Pensé exactamente lo mismo, Mariela; el primer segmento fue muy gracioso, la increíble historia de Berg (es cierto que Christopher Walken se parece muchísimo a él) fue una de las mejores de los últimos tiempos (hubo hasta una breve explicación de la escala dodecafónica), y algunos de los mensajes de los oyentes estuvieron a la altura de las circunstancias. Después, la catástrofe.
A propósito, creo que Dolina siente alguna animadversión por Roxana Kreimer; alguna vez hizo un comentario despectivo sobre el Café Filosófico (que apareció en un segmento humorístico como uno de los sitios para visitar en Buenos Aires; dijo algo así como que eso no era filosofía). No oí la crítica de Dolina al muy buen video de las siete películas filosóficas (seguramente ni se tomó el trabajo de verlo, ni creo que siquiera sospeche que Ricky Gervais es amigo cercano de Richard Dawkins), pero no me asombra demasiado.
De cualquier manera, el feminismo de Dolina está diseñado a la medida de su verdadero objetivo: caerle bien a las mujeres. (Hay que reconocerle sin embargo que, en un segmento cuasi prehistórico con Adolfo Castelo, condenó el acoso callejero y otras formas de asedio que en ese tiempo se consideraban aceptables y hasta admirables, e hizo notar también que la posición opuesta de etiquetar cualquier forma de intento de acercamiento amoroso como acoso era igualmente detestable, prediciendo la moral neovictoriana de hoy). Lo de Barton es directamente pánico por cualquier cosa que pudiera sonar a incorrección u ofensa a las autoridades fácticas; esa vocación de ortiba que se le atribuye humorísticamente quizá no sea del todo infundada.