Daniel Franz
En Venganzas del Pasado desde el jueves, 19 de noviembre de 2015 a las 12:47 PM
En algunas escuelas budistas (por las dudas aclaro que no vendo inscripciones para ninguna de estas escuelas; el que creo que está en eso es Rolón) se exigía un curioso examen de ingreso: el aspirante debía decir una palabra de Verdad.
Algunos aspirantes ingeniosos querían pasar el examen fácilmente y decían: "Buda".
A estos, el maestro les decía: "vuelve cuando puedas decir una palabra de Verdad".
Hablando en serio Mariela, me siento identificado con Nigel Strangeways (en lo de oscuro).
La verdad, sólo pude contestar la 18.e) que es muy fácil: Maradona.
Disculpame, pero voy a seguir meditando en el árbol del bosque. Creo que la solución ya está al caer (perdón, este chiste me lo mandó mi abuelo, que era un hombre bávaro).
En verdad, la cuestión del huevo y la gallina es un koan perfecto.
Para mí Mariela que vos en las noches de luna llena te convertís al budismo zen.
(Vaya el homenaje a los genios de Les Luthiers).
Que fue primero, como sabemos todos, utilizando nuestra lógica incuestionable.
Perdiste, la respuesta era el huevo.
Te cuento otra cosa Mariela, así ya vas prendiendo el horno: en el budismo zen se utilizan lo que se llaman “koans” que son como adivinanzas, (aparentemente) absurdas, que los maestros le plantean a los discípulos, justamente para provocarlos a ir más allá del pensamiento racional, el cual es visto en el zen como una cárcel de la que tenemos que escapar para alcanzar el conocimiento trascendente (o iluminación). La idea es que el discípulo debe meditar en el koan que le da el maestro con absoluta concentración. Puede llegar a dar una respuesta o no, ese no es el fin del koan. O bien se pueden dar muchas respuestas para un koan, y todas pueden ser ciertas, a la vez que todas pueden ser falsas (no es una adivinanza, es un koan!).
Fijate algunos koans famosos:
Hay gente que se ha tomado el trabajo de dar respuestas muy elaboradas a algunos koans. No es mi caso, pero me gusta el del árbol que cae, capaz que medite en él este fin de semana, si puedo escapar del mundanal ruido.
Che, ¿no está haciendo un calor bárbaro acá?
Estamos en el horno, Mariela.
Si vos me dejares hacer comentarios más largos, tal vez otro gallo nos cantare (tal vez aun peor).
O que Dios no juega a los Taos, no me acuerdo bien cómo fue que dijo...
La ciencia es una herramienta realmente notable, un invento genial.
Sin embargo, tiene sus limitaciones. ¿Qué método científico podemos aplicar cuando el sujeto que observa, el objeto observado y el acto de observar son uno y lo mismo?...
No diría, como Mariano, que hay un tipo de sabiduría distinta entre oriente y occidente, más bien creo que hay un tipo de sabiduría distinta, más profunda y más esencial (en el sentido de que se enfoca en las causas últimas) que la que puede obtenerse utilizando la percepción sensorial, la razón, la lógica y los métodos científicos (que trabaja con las consecuencias). Ésta última trabaja hacia fuera (observación, experimentación), la primera trabaja hacia adentro (introspección). Hay grandes representantes de esta sabiduría tanto en oriente como en occidente, aunque es cierto que en oriente puede haber una mayor tradición.
Esta sabiduría, que podríamos llamar “espiritual”, no entra para nada en contradicción con la sabiduría “material”; en realidad, la completa y le da sentido.
Cuando la ciencia se pone a estudiar la materia, y llega hasta el átomo y quiere ir más allá, alcanza un punto de perplejidad: no hay nada sólido allí; todo es energía, ondas o vibraciones, cuyo origen, sentido o razón de ser no puede ni siquiera comenzar a conjeturar, porque no tiene herramientas para hacerlo. La ciencia material llega a su techo.
El universo no puede explicarse en sus propios términos, para entenderlo hay que trascenderlo. Einstein es un ejemplo de un científico que llegó a atisbar un significado trascendente en el universo.
Sabía que el Tao no juega a los dados.
Las intervenciones de Barton en el segmento dispositivo, breves pero geniales.
En este segmento Dolina hace una pintura folclórico-humorística sobre el Taoísmo, la religión contruida en torno al Tao-Te-Ching, el libro escrito por (o atribuído a) Lao-Tsé. Está bien, pero como dijo el mismo Dolina al final, el Taoísmo es mucho más profundo que eso. Del Tao-Te-Ching se ha dicho que su lectura puede llevar media hora o toda la vida.
A propósito de lo que hemos estado hablando, el Tao-Te-Ching se refiere a la insuficiencia e inadecuación de las palabras humanas para alcanzar el conocimiento trascendente. Me vienen a la memoria dos citas famosas: "El Tao que puede ser nombrado no es el verdadero Tao", y "El que habla no sabe, el que sabe no habla" (sobre esta última frase voy a seguir hablando en próximos comentarios).
A partir del cariño que te tengo, Viyi (cariño que va en relación inversamente proporcional a mi comprensión de tus escritos, como nos pasa a casi todos), me permito, un poco atrevidamente, esbozar algunos comentarios que tal vez podrían serte de utilidad para cuando decidas regresar al foro:
Como he dicho otras veces en otros contextos, creo que tenemos que aprender a vernos de una forma más distendida, e incluso permitirnos (y disfrutar) la posibilidad de reírnos de nosotros mismos. Yo veo como que te tomas a ti misma demasiado en serio, y que siempre estás muy tensa, demasiado pendiente, en guardia e hipersensible a la reacción (o a la no-reacción, a la indiferencia) de los otros. Creo que esa actitud incluso te ha llevado a sentirte herida por algunas críticas que se han volcado en este foro, que en realidad no iban dirigidas a ti. Por ejemplo, no recuerdo que nadie haya dicho o insinuado que tus escritos eran cursis; esa fue una crítica para mí. De más está decir que la rechazo enfáticamente, del mismo modo que las trémulas aguas ambarinas del mar azogado rechazan, indiferentes, los prístinos rayos dorados del efulgente astro rey.
Lo mismo pasó con lo del marroco, que fue un simple comentario de carácter general que hizo un forista, y tú lo tomaste como algo personal hacia ti. Y otros más que no recuerdo ahora.
Es cierto que algunas otras críticas sí han ido dirigidas a tus comentarios, como por ejemplo en lo que tiene que ver con lo difícil de su comprensión, o con su extensión excesiva (ésta es otra crítica que también se me ha hecho a mí, y cuya falsedad ya demostré en mi comentario nro.3527, capítulo 138, sección 24-A, y que sería muy largo repetir aquí).
¿Cuál es el problema con eso? Como te dijo el Chancho en su excelente comentario, tú vuelcas tu sensibilidad y escribes lo que tienes ganas o necesidad de expresar, y eso vale por sí mismo porque te hace bien. Si luego los demás no quieren leer tus comentarios porque son muy largos, o si no alcanzan a comprenderlos, o si los reciben con frialdad o indiferencia, es una decisión o un problema de los otros, no tuyo.
Creo que no podemos exigir a los demás (sí, Mariela, ya termino, no me empujes) que compartan nuestros mismos intereses, pensamientos y sensibilidades, y mucho menos podemos enojarnos con ellos por no hacerlo. Cada uno está en su propio camino y todos son respetables. Si nos enojamos con otros porque no participan de nuestro camino, me parece que estamos incurriendo en suponer que nuestro camino es mejor que el de otros, y creo que eso es lo peor que podemos hacer. ¿Por qué, en vez de enojarnos, no escuchamos con humildad lo que otros tienen para decirnos, aunque venga en forma de crítica, y aun cuando las formas no sean las mejores ni las más amables? Tal vez pueda haber algo de verdad en ellas, algo que quizás nos pueda ayudar a mejorarnos como personas. ¿Por qué perdernos esa posibilidad a cambio de la mísera revancha de lanzar una palabra cruel o una expresión hiriente como respuesta, que nuestro pequeño ego reclama airadamente como satisfacción por la (real o supuesta) ofensa recibida?
En fin Viyi, me vinieron a la mente estos humildes comentarios y los pongo a tu consideración por si te pueden servir. Estoy convencido de que si meditas en ellos lo suficiente, llegarás a la conclusión de que s̶o̶n̶ ̶u̶n̶a̶ ̶s̶a̶r̶t̶a̶ ̶d̶e̶ ̶e̶s̶t̶u̶p̶i̶d̶e̶c̶e̶s̶ tal vez algo de utilidad pueda haber en ellos.
Un gran abrazo.
Muy buena historia, Enoch.
Sí, creo que todos seremos un poco idiotas hasta que no entendamos para qué estamos aquí.
Una vez leí una historia muy parecida a ésta (aunque totalmente distinta): un hombre muere y, como es clásico, es recibido por San Pedro en las puertas del Cielo para decidir si va al paraíso o al infierno. San Pedro estudia el libro de vida de este hombre y descubre muy impresionado que su conducta había sido perfecta: no había ninguna entrada en la columna de "malas acciones"; este hombre nunca había hecho nada malo en toda su vida! Pero luego mira en la columna de "buenas acciones" y tampoco había nada registrado allí! Perplejo ante este caso sin precedentes y sin saber qué hacer, decide llevar el caso ante Dios mismo. Dios examina el libro de vida con el mismo asombro, pero mirando con más detenimiento encuentra una entrada muy pequeña en la columna de "buenas acciones" que decía: "Una vez donó 50 pesos a una institución de beneficencia". Dios entonces cierra el libro e instruye a San Pedro: "Devuélvanle los 50 pesos y probemos de nuevo".
Creo que puedo entenderte Viyi. Estás muy sensibilizada por todo lo que has vivido últimamente, sin mencionar que la sensibilidad es casi tu estado natural.
Este foro no es un jardín de rosas, como no lo es ningún espacio de comunicación humana, en ningún ámbito. Hay que armarse de una cierta coraza para que las rispideces que inevitablemente se producen en esa interacción entre distintos pensamientos, distintas sensibilidades y distintos "estados del alma" como me gusta llamarlos, no te afecten demasiado profundamente.
Hay que armarse de esa coraza, o bien, en un estadio ideal al que quisiera llegar algún día, romper todas las corazas y hacerse uno, abrazar fraternalmente y comprender ("amar" hubiera sido mucho más simple de decir) a cada uno en su modo y camino particular, entendiendo , aceptando y respetando todos los modos y caminos, aunque tal vez sean muy distintos a los nuestros.
Pero es claro que hoy tu sensibilidad está demasiado a flor de piel, y tal vez tomar distancia del foro por un tiempo te haga bien.
Ojalá así sea.
Te mando un abrazo muy fuerte y te deseo un pronto regreso.
Gracias Chancho, muy emocionante.
Claro que siempre hay que construir la rampa.
"Aunque supiera que el mundo se terminará mañana, igual plantaría un árbol".
Esos hombres y mujeres entendían el sentido de la vida mucho mejor que los filósofos.
"Mesura con el marroco" es una frase destinada a hacer carrera, a la altura de las más recordadas del profeta Sacarías.
(¿Viste Mariela que estoy aprendiendo a acortar los comentarios?).
"Aquí la ve" no sería una respuesta apropiada para Cristo. Todo lo que podría haber visto Pilatos es la imagen física de Jesús, no la Verdad, que trasciende todas las formas físicas.
La Verdad no es una religión. Las religiones, cualesquiera que sean, son invenciones humanas.
La Verdad no es una invención humana, es la Verdad. Si quiere saber más, deberá abandonar las palabras y, como Jesús, entrar en el Silencio.
Amigo Daril:
la cita que hice es de cuando Jesús es interrogado por Poncio Pilatos.
- Pilatos le pregunta: "¿Así que tú eres rey?"
- Jesús responde: "Tú lo dices. Yo digo que he venido al mundo a dar testimonio de la Verdad, y todo el que es de la Verdad escucha mi voz".
- Pilatos entonces pregunta: "¿Qué es la Verdad?".
- Jesús guarda silencio.
- Pilatos entonces sale y le dice a la muchedumbre que esperaba afuera, que estaba esperando la condenación de Jesús: "Yo no encuentro ningún delito en él...".
Coincidentemente con esta amable discusión sobre el silencio que se disparó de manera tan inesperada, hoy se realiza en Montevideo, como todos los 20 de mayo, la "Marcha del Silencio", que recuerda a los desaparecidos en la dictadura, bajo la consigna "Ellos en Nosotros".
Es muy impresionante ver la gran masa de gente caminando en absoluto silencio por 18 de julio. Sólo al final de la marcha, al llegar a la Plaza Libertad, el silencio se interrumpe con la ejecución del himno nacional.
El silencio habla mejor que mil palabras. ¿Qué decir? Cualquier palabra sobra, cualquier palabra es superflua y redundante. Todo está ya dicho. En el silencio nos sentimos en comunión con nuestros hermanos que ya no están. Las palabras molestarían esa comunión profunda, ese llanto callado que surge de lo más hondo de nuestro ser. En el silencio, también (aunque tal vez no sea así en todos los casos) podemos calmar las pasiones y los odios e incluso sentir compasión por los victimarios, y quizás, por qué no, hasta derramar una lágrima por ellos. En el silencio desaparece los que nos separa, se esfuman las diferencias superficiales. En el silencio profundo todos somos -como hemos sido siempre- hermanos. En el silencio todos somos uno.
Creo que es muy cierto todo lo que se ha dicho aquí, pero me temo que tal vez estamos hablando de distintos silencios. No estoy pensando en un silencio que es solamente la ausencia de sonidos o de palabras. Estoy pensando en el silencio profundo y trascendente que es antes de (y sostiene a) todos los sonidos y toda manifestación. Estoy pensando en el silencio de Cristo cuando le fue preguntado "¿Qué es la Verdad?" y no pudo encontrar ninguna palabra humana adecuada que la pudiera definir ni siquiera lejanamente. Estoy pensando en el silencio majestuoso del Buda, o el ya mencionado de Sri Ramana Maharshi, o el de Lao-Tsé, o el de Sri Nisargadatta, o el de tantos otros colosos espirituales.
Estoy pensando en el silencio que, muy lejos de ser una experiencia de muerte, es en realidad la única fuente de vida.