Eso, Tomás, le juega en contra hasta en sus interesantes derivaciones, en el momento de las dedicatorias que Dolina, como a pocos, le permite realizar.
Su forma de expresarse tan atropellada, a veces titubeante, hace que se dificulte seguirlo, a menos que uno tenga entrenamiento, por haberlo escuchado en otras épocas.
Hasta parece molestarle que otros hablen poco.Anoche, cuando Manuel contesta con un lacónico"si" a una pregunta suya, acota :"Ud. siempre tan locuaz, Moreira".
Evidentemente, el silencio es algo inmanejable para el buen Jorge.
Me imagino a sus alumnos tratando de procesar la información que les tiraría , sin pausa.