Krank vor Liebe
En Venganzas del Pasado desde el martes, 13 de septiembre de 2022 a las 04:16 PM
Dolina dice en el minuto 00:48 que probablemente cambie la dirección del segmento dispositivo, incluyendo otros temas no tratados hasta ahora. Me alegra mucho oír eso, en especial si se anima a hablar de divulgación científica (tiene amigos como José Edelstein para asesorarse, y no me extrañaría que el propio Edelstein haya disparado esa inquietud; quizá la intervención de Piedrahita también haya tenido algo que ver con eso).
La crisis en la física teórica actual (que como dice Sabine Hossenfelder, quedó congelada en el último gran avance, el bosón de Higgs, que aunque fue confirmado experimentalmente en el 2012, fue predicho teóricamente a mediados de 1960) es un tema humanístico muy interesante porque buena parte de la física (y de la ciencia básica en general) quedó atrapada en criterios epistemológicos algo tramposos (belleza, elegancia, simetría, equilibrio) y en el academicismo tradicional (un sistema más interesado en el escalafón, en la fama mediática y en la producción industrial de pseudoproblemas de definición que en el avance de la descripción de la realidad física, aunque sea fea, de dinámica no lineal y poco elegante).
Me alegra que Dolina tenga la intención de escapar del loop temático que él mismo creó. Espero que lo logre.
Mariela, quiero hacer un comentario al texto que citaste hace una semana (evitaré, dentro de lo posible, nombres propios o de empresas).
Entre los años 2008 y 2014 ocurrió algo que no se hizo público (no porque se tratara de un secreto de Estado o algo así, sino porque en el fondo no le interesó a nadie); un grupo políticamente heterogéneo de científicos, profesionales y técnicos (todos con dos características en común: eran realistas científicos y sus actividades se basaban en evidencia) ofreció formalmente a los gobiernos nacionales de ese período su colaboración ad honorem con el fin de asesorarlos y resguardarlos de los peligros de las nuevas tecnologías de la información y de las estrategias de ingeniería social a gran escala que ya eran usadas en otros países con fines partidarios y económicos. El motivo de ese ofrecimiento fue la adhesión en general (aunque no siempre en particular) a las políticas de Estado de ese período. Por supuesto que estas personas (psicólogos cognitivos y conductistas, especialistas en riesgos no gaussianos, expertos en las más recientes tecnologías de la comunicación, operadores de redes, físicos, matemáticos y muchos profesionales en disciplinas afines al tema central) no prometían soluciones mágicas, sino que ofrecían posibles estrategias para minimizar los daños ante lo desconocido del futuro que se venía o, hasta en algún caso, para hacerlo jugar a favor del gobierno. Las respuestas oficiales siempre fueron negativas terminantes a leer los fundamentos del grupo (que fueron presentados a modo de papers científicos) e insultos del orden de «grupo de positivistas» (sí, el anacrónico positivismo como insulto; no fue de extrañar que eso viniera de parte de pseudocientíficos sociales, abogados y psicoanalistas presuntamente de izquierda).
Los integrantes de ese grupo progresivamente se cansaron de golpearse la cabeza contra la pared; no creo que ninguno de ellos esperara una recepción con alfombra roja, pero sí al menos ser escuchados sin prejuicios (creo que bastó con que se supiera que dos de sus integrantes eran amigos personales de Mario Bunge para deducir que todos eran ateos, espías de ultraderecha e incluso cosas peores, como si Bunge nunca hubiera arremetido ferozmente contra la pseudociencia de la economía neocapitalista.)
Para hacer la historia corta (temo que ya es tarde para eso), esos gobiernos decidieron ignorar la realidad de este nuevo mundo a partir de premisas indemostrables o hasta carentes de sentido (por ejemplo, que el amor vence al odio, que la verdad vence a la mentira, que al final los buenos siempre triunfan, etcétera); decidieron apegarse a un pasado bastante platónico, a amigos que consideraban incondicionales (y que hoy militan alegremente en partidos de la oposición), a gurúes del optimismo (en el peor sentido de Molière), a seguir dando discursos de barricada para cien personas en una plaza de pueblo con un megáfono, a sacrificar el futuro de millones de compatriotas por aferrarse a ideales razonables en 1970, pero que ya no tienen ningún lugar en este mundo.
Es cierto que algunas de esas personas que quizá no tomaron mejores decisiones hoy pagan injustamente por crímenes que nunca cometieron; pero a mediano y largo plazo, los más perjudicados por la terca decisión de aferrarse a un pasado que quizá no existió del todo son los más pobres, quienes por causa del efecto Mateo («Os digo que a todo el que tiene, se le dará; pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene », y aquí recuerdo a Roxana Kreimer) están condenados a una larga y dolorosa agonía. (No importa; los pobres no se extinguirán porque serán progresivamente reemplazados por quienes hoy están apenas por arriba de ellos en la pirámide alimentaria. No soy peronista, pero creo haber entendido que uno de los puntos más fuertes del peronismo era su pragmatismo, su desapego por los idealismos impracticables cuando el bienestar de los más débiles estaba en peligro, cosa que ocurre todo el tiempo.)
Ya que mencioné el riesgo no gaussiano, quiero recordar a Nassim Taleb contando que una vez fue invitado por el Departamento de Defensa de Estados Unidos para hablar sobre su especialidad (la incertidumbre), cosa que no le hizo ninguna gracia porque se imaginó hablando frente a un grupo de militares sedientos de sangre; para su sorpresa, se encontró con personas empíricas y escépticas cuyo trabajo no era iniciar guerras, sino a desarrollar políticas de defensa que consigan eliminar los posibles peligros sin recurrir a la guerra, como la estrategia de llevar a los rusos soviéticos a la bancarrota en la escalada de gastos de defensa durante la Guerra Fría. Esto me hace preguntar si Argentina no fue sometida a una estrategia de desgaste y misdirection (en el sentido que los prestidigitadores usan esa palabra) con la proliferación de pseudoproblemas (por ejemplo, el género gramatical como piedra angular de la desigualdad social, entre tantos otros). Alguien podría preguntarse si una estrategia de esa clase podría tener efectos devastadores en toda una población; yo respondería que cuanto más supersticioso sea ese país, menor será la probabilidad de que se interese en la formación de científicos y en el estudio o desarrollo de tecnologías de punta. ¿Para qué invertir algunos millones de millones de dólares en un laboratorio de investigación de computación cuántica que ya tiene al menos un nicho específico de aplicación en el mundo actual, si podemos gastar ese mismo dinero en papers de debate sobre si lo correcto es escribir «los alumnos» o «les alumnes»? Este último ejemplo parece exagerado, pero no deberíamos olvidar que ese fue el tema excluyente de la sociedad argentina en el mismo momento que se producía el saqueo que llevó a una deuda externa diseñada para fundir al país.
Una última cita de Taleb, del año 2007: «Yo, por mi parte, sí veo los riesgos de que un virus extraño y grave se propague por todo el planeta». Por definición, no podemos predecir lo epistemológicamente desconocido; pero es una negligencia criminal desoír a quienes tienen algo importante para decir sobre las consecuencias de la incertidumbre, en especial cuando esta puede hacer miserable la vida de millones de personas.
Mariela, ayer hice exactamente eso que propusiste porque me pareció muy divertido (envié un mensaje al WhatsApp de LVST sugiriendo algún parentesco entre Cora Barengo y Carlos Argentino Daneri), aunque no creo que lo lean. (Envié muchos mensaje del mismo corte camorrero, pero no tengo confirmación de que alguno de ellos haya sido leído al aire.)
Debo aclarar que no tengo nada contra las formas más experimentales del arte; disfruto de muchos de los poemas de Horacio Ferrer, y estoy bastante seguro de que estos tiempos tan correctos piden a gritos una salvaje patada de poesía de A. Pizarnik, por ejemplo (en especial de «Sala de Psicopatología» y textos similares) para poner algo de contrapeso a la buena onda de instagrammers y charlistas de TED. (Id est, la psicóloga social Amy Cuddy y su teoría pseudocientífica de que toda adversidad de la vida puede ser vencida mediante el lenguaje corporal.)
Mi problema (¿mi sesgo cognitivo, mi prejuicio?) con «Capitana a caballo de mi sombra» es que lo sospecho uno de esos objetos cuasi políticos diseñados para fingir épica, intrepidez y transgresión con fines de chantaje sentimental; quizá no sea así, pero me parece oler ahí mucho de ese progresismo berreta persuadido de estar transformando al mundo desde un teatro concurrido por un puñado de rentistas que van a expiar sus pecados de insensibilidad social con el mismo espíritu que nuestros mayores iban a misa.
Sigo oyendo «Alle Tage ist kein Sonntag» (por Till Lindemann, cantante de Rammstein, acompañado por el exquisito sonido de violín de David Garrett); estas cosas sí renuevan mi fe en la humanidad, en especial a las cuatro de la mañana.
En los minutos 21:18 y 36:28 irrumpen (en inglés) agentes del Imperio que nos advierten sobre la peste porcina africana y la inconveniencia de llevar carne de cerdo cuando uno viaja a EUA (que es, naturalmente, lo primero que a cualquiera se le ocurre meter en la valija en esas circunstancias), que nos recomiendan no salir corriendo como estúpidos hacia el centro de emergencias si nos rompimos el marote al caernos de la terraza por marmotas y de quedarnos en casa esperando a un tal DispatchHealth.com que va a dejarnos como nuevos, etcétera.
Yo hubiera preferido a Orson Welles informando sobre una invasión extraterrestre, pero hubiera faltado la orquesta de Ramón Raquello despachando infinitamente desde la CBS «La Cumparsita» ( esa pamplina consternada que les gusta a muchas personas porque les mintieron que es vieja).
A propósito de Franco Battiato, en la canción «Centro di Gravità Permanente» (del álbum «La Voce del Padrone», de 1981) puede oírse la linea «Gesuiti euclidei vestiti come dei bonzi per entrare a corte degli imperatori della dinastia dei Ming» (jesuitas euclideanos vestidos como monjes budistas para entrar en la corte del Emperador de la dinastía Ming); asombra la exactitud histórica de esa frase a la luz de la charla de Dolina sobre Matteo Ricci. (El adjetivo «euclidiano» aplicado a un jesuita es un hallazgo poético.)
Me gustaría opinar sobre algo, pero siento que sería inútil porque este es un universo interesado solo en la insensata replicación de cadenas de ácido desoxirribonucleico.
(Como cantaba Franco Battiato: «X1 uguale ad a per seno omega t, X2 uguale ad a per seno di omega t più gamma».)
Mis pseudociencias favoritas son la acupuntura y la economía neoliberal.
Cada vez que oía: «Hay vida posible en lo adyacente, reconfiguraciones del sueño, y no hablo de escapismos ni de maroma, es un canto unificado danzando su corriente» (minuto 09:05), imaginaba haber leído algo similar en alguna otra parte; ahora comprendo que, en realidad, ese texto me recuerda a los espantosos versos que Borges endilga a Carlos Argentino Daneri en «El Aleph».
Fe de errata: donde dice: «siento mucho que Dolina y su producción (ahora casi inexistente) hayan tenido hace muchos años la inteligencia de hablar con Juan para hacer de este sitio el archivo institucional de DTPL y de LVST» debe decir: «siento mucho que Dolina y su producción (ahora casi inexistente) no hayan tenido jamás ni la intención ni la inteligencia de hablar con Juan para hacer de este sitio el archivo institucional de DTPL y de LVST».
Suscribo todo lo dicho por Mariela sobre este sitio y le pido a Juan Schwindt que no piense en darle de baja, ya que fue el primer archivo histórico y sistemático de LVST (y creo que nunca superado como tal). Casi no existen en Internet audios de los programas de que no hayan tenido origen aquí, y siento mucho que Dolina y su producción (ahora casi inexistente) hayan tenido hace muchos años la inteligencia de hablar con Juan para hacer de este sitio el archivo institucional de DTPL y de LVST, ya que el propio Dolina reconoció muchas veces que, a falta de un archivo propio, recurrió a este sitio para consultar material que consideraba perdido para siempre.
Busqué una foto de Cora Barengo y comprendí el entusiasmo de Dolina por su labor artística.
Dolina fue felicitado por todo el mundo, con excepción de quienes deberían ser los suyos; la progresía políticamente correcta y quiosquera jamás lo quiso, aunque no dude en usurpar su nombre para endilgarle citas apócrifas y ganarse algún FAV en la iglesia fundamentalista que armaron en Twitter.
Nietzsche hubiera hablado de Bildungsphilisters; creo que no existe palabra castellana que los describa con tanta exactitud.
(No me malinterprete: sigo siendo comunista, y mi ensañamiento con ese progresismo rúcula y traidor se debe a sus esfuerzos por disimular su condición burguesa y capitalista que vive de la especulación con el dólar sacándose selfies en «Un Café con Perón» y fingiendo admiración por Ernesto Guevara.)
A propósito de Roxana Kreimer (atacada e insultada por youtubers e influencers libertarios y neoliberales al exponer sistemáticamente sus sesgos, errores y mentiras sin que el feminismo rúcula moviera un solo dedo por defenderla), sugiero especialmente ver "Estoicismo: un antídoto contra la insatisfacción" y "Teoría Cognitiva: un antídoto contra la insatisfacción"; siento mucho que Dolina no parezca conocerla o no se interese en su tarea de divulgación.
En otro orden de cosas, extraño al Rolón artista y políticamente incorrecto de los radiocines. Todos tenemos derecho a cambiar, naturalmente; pero ¿tanto, Rolón?
Releo las palabras de Mariela sobre el psicoanalista (esto es, un pseudocientífico) Jorge Alemán (nada personal contra él, apareció como un símbolo de ese progresismo hipócrita, semianalfabeto y parasitario que la va de representante de los más pobres, pero que pasea en Audi, viaja a Italia o a New York y prefiere vivir en barrios privados con vigiladores parapoliciales, ya que en el fondo son muy cobardes y débiles, y sienten terror por quienes dicen defender) y siento asco por la insensibilidad social de todos esos miserables que solo son de izquierda en Twitter. ¿Sabrán que se volvieron tanto o más monstruosos que el enemigo que simulan combatir con ese chamuyo de superioridad moral que sale gratis, pero que a la larga reporta grandes beneficios personales? Sí, claro que lo saben, pero no les importa; la secta los adora y nada vale más para ellos que el halago desmedido. Creo que somos testigos del nacimiento de una nueva religión.
Mariano, es cierto: soy un usuario reciclado; no puedo revelar mi identidad por motivos ajenos a mi conocimiento. («Krank vor Liebe» significa «enfermo de amor», el nombre de una canción pop alemana que grabó Max Raabe con su Palast Orchester, gente que sugiero oír alguna vez por motivos de excelencia artística. No, no son partidarios de AfD; diría que todo lo contrario, ya que hacen homenaje al repertorio de artistas que el nazismo persiguió y prohibió por producir «Entartete Kunst», arte degenerado. Algunos de ellos son amigos de LVST: Bertolt Brecht, Kurt Weill, Fritz Kreisler.)
Mariano, prefiero hablar del conocimiento científico y su método en lugar de ciencia (esta palabra, que parece siempre escrita con mayúscula, sugiere un cuerpo colegiado de tipos que hacen congresos para imponer qué es verdad y qué no lo es; el conocimiento científico, en cambio, avanza torpemente, es revisado por pares, duda metódicamente de sí mismo, se autocorrige, a veces sufre crisis y se detiene por décadas, como sucede con la dificultad actual de integrar la teoría de la relatividad general con el modelo estándar de partículas, etcétera). Por otra parte, el conocimiento científico puede decirnos cómo funcionan las cosas y cómo podemos intervenir para modificar la realidad, pero no puede decirnos nada sobre si nuestros actos son buenos o malos por sí mismos (para eso están los psicoanalistas, los doctores y licenciados en estudios de género y subjetividad que curran en el CONICET, los tarotistas, las autoridades de APTRA que entregan el Martín Fierro y los remiseros).
A propósito de enroscadores de víboras y gurúes infalibles, Mariela, intenté escribir algo sobre el psicoanalista y ahora filósofo Jorge Alemán (alguien que comprendió que el negocio más rentable de la actualidad es vender las palabras exactas que el público mediopelista desea oír para entrenar sus sesgos de confirmación); me sorprendí escribiendo los mismos lugares comunes que pretendía criticar. El iluminismo progre es un viaje de ida; conviene tratarlo como una enfermedad peligrosa, transmisible por vía cultural.
No suscribo la grieta porque es una obra de ingeniería social dedicada a fabricar indignación, que es el motor de las redes sociales. (La satisfacción y la calma casi no producen casi interacciones, y sin miles de millones de interacciones no hay negocio para Parag Agrawal et al; además, ¿cómo harían para poner y sacar gobiernos a voluntad desde Twitter sin ese feedback instantáneo?)
Descreo del antagonismo izquierda/derecha en Argentina; hasta donde puedo ver, los actores principales de la política nacional son por lo menos liberales, en el sentido más honesto de la palabra (obedecen a una Constitución de origen liberal, aceptan y promueven el capitalismo como sistema de producción dominante o único, se cortarían un brazo antes de poner en duda la sacralidad de la propiedad privada, evitan la intervención fuerte del Estado en casi cualquier orden, etcetera). La autoproclamada izquierda solo parece serlo por contraste con la ultraderecha genocida y por su afecto anacrónico a la «Canción con Todos», esa de la cintura cósmica etcétera. («Para que nunca más vuelva la derecha», dicen como si gobernara Xi Jinping). En su burbuja cognitiva, están convencidos de que John M. Keynes era estalinista.
Solo me queda decir dos palabras: qué sé yo.
Gracias a vos, Mariela, por prestar atención a esa breve lista de divulgadores; los mencioné porque los considero intelectualmente honestos, muy divertidos sin dejar de ser jamás rigurosos, y porque son todos hinchas de los Monty Python (creo que esta última es la credencial de mayor peso: ninguna persona que no se tome en serio el sketch del loro muerto es digno de confianza). También los recordé porque están muy relacionados con algo que señalás indirectamente en tu respuesta, y que es un tema recurrente en el programa de Dolina: la caída en desgracia de la evidencia científica frente al auge de la autopercepción como criterio pseudocientífico de verdad (hecho forzado y auspiciado precisamente por quienes tienen la obligación de protegernos de la superstición en lugar de alentarla y subsidiarla).
Recuerdo, Mariela, mi perplejidad ante aquellas reflexiones de Dolina (circa 1990) en que usaba la palabra «ateo» como insulto hacia Carl Sagan; por suerte hoy, tanto Sagan como Dawkings como Feynman y otros realistas científicos forman parte de sus lecturas habituales (me gustaría que Dolina se atreviera al emergentismo sistémico de Mario Bunge, pero quizá es un poco tarde para eso). Me embola que Dolina suela desconocer falazmente a Martin Gardner, pero ese es otro tema.
Con respecto a «El mundo y sus demonios» y a tu observación, trato de evitar una autorreferencia, pero me resulta imposible: por aburrimiento, curiosidad, por masoquismo, hace unos días estuve revisando ejemplares de la revista «2001: Periodismo de anticipación» (más tarde «2001: Periodismo de liberación», disponibles en PDF en el Archivo Histórico de Revistas Argentinas), publicados entre 1968 y 1974. Además de encontrar ahí todos los clichés de la New Age (la Sociedad Vril, la raza que vendrá, la ariosofía aplicada al fenómeno OVNI, las referencias a Helena Blavatsky, la postulación de la parapsicología como ciencia dura, etcétera), noté que ese fenómeno que mencionás (un mundo dominado por ideas enemigas de la ciencia , la razón y la objetividad, plasmados en dos grupos poderosísimos, aunque políticamente enfrentados) ya estaba ahí como hoy, y que solo se diferenciaban de los gurúes actuales en las formas y en los medios de comunicación. (Pero la polarización extrema era idéntica a la actual: esos bandos no buscaban la verdad en el sentido científico, sino ganar discusiones retóricas al estilo medieval para demostrar superioridad moral, como ahora.) Todo eso me llevó al recuerdo de otro panfleto pseudocientífico (aunque muy divertido y muy bien escrito) que fue muy popular en ciertos círculos progres argentinos que (como hoy) convivían con la contradicción de defender la dictadura del proletariado tanto como las injusticias provenientes del derecho irrestricto e ilimitado a la propiedad privada y a los bienes de producción; me refiero a "El retorno de los brujos", de Jacques Bergier y Louis Pauwels. (Creo que son buenos ejemplos de la pretensión absurda de conocer y describir la realidad dándole la espalda e imaginándola, como sigue sucediendo hoy.)
¿Conclusión? No tengo, sé que soy demasiado estúpido como para sacar conclusiones correctas y sigo siendo muy incrédulo de mi presunta perspicacia; sí me atrevería a expresar la sospecha de que quienes en esos años nos manipulaban cognitiva y conductualmente para que percibiéramos el mundo tal como lo deseaban y para que actuáramos siempre en favor de sus intereses (aunque eso implicara actuar en contra de los propios) siguen estando ahí, aunque ahora asistidos por nuevas tecnologías de la comunicación y técnicas de ingeniería social inimaginables hace veinte años; además, ahora son quienes dicen ser los nuestros.
(Ya ni siquiera se trata de conspiraciones de sociedades secretas ni nada por el estilo: es un juego a cartas vistas, y sus gurúes se divierten refregándonos públicamente en la cara cuán manipulables somos, aunque creamos todo lo contrario.)
Repito: no miro para otro lado, sé que en este mismo momento ocurren cosas muy graves; solo reivindico la libertad de disfrutar de asuntos artísticos sin sujeción a ninguna circunstancia política.
Lista sugerida (no exhaustiva) de divulgadores científicos, epistemológicos y filosóficos actuales:
(Cuidado con el sesgo de confirmación, que siempre está al acecho; cuanto más libres de sesgos nos declaremos, más expuestos estaremos a ellos.)
Suscribo el comentario de Mariela Luna del 11-08-2022 sobre la sobreactuación de progresismo y corrección política en LVST. Creo que el programa ya no puede oírse sin riesgo de cometer pecado de nostalgia.
Aquí estoy. Soy el mismo de antes. Pero no.