Siendo un bartoniano convencido, sin embargo comprendo (y por supuesto respeto, faltaría más) las críticas que se le hacen, sobre todo en cuanto a sus carencias culturales. Es cierto, Barton no es un intelectual, y -lo mejor- tampoco pretende serlo.
Pero que se ocupe de temas cotidianos y -podría decirse- banales, está muy lejos, yo creo, de que sea superficial. Barton tiene una mirada muy aguda sobre esas situaciones, que le permite observar, analizar y comprender las motivaciones de las conductas de las personas con gran precisión. Tiene la capacidad de ver detalles del comportamiento de las personas (y sus motivaciones) que creo que a la mayoría de nosotros nos pasan inadvertidos. Creo que su mirada penetrante de las situaciones cotidianas no tiene nada que deberle, por poner un ejemplo ilustre, a las “Aguafuertes porteñas” de Roberto Arlt. Barton nos habla de nosotros, de cómo somos y de por qué actuamos como actuamos, ya sea en una academia de buceo, en un restaurante, en un cumpleaños o en el Colón. Nos pone un espejo, como decía antes. Y lleva a Dolina a ese terreno, en el cual, yo creo, también está lo mejor de Dolina.
Y ese aporte a mí –respetando otras opiniones- me parece más valioso que las incursiones “cultas” de Dolina, Dorio o Rolón. No me deja mucho una exposición de Dolina o Dorio sobre el neoliberalismo, convencido como estoy de que no existe "neoliberalismo" abstracto al que hay que combatir, sino que lo que hay que combatir es la raíz, el egoísmo en cada uno de nosotros. Siento muy lejanas las citas popperianas de Dorio o las reflexiones de influencia freudiana o lacaniana de Rolón. No espero que nada de eso me revele o me direccione hacia la verdad de la vida, convencido de que la verdad va por otro lado y no por los fuegos de artificio intelectuales. Me siento mucho más cercano a las simples pero atinadas observaciones de Barton –y también de Dolina, por supuesto- sobre los hábitos y costumbres cotidianas que todos tenemos y sobre las que me parece útil reírnos (en primer lugar), pero luego reflexionar sobre ellas, para tratar de cambiar.
Y pienso que ahí está también lo mejor de Dolina, en exponer y desnudar las miserias de las personas comunes en situaciones comunes, y no en sesudas reflexiones cultas donde me parece que a veces se mete en camisa de once varas y su pensamiento discurre por caminos sinuosos (por no decir que a veces creo que razona fuera del recipiente (vaya el homenaje a los geniales Luthiers)).
Aunque tal vez las personas que sepan más que yo (o sea, casi todas) me podrán corregir.
Creo que no es nada denigrante ocuparse de los temas cotidianos si se hace con la fineza y agudeza de visión que tienen Barton y Dolina. En eso Barton le marca el camino, le dice “esto es lo que tenemos que hacer, maestro, aquí está lo mejor de nosotros, este es el mejor aporte que podemos hacer al mundo”. Le dice: “Es por acá”.
Pese a lo cual no me opongo para nada a un 3er integrante que introduzca otro perfil y tal vez un mayor calibre cultural, para que el programa se haga más variado. Pero la base me parece que tiene que ser ese análisis costumbrista, en el que tanto Barton como Dolina tienen una habilidad maradoniana para tomar cualquier situación o suceso banal de la vida cotidiana, y transformalo en una teoría.