Otro cuento del Tony, que aprecio mucho (tanto al cuento como al Tony):
Durante años fui un neurótico.
Era un ser angustiado, deprimido y egoísta.
Todo el mundo insistía en decirme que cambiara.
No dejaban de recordarme lo neurótico que yo era.
Y yo me ofendía, aunque estaba de acuerdo con ellos.
Deseaba cambiar, pero no acababa de conseguirlo por mucho que lo intentara.
Mi mejor amigo tampoco dejaba de recordarme lo neurótico que estaba.
También insistía en la necesidad de que yo cambiara.
Yo también estaba de acuerdo y no podía sentirme enojado con él.
Me sentía impotente y atrapado.
Pero un día mi mejor amigo me dijo:
“No cambies. Sigue siendo tal como eres. En realidad no me importa que cambies o dejes de cambiar. Yo te quiero tal como eres y no puedo dejar de quererte”.
Aquellas palabras sonaron en mis oídos como música:
“No cambies. No cambies …. Te quiero tal como eres…”
Entonces me tranquilicé. Y me sentí vivo.
Y, ¡oh maravilla! ¡Cambié!