A partir de un mensaje de una oyente (que escuchaba el programa desde hace 30 años cuando nació su hija, y ahora su hija tenía esa edad y etc), Dolina ingresó en una reflexión (al menos así lo entendí) sobre si una obra de arte tenía valor en sí misma o si el valor se lo daba cada uno de acuerdo a su carga subjetiva. Incluso comentó que ese tema había sido motivo de una discusión en un programa de Mirtha Legrand en el que fue invitado…
Personalmente no alcanzo a entender mucho el sentido de la discusión. Para mí es evidente que deben darse ambas cosas. Una música, una película, un programa de radio, evidentemente deben tener algún valor en sí mismos (al menos para gran cantidad de personas), de lo contrario no tendrían trascendencia, no serían difundidos, o directamente no existirían. Pero luego están las personas que reciben esa creación artística y pueden provocan en ellas distintas reacciones emotivas según asocien esa expresión artística a un particular momento de su vida, a la compañía en que se encontraban, etc. Esas personas le agregan al valor artístico intrínseco de la obra, una carga emotiva subjetiva y personal.
Entiendo perfectamente a la oyente (otra) que dijo que le costaba mucho escuchar el programa, porque le recordaba una época en que lo escuchaba en la cama junto con una persona muy querida que ya no estaba en su vida.
Perdón por ser autorreferencial: creo que “Con te partirò” es una bellísima canción, que a la mayoría de las personas que conozco les despierta un gran placer estético. Pero personalmente, además (sobre todo cantada por Andrea Bocelli y Sarah Brightman), me mueve una gran carga emotiva, porque me recuerda un viaje que hice en compañía del amor de mi vida, durante el cual escuchamos varias veces esa canción. Ella no me correspondió, por supuesto (de lo contrario, ¿cómo podría ser el amor de mi vida?) y aunque han pasado unos cuantos años, nunca he podido volver a escuchar “Con te partirò” sin que se me caiga una lágrima (por lo menos).
Lo que creo que es posible (y tal vez a eso apuntaba Dolina) es que uno, así como idealiza a una persona, también idealiza a todo lo que rodeaban los momentos en que uno veía o se encontraba con esa persona, incluyendo paisajes, calles, caminos, músicas, películas, programas de radio o televisión, etc. Y es posible que recordemos esos paisajes como más bellos de lo que eran en realidad, y a esas expresiones artísticas como dotadas de un grado calidad que en realidad no tenían.
Es posible. De cualquier manera, no creo que ese sea el caso de “Con te partirò”, ni tampoco de “La Venganza será Terrible”.