«Nietzsche, helenista, ¿pudo acaso ignorar a esos precursores? Nietzsche, el autor de los fragmentos sobre los presocráticos, ¿pudo no conocer una doctrina que los discípulos de Pitágoras aprendieron? Es muy difícil creerlo —e inútil. Es verdad que Nietzsche ha indicado, en memorable página, el preciso lugar en que la idea de un eterno retorno lo visitó: un sendero en los bosques de Silvaplana, cerca de un vasto bloque piramidal, un mediodía del agosto de 1881 —"a seis mil pies del hombre y del tiempo". Es verdad que ese instante es uno de los honores de Nietzsche. Inmortal el instante, dejará escrito, en que yo engendré el eterno regreso. Por ese instante yo soporto el Regreso (Unschuld des Werdens, II, 1308)».
Una cita de Borges citando a Nietzsche. Esnobismo al cuadrado o al cubo, Miguel Espeche, experto en vínculos. (De laburar ni hablar, ¿no?) A esa no la viste venir, pastenaca. A propósito: si Dolina te conociera, no hubiera vacilado en darte un lugar de privilegio entre los doctores Salomone y Misuraca.