Transcripción automática
0:00:00 Hablaremos hoy una vez más acerca de hordalías o juicios de Dios.
0:00:07 Saben que eran aquellas pruebas que se hacían en la Edad Media, por ejemplo, a los acusados para probar su inocencia o culpabilidad.
0:00:18 Por ejemplo, te tiraban al río y si te ugabas era culpable.
0:00:24 O mejor todavía, si te ugabas era sinocente.
0:00:27 Si te ugabas era sinocente, totalmente por lo asceniado.
0:00:29 Si te ugabas era culpable.
0:00:31 Hacer depender de un suceso generalmente improbable en el caso de la inocencia y casi fatal en el caso de la culpabilidad, la suerte de un acusado.
0:00:46 La inocencia podía quedar demostrada en general si se operaba un milagro.
0:00:51 Dice el cronista, que en este caso es Voltear, que el origen de las hordalías se ha perdido en la noche de los tiempos.
0:00:58 Era corriente en los pueblos primitivos, pero fue en la Edad Media cuando tomó importancia en la civilización occidental.
0:01:07 Se usaban distintos sistemas.
0:01:10 El más común era el de la prueba del combate singular.
0:01:16 Con Martíaz Contral y el que ganaba era sinocente.
0:01:20 En algún caso podías delegar esa lucha, podías mandar a otro tipo en tu lugar.
0:01:31 El famoso campeón.
0:01:34 En ese caso hay que decir que la delegación llegaba hasta la derrota, porque ahí se suspendía.
0:01:45 Tu representante perdía, pero no lo mataban a él, te mataban a vos.
0:01:51 Una hordalía no muy frecuente era la que se efectuaba por medio del veneno.
0:01:57 En Mantua y en Siena se conocieron episodios que dieron cuenta de este procedimiento.
0:02:03 Había distintos matices, pero funcionaba más o menos así.
0:02:07 Vos tomabas veneno y si te morías velozmente, bueno, indudablemente había sido culpable.
0:02:15 Pero si por casualidad permanecías un largo tiempo sin morir, retorciéndote pero sin morir,
0:02:24 entonces esto daba cuenta de una fortaleza notable y a veces te perdonaban dándote un antídoto eficaz.
0:02:32 Pero la verdad es que muy poco resistían la violencia a los venenos italianos, que eran de una enorme eficacia
0:02:39 y no había personas capaces de aguantarlo ni un ratito.
0:02:43 A veces se utilizaba también la curiosa prueba del pañe el queso,
0:02:48 que no es pisar culpable y inocente.
0:02:53 Esta ya se practicaba desde el siglo II en el Imperio Romano.
0:02:57 El preso, el acusado de un delito, ante un altar debía comer cierta cantidad de pan y queso, mucha cantidad.
0:03:07 Los jueces decían que si era culpable la divinidad enviaría a uno de sus ángeles
0:03:14 para apretar de cogote de modo que no pudiese seguir tragando aquello que estaba comiendo.
0:03:21 Bueno, esto sucedía casi siempre.
0:03:24 Vos podías comer cierta cantidad de pan, queso, pan, queso.
0:03:28 Pero las 70, 80 kilos sentías que no daban más.
0:03:33 Entonces todo te decían culpable, culpable.
0:03:36 No es cierto, cuando el acusado empezaba a descomponer, se ahogarse,
0:03:41 a demostrar que no podía tragar una sola miga jamás, decían ha sido demostrada su culpabilidad.
0:03:49 Otra ordalía con alimentos que cita Volter es la del pan de cebada que debía tragarse entero, si me permiten la expresión.
0:03:58 Todos los que fueron sometidos a tragarse ese pan murieron abogados.
0:04:03 Así que vayan conjeturando qué pedazo de pan sería.
0:04:07 La prueba del hierro caliente, con perdón de la mesa puesta, era la más usada y la que mejor conocemos.
0:04:16 Solo podemos agregar que según la jurisdicción se obligaba a caminar con un hierro en la mano
0:04:22 distinta cantidad de pasos para que luego se examinaran las quemaduras.
0:04:27 Es decir, vos agarrabas un hierro caliente al rojo.
0:04:32 Si no te quemabas, era sinócento.
0:04:35 El hierro caliente era muchas veces sustituido por agua o aceite hirviendo, o plomo fundido,
0:04:43 o algunas de esas bellezas.
0:04:46 En los dos primeros casos, la ordalía consistía en tomar con la mano un objeto pesado
0:04:52 que se encontraba en el fondo de un gran recipiente con agua o aceite hirviendo.
0:04:58 En otros sitios se hacían pasar al acusado, caminando descalzo sobre rejas de arado.
0:05:06 Y ese fue el suplicio impuesto a la madre del rey de Inglaterra, Eduardo el Confesor.
0:05:14 La vieja superó la prueba, caminó sobre la reja de un arao y ni se mojó.
0:05:20 Mejor dicho, ni se mojó.
0:05:22 Ni se mojó.
0:05:24 Ni se mojó.
0:05:26 Sí, sería inocente.
0:05:28 Para mí estaba todo arreglado, pero bueno.
0:05:31 La ordalía por el agua era muy practicada.
0:05:34 Lo ataban al imputado de modo que no pudiese mover brazos ni piernas.
0:05:40 Después lo tiraban al río o al mar.
0:05:43 Curiosamente, como hemos dicho, se consideraba que si flotaba era culpable, entonces lo mataban.
0:05:49 Por el contrario, si se hundía era inocente.
0:05:54 La conozco esa justicia.
0:05:56 Se pensaba que el agua estaba siempre dispuesta a recibir en sus senos a un virtuoso.
0:06:00 A eso le llamaban pensar.
0:06:04 Claro que existía el peligro de que el inocente se hogara como evidentemente, pero eso no preocupaba a los jueces.
0:06:10 Esta infinidad de ordalías se declaraba inocente a tipo que ya estaba muerto.
0:06:19 Pero bueno, por lo menos la familia quedaba con tranquilidad.
0:06:22 No les propiaban los viernes, es algo.
0:06:24 En el siglo IX, Inc. Morrow de Reims, arzobispo de esa ciudad,
0:06:29 recomendó mitigar la prueba, digo la prueba del agua,
0:06:33 atando con una cuerda a cada uno de los que fuese sometidos a esta prueba
0:06:37 para evitar si es que se hundían, que permaneciera en el fondo demasiado tiempo.
0:06:42 Bueno, qué se hizo.
0:06:46 En la segunda mitad del siglo XII, el Papa Alejandro III,
0:06:49 prohibió los juicios de agua hirviendo.
0:06:52 El de hierro candente e incluso los duels de dios.
0:06:56 El IV Concilio Lutherano, bajo el pontificado Inocencio III,
0:07:01 prohibió toda forma de ordalía a excepción de los combates.
0:07:08 Los defensores de la ordalía pasaban su actividad en ciertos versículos del antiguo testamento,
0:07:14 en los que algunos sospechosos de culpabilidad eran sometidos a una prueba consistente
0:07:20 en beber una póssima preparada por los sacerdotes
0:07:24 y de cuyo resultado se dictaminaba si la cruzadora culpable o no.
0:07:28 Para terminar, vamos a contar una hermosa historia.
0:07:33 No sé cómo llamar al tipo, ya que se llamaba Birgelm de Croix.
0:07:44 No sé cómo llamar al señor de Croix.
0:07:51 Este muchacho era un noble de Flandes que, allá por 1150,
0:07:58 participó de un holgorio ciudadano, una especie de fiesta de locos,
0:08:03 como la que había el primero de enero, una Saturnalia de esa naturaleza.
0:08:08 Está bien, es un flamenco.
0:08:10 Sí, está bien su pronunciación mixta, Birgelm de Croix.
0:08:13 Entonces, muy bien.
0:08:16 Allí, durante esos días, estaban permitidas las borracheras, las burlas,
0:08:22 no sé si acaso de la autoridad, había un despliegue de danzas, acciones lasivas,
0:08:30 solo permitidas en días carnavalescos.
0:08:34 Se permitían también con milonas en las inglesias.
0:08:37 ¿Inglesias no? Iglesias.
0:08:39 ¿Qué tal? Iglesias, ¿cómo le va?
0:08:41 Así, las iglesias se permitían.
0:08:43 Se permitía beber sin límite y reuniones poco edificantes en general.
0:08:47 Qué linda vida.
0:08:48 Pues bien, de Croix se emborrachó convenientemente,
0:08:52 pero su ebriedad continuó en los días posteriores a las fechas convenidas,
0:08:58 a las fechas carnavalescas.
0:09:00 Y entonces, como festejante solitario y aslado,
0:09:04 le pasó lo que le pasaba a aquellos japoneses que no sabían que había terminado la guerra.
0:09:08 Estaba borrachos y no le dijeron que había terminado el carnaval.
0:09:11 Entonces, entró una iglesia, solo, le convidó vino a los santos,
0:09:16 se abrazó una figura, la tiró al piso,
0:09:19 se instaló sobre el altar para dar una misa
0:09:23 en la que pregonó las más diabóricas iniquidades.
0:09:27 Lo escucharon unos pocos que, espantados, lo denunciaron al día siguiente.
0:09:32 Y de Croix fue preso.
0:09:34 Parece que el tipo no se acordaba de nada.
0:09:37 Y negó, naturalmente, su culpabilidad y tuvo su juicio de Dios.
0:09:43 Y aquí no hubo milagros, pero sí una estricta creencia por parte del acusado.
0:09:50 Le dijeron que agarrara un fierro caliente
0:09:53 y él, que sabía que era inocente o creía saberlo,
0:09:57 lo aceptó confiado porque creía.
0:10:01 Porque tenía fe.
0:10:03 Entonces, lo tomó con gracia como quien agarra un turrón.
0:10:08 Ah, dijo, trae, trae para acá.
0:10:10 Pero empezó a quemarse, naturalmente.
0:10:13 Dice el cronista que pegó un grito de dolor.
0:10:17 Habrá dicho en su perpabilidad,
0:10:20 ¿cómo es esto?
0:10:23 ¿Dónde estaba Dios cuando quemaste?
0:10:26 Al instante entre quejas y sollosos prometió no beber más.
0:10:31 Le sugirieron que eso probablemente sucedería
0:10:34 porque lo iban a ahorcar por las femo.
0:10:40 Y esta es la última historia que queríamos contar.
0:10:45 Tengo una mala noticia y otra peor, le dijeron, pobre hombre.
0:10:48 Pero creo, Alejandro, que la vida está llena de falsos asombros, diríamos.
0:10:52 Saben, la fiesta sorpresa, por ejemplo.
0:10:55 Este uno no se asombra. No se sabe que le van a festejarle un pano en la casa en la portería.
0:10:59 Los regalos de cumpleaños.
0:11:00 No se sabe que la tía Melia le va a llevar un calzoncillo, etc.
0:11:03 Y cosas, el padre va a regalar lo que no le gusta o que no sirve.
0:11:07 Los resultados electorales.
0:11:08 Uno ya sabe, previamente, cómo van a salir las cosas.
0:11:11 Salgo el 24 de febrero y paso una sola vez.
0:11:13 El abandono de una pareja, el robo de una casa de verano.
0:11:16 Digo, la vida está repleta de cosas que supuestamente nos van a dar una noticia no esperada
0:11:22 o un resultado bien esperado y suerte.
0:11:24 Digo eso respecto del resultado de un juicio.
0:11:27 Porque me atrevería a decir que la ordalía es una cosa, yo como un racionalista cínico,
0:11:32 me pondría a favor.
0:11:33 Bueno, así que vos crees en la justicia divina.
0:11:36 Crees en que se puede operar una voluntad superior a la de la física, a la del mundo palpable.
0:11:41 Bueno, agarraste el fierro caliente y le pases al menos...
0:11:43 Era una burla para los creyentes.
0:11:44 Era una burla para los creyentes.
0:11:46 Alejandro, digamoslo claramente.
0:11:47 O lo que es peor.
0:11:48 Era una burla para aquellos que pensaron en algún momento que la justicia era otra
0:11:52 que la que ejercía los poderosos y con ello la iglesia, digo.
0:11:55 Porque finalmente la cosa estaba decidida desde antes.
0:11:58 Digo, yo creo que el asunto clave es el paso previo al momento en que uno se somete a la ordalía o el juicio de Dios.
0:12:04 Esto es, ha sido en el asesino de sospecha.
0:12:07 Donde alguien tipo, una nena, es sospechado de bruja, por ejemplo, de quisero, de pecador, de borracho o de...
0:12:14 A ver, este, adulto, para decir algo, como la sal.
0:12:17 Yo, en ese punto de la discusión, es donde nace la cuestión de aquello probatorio.
0:12:22 De aquella situación en la cual va a haber una evidencia y de ahí eventualmente la obtención de una verdad.
0:12:27 Y de esa verdad, de saber si un es culpable o inocente.
0:12:30 Digo, allí es donde creo que uno debe apelar a esos fenómenos que uno conoce no por santo ni por inocente,
0:12:36 sino por cultos en cuestiones de la física.
0:12:38 Y decir, por ejemplo, bueno, mirad, si yo te hubiera engañado con esas dos que vos decís que por primero hecho que están desnulas en el cuarto de al lado.
0:12:45 Entonces, cuando yo ponga este pedazo de jabón, el barquito no va a entrar.
0:12:50 Y después notar que la física, aquello que ignora el otro, le da uno la razón.
0:12:55 Y en ese caso, ante la mirada asombrada del otro, y ante el propio sinismo, si uno puede decir, yo siempre creía en Dios.
0:13:02 ¿Sorpresa?
0:13:04 Sorpresa es el tango que vamos a escuchar ahora.
0:13:08 Yo diría que en algunas cuestiones no ha variado tanto la justicia en occidente.
0:13:14 Totalmente, Alejandro.
0:13:16 Porque a menudo los recursos de los deposeídos ante la justicia tienen tanta posibilidad como sobrevivir aquel tipo que ha atado de pies y manos, era arrojado al fondo del mar.
0:13:31 Incluso con la superstición accesora, acá lo hemos hecho muchas veces en torno de SORNA, esta cosa del auxilio de la ciencia y el ADN.
0:13:39 El ADN en un lugar determinado.
0:13:41 Y con todas las pruebas, en realidad, está en función de una circunstancia.
0:13:44 Y esta circunstancia no lo puede variar.
0:13:46 Tiene más posibilidades de variar la circunstancia que lo culpabiliza el hombre de dinero que es el deposeídos.
0:13:52 Sorpresa es la que sintió al pobre de Croix, cuando veo que se estaba quemando, innocenta y todo.
0:13:59 Y sorpresa es este hermoso, hermosísimo tango, hermosísimo y sencillo tango que canta Carlos Gardero.
0:14:06 ¡Sorpresa!
0:14:36 Por el cielo te ha tenido ocultar aquel gran cariño que no debes tener.
0:14:42 Yo soy un perverso nacido para el mal, por eso he querido poderte olvidar.
0:14:49 Hoy dejo de ti, te haré que sugerir, si vieras lo cruel que acue para mí.
0:14:56 Dejárelo el cariño que tan adoré, me habéis corajasado sin alma y cifrón.
0:15:04 Busca, distrae mi loca pasión, te harás de engañar a mi corazón.
0:15:11 Y más encentías en el interior de su corbierta de tu orceador.
0:15:20 Por prendo que estando alejado de ti, tendrás mucho loco que solo te vi.
0:15:33 Lo sé que a mi lado te hice sugerir, por qué fue en mis eras lo que se ofreció.
0:15:40 Busqué que me odiara para no arquitar, un alma tan buena que me desalojara.
0:15:47 Y te malte a cada uno como un primial.
0:15:51 Y solo lo dorado, mi amor, de romper.
0:15:55 Hoy dejo de ti, tendré que sugerir, si vieras lo cruel que acue para mí.
0:16:02 Dejárelo el cariño que tan adoré, me habéis corajasado sin alma y cifrón.
0:16:09 Busqué, distrae mi loca pasión, te harás de engañar a mi corazón.
0:16:16 Y más encentías en el interior de su corbierta de tu orceador.
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