Estimado Mariano, no sé si el comentario llega a bosquejo de lo que usted dice, pero bueno seria, dentro de mi inconstancia, generar con los que comparten este foro algún debate reflexivo, aunque sea para darme cuenta al escribir, que no siempre pienso lo que creo.
Retomando lo anterior, me quedo dando vuelta la idea de la desigualdad. Sobre la que es comúnmente aceptada como la causa de la gran mayoría de los problemas sociales, refiriéndonos en gran medida lo económico, lo que deriva en las causas(o causalidades), de las desigualdades en la educación, en la salud y en la vivienda. Frente a la idea de que un grupo reducido se reparte la torta mientras una mayoría no puede cubrir las necesidades básicas, es cómodo afirmar que los más ricos deberían repartirla y que los más pobres deberían recibir algún tipo de ayuda para poder progresar, ya que cierta ética social nos lleva a cuestionar estos extremos. Ahora cuando la desigualdad se verifica en la realidad de uno, es justificable la idea del progreso individual, todos queremos vivir en el mejor barrio posible, progresar económicamente y garantizar la mejor salud y educación a nuestros hijos, pero ¿cuáles son las posibilidades reales que tenemos de alcanzar dicho objetivos?, ¿algunos tienen más posibilidades que otros?, ¿de que dependen esas posibilidades? y ¿en qué momento se definen estas variables?
“Al ver al hijo de un empresario haciendo un exhibicionismo del derroche, es fácil indignarse , y pensar que no se lo merece ya que esa plata no la hizo trabajando, así como cuando vemos a un niño pidiendo en la calle pensamos que no tiene culpa alguna, que los padres son los responsables. Ahora bien cuando el primero obtiene un título universitario con posgrado y todo y obtiene algún cargo jerárquico en una empresa, ya está completamente justificada su posición, debido al gran esfuerzo , la iniciativa y las ganas de progresar se merece la posición que tiene. Por otro cuando el segundo llega a la adolescencia o adultez, y no ha podido completar sus estudios secundarios, ya no le interesa la educación, tampoco puede conseguir un trabajo estable, ya que no quiere trabajar, no se esfuerza, no tiene iniciativa ni ganas de progresar por lo que se merece la posición que tiene.”
Este ejemplo me sirve para pensar como me ubico ante los hechos de desigualdad cotidianos, como el individualismo fomenta y avala las diferencias, ya que la igualdad termina en el momento en que nacemos, a partir del cual estamos condicionados por una gran cantidad de variables que no de penden únicamente de uno, lo que podría romper con la idea de que cada uno merece lo que tiene gracias a su esfuerzo, iniciativa y ganas.