Ciudadano32, cargué las tintas sobre Pigna del mismo modo que podría haberlo hecho sobre Sztajnszrajber, sobre Peñafort (y aquí tengo que omitir miles de apellidos por motivos de espacio) porque me parece que configuran una tipología de persona sumisa y soberbia al mismo tiempo, que afirma conocer la realidad cuando en realidad le da la espalda y prefiere llegar fenomenológicamente a la conclusión que más le agrada, adicta al halago y a los seguidores incondicionales (hábito que la redes sociales potencian mucho), disimuladamente fundamentalista, subrepticiamente sectaria, algo hipócrita, ideológicamente pura. (Cuando en el programa de Dolina se hablaba de pureza extrema, Jorge Dorio solía citar una frase atribuida a Perón: «Algunos hombres son como el agua destilada: no sirven ni para beber ni para regar las plantas».)
No quiero hacer de esto una pieza doctrinaria, no me da el cuero para eso; solo quiero expresar mi fuerte sospecha de que la actividad pública de esa clase de personas es más perjudicial que beneficiosa para los más débiles en todo sentido (que serán quienes finalmente pagarán todos los costos), y mi cuasi convicción de que no hay forma que no lo sepan.
Tampoco estoy seguro de que la mera exposición de una atrocidad (histórica o actual) produzca necesariamente indignación ante la injusticia, y que incluso puede hasta exacerbar la crueldad: por ejemplo, hace unos diez días, Ta'kiya Young, mujer negra embarazada de ocho meses, fue fusilada dentro de su auto por un policía, por un presunto hurto de alcohol en un almacén; el fusilamiento, grabado con detalle por las bodycams de los policías y disponible en casi todas las redes, fue masivamente festejado por los usuarios porque «a la ley hay que respetarla». ¿Recordás el caso análogo del jubilado Vicente Ferrer en el Coto de San Telmo? Se me ocurre que subestimar el sadismo potencial de una turba no es buena idea, como aquellos contemporáneos de Giacomo Casanova que iban a las ejecuciones públicas para tener relaciones sexuales mientras miraban cómo guillotinaban a alguien.
Entonces, ¿qué habría que hacer? ¿Ocultar la historia, ignorarla? No lo sé; sí sé que en este mismo momento hay una candidata argentina a un alto cargo político haciendo apología del genocidio e incitando con éxito a sus seguidores a burlarse de la tortura y la desaparición forzada de personas.
Ciudadano32, sé que en el fondo no respondo ninguna de tus preguntas (o quizá sí); no tengo interés en caer en la tarea policial de linkear muchos «Mirá qué dijo X el día Y a la hora Z» (por supuesto que absolutamente ninguno de nosotros resiste un archivo, por supuesto que si pasara la Justicia personificada a nuestro lado, no nos saludaría); sí tengo toda la intención de decir que quien sabe que su actividad pública es potencialmente perjudicial para los intereses de los menos favorecidos, pero que al mismo tiempo se niega a dar un paso al costado, es también cómplice del posible genocidio social que se viene.