A propósito de bots, Ciudadano32, noté que los suscriptores de algunos canales de YouTube patrocinados por NordVPN aprovechan los comentarios para quejarse por la baja calidad actual del servicio (nada para asombrarse, sabemos cuál es al menos uno de los motivos). Ahora, el candidato que me abstendré de mencionar (porque la repetición ad náuseam de su apellido ya me llenó el lóbulo frontal, entre otros distritos de mi menguada humanidad) publica un video muy occidental y ario (aunque ahora agregó un rabino para que no se notara tanto); en menos de cinco minutos tiene 3.000 likes y 200 comentarios chupamedias, en su inmensa mayoría de cuentas con uno o dos días de antigüedad, sin videos y sin suscriptores (aunque con nombres de usuarios que son variantes de nombres reales y fotos de perfil que pertenecen a esas personas).
Hasta ahí, todo como de costumbre: guerra cognitiva en las redes (los grandes números de seguidores desalientan y hacen que toda resistencia parezca banal), efecto Mateo, explotación del sesgo de confirmación, y todo así.
Mi pregunta no retórica es: con independencia del uso extensivo e intensivo de VPNs e IPs aleatorias, API de ChatGPT y otras inteligencias artificiales blandas, etcétera, ¿la empresa Google LLC es técnicamente incapaz de detectar patrones de actividad inusual como esos, o sencillamente es parte del negocio? Los argentinos ya tenemos experiencia con la eficacia de esas operaciones (hace unos días mencioné a Alexander Nix y a Facebook, que tuvieron grandes éxitos con tecnologías muy inferiores a las actuales).