¿Mencionó Dolina alguna vez la película «The Impostors», dirigida por Stanley Tucci, a quien sí se refirió varias veces como un actor pelado? Digo, porque la música de esa película tuvo mucho que ver con el pianista Fernando Marzán, compañero de Dolina en varios programas. La escena de apertura es un duelo criollo en New York con fondo de «Prepárensen» (sí, está bien escrito) de Piazzolla, y el leitmotiv de toda la película es «Parlez‐moi d’amour», primero en la versión clásica de Lucienne Boyer y cantada al final por Hope Davis; ya estos detalles deberían haber llamado la atención de Dolina, por no mencionar una breve intervención de Woody Allen (un cameo, en realidad).
No digo más por si a alguien se le ocurre verla; no es una genialidad, no es una obra de arte ni nada por el estilo, pero es una de las películas más honestamente divertidas que vi en mi vida, con muchos de los mejores actores norteamericanos (Stanley Tucci, Tony Shalhoub, Allison Janney o Steve Buscemi, sin ir más lejos) y algunos europeos (Billy Connolly, Isabella Rossellini, Alfred Molina); no son las típicas grandes estrellas del cine (con la posible excepción de Rossellini), pero sí son todos buenos actores de verdad. No, no tiene nada de profunda crítica social ni de empoderamiento ni de visibilización de la problemática de las violencias contra las diversidades ni de compromiso con la articulación de espacios; esta no es para vos, querido amigo progre. No, esa no: ¡esta!
Dolina, más Stanley Tucci y menos Stanley Kramer.