Lamentable el final. La relación de Dolina con los funcionarios de la puerta (los "patos-vica" como él los llama, cosa que no les debe caer muy en gracia seguramente, ya que no me los imagino con mucho sentido del humor) viene mal desde hace tiempo, y como suele pasar con estos seres llamados humanos (no sólo los funcionarios de la puerta sino todos nosotros), cada uno suele aprovechar la pequeña o gran cuota de poder que tenga en sus manos para ejercerla en su beneficio. En este caso, alguien que tiene el mísero poder de dejar o no dejar pasar por una puerta, lo utiliza para encontrar una mísera satisfacción a su orgullo herido causándole molestias a alguien con quien se lleva mal, o quizás como una mísera revancha de una vida que está muy lejos de ser la que aspiraba, o tal vez sólo por el mísero sabor de sentirse poderoso por 30 segundos, o quién sabe por qué otros míseros motivos.
Otros, con mayores cuotas de poder, lo utilizan con otros motivos igualmente míseros, por ejemplo enriquecerse.
No es sólo un símbolo de estos tiempos, es un símbolo de todos los tiempos de la especie humana, en su difícil y tortuoso camino desde el oscuridad del ego hacia la luz de la Verdad.