Tal vez vos Humberto podrías hacer un programa mejor. En lo que a mi atañe podría decir que el Negro no necesita que lo "banquen" o que le hagan el aguante. Se banca solo. Es decir, es una fuente de placer en sí misma. Nadie se flagela o tortura escuchándolo, ni lo hace con un revólver en la cabeza. Si mantuvo estos niveles de audiencia durante 31 años y con una continuidad que ningún programa jamás tuvo en la radio argentina, por algo será. La repetición de los gags ya ha sido explicada por él en ocasiones. En mi concepto responde a una forma de humor que ya no existe en la Argentina y que añoro, es esa cosa de estar esperando que el capo cómico diga determinada cosa y aun a sabiendas de lo que dirá, reírse igual y con más ganas que nunca. Pero Dolina siempre ha aclarado que sobre una base de esquemas repetidos o en continuidad se producen las variaciones que ofrecen la novedad, y eso es lo rico del programa. Es un esquema de trabajo adecuado a un programa de radio que sale toda la semana durante años. No es una novela o una obra de teatro. Cosas que hizo aparte y muy bien. Por eso no cobra la entrada. Si fuera cansino o hartante, no se entiende que haya oyentes que lo escuchamos desde 1996, otros desde 1990 e incluso algunos desde 1985. Lo que sí puedo concederte, es que todo tiene decadencia, hay procesos de desgaste. Los años, el tiempo, las cosas desgastan. Cualquiera puede escuchar en esta página programas viejos, de hace 20 años y notar que había cierta chispa, creatividad, velocidad, ocurrencias, raptos inspirativos, etc. que tal vez ya no tengan igual intensidad. También es cierto que aporta el partenaire. No soy un Barton fan por ese motivo, porque siento que con Barton no puede tener vuelo filosófico ni poético, es muy llano, sólo puede hablar de cortadoras de pasto o sanguches de miga. Quien más lo inspiraba en ese sentido era Rolón, por eso lo considero el mejor. No porque Rolón sea Shopenhauer, sino porque tenía esa condición como el personaje Momo de Michael Ende, que tenía la cualidad de hacer sacar lo mejor de sí a las personas a quienes escuchaba. Una mezcla de respeto, admiración, compañerismo, complicidad, y sobre todo de talento y agudeza necesarias. Y Dorio en los 90' también hacía buen contrapunto con el Negro. En su vuelta ya estaba más viejo y más desbocado, y no hacían la misma simbiosis. Eso era evidente. Sobreabundaba en el chiste fácil sexual, o la permanente connotación o alusión a la coyuntura política, algo que nunca fue la nota saliente del programa, todo lo contrario, más bien la anacronía y el hablar sobre cosas extemporáneas.