Gracias por la recomendación, Mariela. Creí que no iba a soportar a Barton (que en mi mente es el locutor oficial de la corrección política), pero me divertí mucho con su insistencia en hablar sobre la dificultad de armar un muñeco de Condorito, contra el santo horror de Dolina y Dorio; era otro Barton, naturalmente. Me gustaba ese estilo directo hasta la crueldad que daba Dorio al programa; sé que no le caía simpático a casi nadie, pero creo que su erudición y su incontrolable actividad mental («Vio cómo son los taxistas, que son personas de una incontinencia verbal rayana en Jorge Dorio») le venían muy bien a Dolina, que se animaba a temas que hubiera evitado en otras circunstancias.
Sé que a veces me ensaño con Rolón, pero es el único psicoanalista mediático que tengo a mano por el momento; además, necesito resolver la disonancia cognitiva que me producen este Rolón y este otro Rolón; no logro establecer una conexión entre ellos. Mis hipótesis son dos.
Los extraterrestres, hartos de que les tomaran el pelo (o aquello que tuvieran en su lugar) con el Chamamé de los marcianitos, abdujeron como represalia al Rolón original, le introdujeron sondas hasta en las orejas solo por joder, lo obligaron a aparearse con un ser hirsuto, gelatinoso y repugnante que al final resultó ser un productor televisivo, reemplazaron su cerebro con el que le afanaron a Bernardo Stamateas cuando se lo llevaron al ovni por error, y antes del amanecer dejaron al nuevo Rolón —ya libre de recuerdos, de sentido del humor y de él mismo— en la puerta de Andy Kusnetzoff, entre los sifones vacíos. El resto es historia conocida.
Rolón comprendió alrededor del 2007 que el mundo estaba cambiando mucho, y que permanecer cerca de Dolina y sus personajes era un suicidio profesional; ¡Adelgace, pedazo de gorda! era un chiste en 1994, pero en el 2007 era una condena a muerte civil. Tal vez razonó —acertadamente, creo— que si se alejaba en aquel momento de esos pecados de juventud, sus clientes del futuro no se los reprocharían, o ni siquiera se enterarían de ellos. Tal vez Rolón vio el futuro mejor que tantos licenciados y doctores en coso que se dedican profesionalmente a eso, pero que no vieron venir ni una sola porque estaban muy distraídos redactando papers sobre el trasero de Batman para el CONICET.
La hipótesis más plausible es la primera.
Por lo demás, me parece que el escepticismo de Rolón era genuino; no lo oí hablar jamás a favor de ninguna forma de pensamiento mágico (con excepción del psicoanálisis, por supuesto). Se quedó con una sola de todas las formas posibles de la superstición, y quizá con la peor de ellas. (Nada de esto le quita el mérito de haber sido una de las mejores cosas que les pasaron a LVST y a Dolina.)
Con respecto a Candela: fue un acto de cobardía y hasta de traición que la dirigencia de ese momento (con la excusa de la libertad de expresión y la tolerancia) no se animara a enfrentar con toda brutalidad a monstruos que no dudaron en explotar con fines políticos el secuestro, la violación y el asesinato de una nena. Odio a los genocidas sociales, y odio por igual a quienes no ofrecieron ninguna resistencia a su avance sobre nosotros.
Como yo también soy muy antisistema, no almuerzo al mediodía. ¡Tiemblen, capitalistas explotadores del trabajo asalariado!