente y casi infalible. Pobre de mí. No me fue difícil entrar en relaciones con la ciega. (Como quien dijera, "pedazo de idiota, no me fue difícil lograr que me estafaran".)
Dije que Felipe Pigna era un miserable como tantos otros de su clase, y no me retracto: no puede ignorar, no tiene derecho a ignorar que sus palabras llegan a millones de personas que le creen, y que predicar esa pasividad y esa mansedumbre con un enemigo a la vista feroz y carente de compasión es un crimen, una monstruosidad cuyas consecuencias jamás llegarán hasta la torre de marfil donde redacta sus valientes alegatos para Página Coso y similares.