Sí, concuerdo en que la separación de sensibilidades en masculino y femenino es un poco arbitraria, y luego también lo serán las deducciones que se hagan a partir de ese supuesto.
Sin embargo... existe (al menos en tanto nos identifiquemos con nuestro yo relativo, pero dejemos el advaita vedanta tranquilo por el momento), por ejemplo:
- Si vemos un partido de fútbol junto con mujeres, tal vez no podamos creer que se pongan a hablar de moda o de cómo le va al nene en la escuela en vez de estar con los cinco sentidos en el tiro libre que va a tirar Suárez.
- Si queremos investigar qué ha pensado la humanidad sobre las grandes cuestiones existenciales, el sentido de la vida, de dónde venimos, adónde vamos, etc., casi será imposible encontrar una mujer que haya hecho sentir su voz en forma original e importante. Por algún motivo, la filosofía no es algo que entre en el espectro de intereses femeninos (no descarto que la razón de ésto sea que ellas ya conocen todas respuestas y nos las dirán a su debido tiempo, cuando maduremos).
- Si vamos al terreno artístico, la cosa cambia, allí encontramos gran cantidad de mujeres en muchas de sus ramas. En literatura, hay tantas o más buenas escritoras que hombres. Sin embargo, aun en este caso, las formas, las temáticas, los enfoques, etc, son diferentes, por lo que algunos críticos suelen hablar de "literatura femenina" o "poesía femenina", etc.
No hay en esto de las sensibilidades una identidad clara de género: creo que todos tenemos en nosotros ambas sensibilidades en mayor o menor medida, y claramente hay hombres en los que predomina la sensibilidad femenina (lo cual no necesariamente implica homosexualidad), y viceversa.
Es claro que en esta diferenciación no hay nada de juicios de valor. Ambas sensibilidades se necesitan y se complementan.
Siendo así, no es de extrañar que también el sentido del humor sea diferente, y consecuentemente sea distinta la receptividad a distintos tipos de humor y a distintos humoristas.
En mi experiencia (ya tirando la toalla en cuanto a no teorizar más al respecto) constato que es más fácil enganchar a un hombre en el credo doliniano que a una mujer. La mujer (en general) lo escuchará, quizás sonría en algunos momentos, quizás comente "qué locura las cosas que se le ocurren a este tipo", pero probablemente no habrá quedado cautivada por ese humor.
Mi esposa, sin ir más lejos, me acompaña al teatro cuando viene Dolina a Montevideo, me dice "estuvo bueno", pero sé que lo hace más desde un sentido de condescendencia y complacencia (facultades que sin duda las mujeres tienen más desarrolladas) que desde un interés real.
En fin, habría mucho más para decir, pero ya es muy tarde. Ha sido un día difícil para mí, he ido a ver la fiesta de inauguración del Estadio de Peñarol, siendo hincha de Nacional, para complacer a mi esposa y suegra. ¿Tal vez afloró mi sensibilidad femenina? ¿O tal vez lo hice por mi interés, para que después mi esposa me acompañe a ver a Dolina (sensibilidad masculina)?
Bueno, señor, no sé, déjeme tranquilo!