Mariela, me pone muy triste el saber que el psicoanálisis enmascaró tu enfermedad durante tanto tiempo, y me alegra la intervención de tu tío; no es la primera vez que oigo esas demenciales metáforas entre órganos y padres, la somatización como explicación a todo, etcétera. (El «etcétera» no es ni retórico ni humorístico esta vez; tengo que parar aquí porque la furia por lo que contás me excede, tengo ganas de encerrarme a solas con algún psicoanalista para explicarle dos o tres cosas de la forma más didáctica que un martillo galponero pudiera permitir.)
Me gustaría decir algo sobre el caso Dora (que citaste tan magistralmente), pero no es el momento: estoy sinceramente enfurecido. Me limitaré a recordar que Eric Woolfson (uno de mis artistas favoritos junto con su socio Alan Parsons, que juntos fueron una gran influencia en las nuevas formas de grabar y producir música) grabó en 1990 un álbum llamado «Freudiana», que naturalmente tenía como tema central la obra de Freud (se trata de una obra irónica; Woolfson, escocés judío, era ateo y escéptico). Uno de los temas se llama precisamente «Dora»:
https://www.youtube.com/watch?v=Wm-CnGj6baE
Reconozco que sin Freud tal vez no hubiéramos disfrutado nunca de un Hitchcock o un Dalí; lo que considero imperdonable es que en Argentina (uno de los pocos países aún afectados en la actualidad), el psicoanálisis tenga un poder de orden clerical, al punto de haber desplazado de hecho a la psicología basada en evidencia como una disciplina subalterna y prescindible. (Sí, estoy ensañado: veo en él el símbolo perfecto del atraso, la superstición, la pedantería y la prepotencia dogmática; no me arrepiento de haber participado muy activamente en CAIRP, ASALUP y otras asociaciones escépticas que intentaron frenar esa locura, aunque todas hayan terminado en el desastre o en la nada.)
Por lo demás, estoy completamente de acuerdo con vos y con Ciudadano32 sobre el estado actual de la salud pública, y temo por su futuro.
A propósito de «The X-Files», la considero una de las series más originales y divertidas de todas, hasta cuando se volvió una parodia de sí misma.
Ah, Lucrecia López Sanz es verdaderamente una maravilla.