Mariela, ayer hice exactamente eso que propusiste porque me pareció muy divertido (envié un mensaje al WhatsApp de LVST sugiriendo algún parentesco entre Cora Barengo y Carlos Argentino Daneri), aunque no creo que lo lean. (Envié muchos mensaje del mismo corte camorrero, pero no tengo confirmación de que alguno de ellos haya sido leído al aire.)
Debo aclarar que no tengo nada contra las formas más experimentales del arte; disfruto de muchos de los poemas de Horacio Ferrer, y estoy bastante seguro de que estos tiempos tan correctos piden a gritos una salvaje patada de poesía de A. Pizarnik, por ejemplo (en especial de «Sala de Psicopatología» y textos similares) para poner algo de contrapeso a la buena onda de instagrammers y charlistas de TED. (Id est, la psicóloga social Amy Cuddy y su teoría pseudocientífica de que toda adversidad de la vida puede ser vencida mediante el lenguaje corporal.)
Mi problema (¿mi sesgo cognitivo, mi prejuicio?) con «Capitana a caballo de mi sombra» es que lo sospecho uno de esos objetos cuasi políticos diseñados para fingir épica, intrepidez y transgresión con fines de chantaje sentimental; quizá no sea así, pero me parece oler ahí mucho de ese progresismo berreta persuadido de estar transformando al mundo desde un teatro concurrido por un puñado de rentistas que van a expiar sus pecados de insensibilidad social con el mismo espíritu que nuestros mayores iban a misa.
Sigo oyendo «Alle Tage ist kein Sonntag» (por Till Lindemann, cantante de Rammstein, acompañado por el exquisito sonido de violín de David Garrett); estas cosas sí renuevan mi fe en la humanidad, en especial a las cuatro de la mañana.