Krank vor Liebe
En Venganzas del Pasado desde el martes, 13 de septiembre de 2022 a las 04:16 PM
Mariela, me pone muy triste el saber que el psicoanálisis enmascaró tu enfermedad durante tanto tiempo, y me alegra la intervención de tu tío; no es la primera vez que oigo esas demenciales metáforas entre órganos y padres, la somatización como explicación a todo, etcétera. (El «etcétera» no es ni retórico ni humorístico esta vez; tengo que parar aquí porque la furia por lo que contás me excede, tengo ganas de encerrarme a solas con algún psicoanalista para explicarle dos o tres cosas de la forma más didáctica que un martillo galponero pudiera permitir.)
Me gustaría decir algo sobre el caso Dora (que citaste tan magistralmente), pero no es el momento: estoy sinceramente enfurecido. Me limitaré a recordar que Eric Woolfson (uno de mis artistas favoritos junto con su socio Alan Parsons, que juntos fueron una gran influencia en las nuevas formas de grabar y producir música) grabó en 1990 un álbum llamado «Freudiana», que naturalmente tenía como tema central la obra de Freud (se trata de una obra irónica; Woolfson, escocés judío, era ateo y escéptico). Uno de los temas se llama precisamente «Dora»:
https://www.youtube.com/watch?v=Wm-CnGj6baE
Reconozco que sin Freud tal vez no hubiéramos disfrutado nunca de un Hitchcock o un Dalí; lo que considero imperdonable es que en Argentina (uno de los pocos países aún afectados en la actualidad), el psicoanálisis tenga un poder de orden clerical, al punto de haber desplazado de hecho a la psicología basada en evidencia como una disciplina subalterna y prescindible. (Sí, estoy ensañado: veo en él el símbolo perfecto del atraso, la superstición, la pedantería y la prepotencia dogmática; no me arrepiento de haber participado muy activamente en CAIRP, ASALUP y otras asociaciones escépticas que intentaron frenar esa locura, aunque todas hayan terminado en el desastre o en la nada.)
Por lo demás, estoy completamente de acuerdo con vos y con Ciudadano32 sobre el estado actual de la salud pública, y temo por su futuro.
A propósito de «The X-Files», la considero una de las series más originales y divertidas de todas, hasta cuando se volvió una parodia de sí misma.
Ah, Lucrecia López Sanz es verdaderamente una maravilla.
Ciudadano32, me apresuro a responder un tema puntual: coincido completamente en que la medicina basada en evidencia fue invadida por burócratas de la salud; el paciente entra al consultorio (después de una espera de varias horas de embole y dolor, naturalmente), el médico (un demiurgo, un ser superior) pregunta sin mirarlo «¿Qué le pasa?», el paciente quiere explicar qué le pasa, pero a las diez palabras el médico lo hace callar y, sin haberlo oído en absoluto, le entrega una orden preimpresa de batería de estudios (que siempre incluye al menos un procedimiento diagnóstico recontratetradimensional de altísima tecnología aunque el paciente haya ido por una picadura de abeja) y le dice que vuelva dentro de tres meses, si es que no murió en ese lapso. (Nada de empirismo, nada de observación, nada de humanidad, nada de escuchar al paciente, nada de sensatez: ese es el protocolo, y si no le gusta, vaya a un curandero. Aquí el médico soy yo, y usted es un gusano que me hace perder mi precioso tiempo en pavadas.)
Y claro, el tipo termina yendo al curandero (o su equivalente universitario) que tampoco lo cura, pero que al menos finge tratarlo como un ser humano. La mejor aliada de las pseudoterapias alternativas es esa medicina automatizada, deshumanizada y oficinesca que trata a su paciente como a un interno de Treblinka. (No hablemos del ana-ana, piedra basal de la fortuna de tantos medicuchos recibidos con 4.) Por si algún médico de bien anda por acá: seguro que es un farsante.
Vuelvo más tarde, si la amoladora me perdona alguna mano.
Ese es el punto, Ciudadano32; un médico homeópata de finales del siglo XIX aún podía ignorar que solo administraba agua destilada a sus pacientes, y también podía creer honestamente que su tratamiento era menos dañino que otros de la misma época (y a veces tenía razón, teniendo en cuenta los procedimientos demenciales de la medicina de ese tiempo); hoy, un médico homeópata no puede ni tiene derecho a ignorar que es un criminal en potencia, independientemente de sus buenas intenciones o sus creencias. Creo que la situación actual del psicoanálisis es completamente análoga: el psicoanalista puede retrasar conscientemente por años tratamientos rápidos y eficaces basados en evidencia científica y clínica, y eso pone en duda la calidad moral de quienes lo defienden como la única psicoterapia curativa existente (Rolón dijo alguna vez que la medicina tradicional actúa sobre el síntoma, mientras que el psicoanálisis ataca la causa de raíz; una falacia como esa solo puede ser sostenida por un ignorante, por un fanático o por un estafador.)
Mariela, el psicoanálisis fue siempre un tema conflictivo para Dolina; como seguramente habrás oído, sus primeras menciones a Popper aún en «Demasiado tarde para lágrimas» (¡qué bella era la cortina musical de Bix Beiderbecke!) estaban referidas a la infalsabilidad de la teoría psicoanalítica de la personalidad (uso la palabra «teoría» en su sentido más débil); por otra parte, se apresuraba a expresar su admiración por Freud como escritor (cosa que comparto; sus casos clínicos inventados están magistralmente desarrollados como cuentos policiales, y toda su prosa es muy agradable y elegante).
Con la llegada de Rolón, las cosas se complicaron; apareció el recurso humorístico de convocarlo como especialista cada vez que hablaban sobre sahumerios o brujerías («Rolón, usted que es psicoanalista, debe ser experto en estas cosas»), y Rolón seguía el juego, aunque ofreciendo mayor resistencia cada vez (el ensañamiento de Stronati en esos momentos era divertidísimo). Al mismo tiempo, como vos decís, Dolina dejaba pasar por alto algunas cosas que en otro contexto quizá hubiera refutado; por ejemplo, equiparar el psicoanálisis con la revolución copernicana y la teoría darwiniana de la evolución:
https://venganzasdelpasado.com.ar/posts/el-misterio-de-kaspar-hauser
(Minuto 15:58)
Rolón habla de las tres grandes heridas narcisistas de la humanidad, y señala que una de ellas es el descubrimiento del insconsciente (aparentemente fue el propio Freud de 1917 quien se colocó entre Copérnico, Kepler, Darwin, Descartes, Hume, Spinoza, Schopenhauer, etcétera, demostrando así su habilidad como publicista de sí mismo). Es innecesario aclarar que las críticas filosóficas y científicas a la autodeterminación absoluta eran muy anteriores a la primera formulación del psicoanálisis (algo que Dolina no podía ignorar de ningún modo).
Ya dijiste todo lo que puede decirse sobre el psicoanálisis, que en lo personal considero una superstición superada y anacrónica, con independencia de la honestidad (o deshonestidad) intelectual de sus defensores, entre los que se encuentra el Estado argentino. Gabriel Rolón demostró ser un gran artista (buen músico, cantante, actor, humorista) y una persona muy racional, excepto cuando se trata de su profesión.
Con todo esto ¿quiero insinuar que el Rolón actual hace una puesta en escena para conseguir más clientes dispuestos a pagar fortunas por oír algunos «Ajá», «Uhm», «A vos no te valoran» y «En la moto, la carrocería sos vos»? Sí, naturalmente; y como en lo político y en casi cualquier otro orden, eso tiene sabor a derrota.
Ciudadano32, las redes eran Facebook y Twitter. Como conté aquí con bastante detalle, en ese tiempo participaba activamente de un grupo interesado en el uso político de las nuevas tecnologías de la información (sin entrar en detalles, me dedicaba mayormente a la automatización de posteos desde múltiples cuentas, entre otras actividades que también hubiera considerado cuestionables si no fuera el sociópata adaptado que soy; mi lema era «No seamos como ellos: seamos mucho peores que ellos»). La embajada mencionada es la de EUA, naturalmente.
Como seguramente también te pasó a vos, me cansé de esa discusión que terminaba siempre con la respuesta estándar «No tengo nada que ocultar». Inútil hablar sobre Alexander Nix, sobre Cambridge Analytica, sobre el impacto concreto que tuvo en las vidas de millones de argentinos (y eso fue casi un chiste asistido por tecnología que hoy podría considerarse obsoleta). Nos especializamos en ganar campeonatos morales y en subestimar amenazas.
A propósito: yo también me engancho en todas. Siempre listo.
(Nota: la vergonzosa actitud de Dolina se extiende unos segundos más, casi hasta el minuto 6:00, pero la incomodidad dura hasta ahora.)
Ciudadano32, casi había olvidado a Cora Argentina Daneri; sé que me ensañé, pero solo por ver en ella el símbolo de esa progresía acomodada que está convencida de que cambiará la realidad mediante el curioso procedimiento de ignorarla. (Después se asombran de que X gana las elecciones y argumentan que eso ocurre porque la gente no lee a Galeano.) De paso, suscribo todas tus observaciones sobre la industria del Big Data y la ingeniería social vinculada a ella; me cuesta aceptar que seamos presas tan fáciles. (Detesto las anécdotas personales, pero me veo obligado a contar esta: estoy tramitando un par de nacionalidades; en una entrevista reciente en una embajada de cuyo nombre no quiero acordarme, la interrogadora me advirtió que los conceptos que vertí en ciertas redes sociales en el año 2008 y sucesivos podían ser un obstáculo para la aprobación de ciertos requisitos de pureza ideológica; el punto es que esos comentarios fueron hechos por mí con direcciones de email truchas y nombres de cuentas del orden de «Tisoler el Morocho» creadas con dispositivos, números de teléfono y servicios de Internet que no existen desde hace mucho tiempo; naturalmente, nada de eso impidió que mi identidad real fuera transparente y que quedara vinculada a mi persona física hasta la actualidad, a pesar de todos los cambios de hardware, IMEI, direcciones MAC, etcétera, que ocurrieron durante todos esos años. Pensé en preguntar si eso no era una invasión inaceptable de la privacidad, pero me pareció una objeción banal.)
Mariela, hace bastante tiempo, la app de YouTube me recomendó un video de Gabriel Rolón en «Perros de la Calle» (no tenía idea de la existencia de ese programa); al verlo, descubrí al Rolón que decía muy en serio las mismas cosas que sus personajes absurdos parodiaban en LVST. Me molestó esa deshonestidad intelectual, ese abuso de la credulidad y desesperación de su público (aunque no ignoro que todo psicoanalista basa su carrera en ellas); repito que todo el mundo tiene derecho a cambiar, pero Rolón es una persona demasiado lúcida para cometer involuntariamente esa estafa moral. (Sé que su actividad mediática no es especialmente dañina, ya que es apenas una rejunte de lugares comunes dichos con autoridad, pero expone claramente sus intenciones comerciales: ser el psicoanalista argentino más caro de todos. Eso sí: estoy seguro de que su pseudoteoría psicoanalítica de las causas de la ansiedad paroxística episódica viola uno de los derechos garantizados por la Ley 26.657 (Ley Nacional de Salud Mental): «Derecho a recibir una atención basada en fundamentos científicos ajustados a principios éticos», y ahí sí Rolón se vuelve peligroso por el riesgo de retrasar potencialmente un tratamiento rápido y adecuado para ese trastorno de la ansiedad. Insisto: la herencia epistémica de Masotta es un collar de melones.
Con respecto a la desubicación de Dolina, me refiero a esto, entre las marcas de tiempo 4:30 y 5:45; vuelvo a oírlo y vuelvo a sentir la misma vergüenza ajena. Por eso, decidí quedarme con el recuerdo de este Dolina que canta la marcha del Día Mundial del Huevo a partir del minuto 1:35. Con respecto a este último audio, estaba oyéndolo hoy mientras trabajaba en la construcción de mi pequeño estudio de grabación y postproducción musical (de ahí mi súbita vocación por la albañilería y la carpintería, tengo muchas herramientas y muy poco presupuesto) y tuve que dejar lo que estaba haciendo por el ataque de risa (no esperaba ese himno, me tomó muy desprevenido, mi edad mental es de 11 años).
No quiero irme por hoy sin quejarme de la demencial competencia de youtubers e instagrammers por captar la atención de los usuarios. La movilidad social ya no es lo que solía ser.
Mariela, gracias por preguntar; no podrás imaginar cuántas ganas tengo de volver a escribir setenta páginas de mala literatura (la única que me sale bien) sobre Russell (sobre Ken, aunque también sobre Bertrand), sobre Nabokov (¿por qué esperé tanto tiempo para leer «Fuego Pálido»?), sobre la inverosímil amistad de Dolina con Darío Sztajnszetcétera (insisto: si se llamara Eleuterio Gómez y no cuidara tanto su impostura del desaliño, sería empleado del mes de algún McDonald's de la Argentina profunda), sobre nuestro enamoramiento con el sesgo de confirmación, sobre la escarapela que estoy bordando con mis propios pelos para regalársela a Laura Richardson cuando venga a asumir el virreinato, y todo así.
Lo cierto es que últimamente estoy trabajando como un afroamericano (mi intención original fue escribir «negro», pero mi asesor jurídico no lo creyó buena idea y amenazó con denunciarme al INADI), y por trabajar no quiero decir algo como elaborar una brumosa tesis doctoral sobre el panteísmo en Hölderlin, sino a destruir paredes, remover escombros, pintar, hacer muebles a medida, descubrir cuán ineficaz soy para esas tareas, respirar polvo de ladrillo como si fuera oxígeno, etcétera. (Nada de lo anterior debe rebajarse a lágrima o reproche: todo lo contrario.)
No volví a oír programas nuevos de LVST desde el día del berrinche público de Dolina contra Gillespi en el Segundo Congreso Latinoamericano de Ciencias Sociales; es comprensible, todos somos reemplazados por avatares de calidad descendente, pero persistir en un acto que ya no me producía placer estético ni alegría me pareció un hábito preocupante. (A juzgar por la reseña de Ciudadano32, creo que tomé la decisión correcta.) Sí disfruto de muchos de los programas que DavidV compartió con nosotros, algunos de ellos completamente nuevos para mí.
En otro orden de cosas, sigo asombrado por el creciente virtuosismo de quienes modelan la percepción de la realidad, asistidos por las nuevas tecnologías de la comunicación; creo que son los mejores psicólogos empíricos y basados en evidencia que hayan existido jamás. (Mientras tanto, Rolón perfecciona su nuevo personaje, injerto de hombre santo del Brahmaputra y predicador de la fe en la forclusión. Una lástima.)
Me parece que ese tornillo fix que me ensarté estaba oxidado; hasta donde puedo recordar, este dedo no tenía ese color.
Bizet, James Randi, Die Zauberflöte, Martin Gardner, la terquedad de la inteligencia sesgada, los investigadores paranormales que eligen ignorar la prestidigitación, muchas de las cosas que hacen que me sienta como en casa (en el supuesto de la existencia de un lugar como ese). Estoy perdiéndome demasiadas cosas buenas.
De paso, los últimos audios de DavidV (a quien vuelvo a agradecer su colaboración) terminaron de convencerme de que LVST es algo que solo puede suceder en un pasado aún cercano, pero irrecuperable; este tramo, por ejemplo:
https://venganzasdelpasado.com.ar/posts/trucos-para-un-cumpleanos-feliz
es un delicioso catálogo de incorrecciones del que se puede destilar crueldad, sarcasmo, perversión, cinismo y felicidad (durante todo el bloque, aunque en especial a partir de la línea de tiempo 16:53). En este presente, sería imposible decir cosas como esas sin ofender mortalmente a millones de almitas de cristal. (Quizá pueda interpretarse como un avance moral, pero también como una abolición forzada de los límites entre la realidad y la ficción humorística). Fue por eso que me despedí definitivamente de los programas actuales, que me provocaban sentimientos que iban desde la más profunda melancolía hasta la más santa indignación (sí, me refiero a las pusilánimes exenciones de responsabilidades de Patricio Barton y a los deplorables covers del TSN).
Muchas gracias, DavidV y Juan, por las horas de trabajo dedicadas a subir todo este material nuevo.
Ciudadano32, ¿usted insinúa que yo sugerí que Dolina hizo todo lo que hizo en su vida con el único propósito de tener un harén propio? Le diré solo una palabra: tiene razón.
Fuera de eso, las buenas noticias son —como ya dijo Mariela— que Dolina dio una señal fuerte y clara de que aún está escondido ahí, y que su extraordinario elogio a la literatura de Ariana Harwicz fue un cachetazo a su entorno actual de santurrones woke-minded que hablan lunfardo inclusivo con fluidez nativa y sacrifican chanchos para apaciguar la ira de Dora Barrancos y deidades por el estilo.
No importa que nada suceda después de esto (de hecho, nada cambiará), pero al menos algunos de los oyentes de LVST se enterarán de la existencia de Ariana Harwicz y quizá sientan curiosidad por su literatura, que es de lo mejor que se haya escrito en décadas. La débil mental («La traductora de "La débil mental" me pide poner comillas cuando el personaje se dice, a sí misma, retrasada mental. Dice que en su idioma es ofensivo, en el mío también, le digo. Por eso propongo cubrirnos con comillas. Eso equivaldría a usar prótesis morales o comillas policíacas»), Matate, amor (que pronto será una película de Martin Scorsese con Jennifer Lawrence), Precoz, no es ideología, es literatura y filosofía de la literatura. (Es muy divertido que Harwicz sea confundida con una reaccionaria de derecha o una neoconservadora, cuando es exactamente lo opuesto.) En lo personal, daría un brazo por haber escrito uno solo de sus tuits, que son microrrelatos en sí mismos.
Aprovecho para expresar mi asombro por la habilidad que tiene el Trío Sin Nombre para extirpar quirúrgicamente hasta la última partícula de rock de cualquier tema; en sus manos, Charly García se convierte en Los Chalchaleros.
Ciudadano32, siento vergüenza ajena por la infinita torpeza de la frase «la marea plateada más grande de la Argentina» y por sus circunstancias; cualquier otra cosa que dijera sobre eso sería ofensiva y cruel.
Sí, Avenger también es un mamerto. (¿Avenger, vengador, LVST? No me extrañaría. Seguro que es Barton.)
«La entrada al cine/campo de reeducación a 12,50 euros incluyó una comedia con escenas de tolerancia frente a la homosexualidad, pasajes dramáticos con respeto a la ecología y un final que sensibiliza sobre la diversidad étnica. Me escapé a ver a Tom Cruise saltar al vacío».
Dolina descubrió a Ariana Harwicz y quedó atontado. Hay esperanza.
Pensé exactamente lo mismo, Mariela; el primer segmento fue muy gracioso, la increíble historia de Berg (es cierto que Christopher Walken se parece muchísimo a él) fue una de las mejores de los últimos tiempos (hubo hasta una breve explicación de la escala dodecafónica), y algunos de los mensajes de los oyentes estuvieron a la altura de las circunstancias. Después, la catástrofe.
A propósito, creo que Dolina siente alguna animadversión por Roxana Kreimer; alguna vez hizo un comentario despectivo sobre el Café Filosófico (que apareció en un segmento humorístico como uno de los sitios para visitar en Buenos Aires; dijo algo así como que eso no era filosofía). No oí la crítica de Dolina al muy buen video de las siete películas filosóficas (seguramente ni se tomó el trabajo de verlo, ni creo que siquiera sospeche que Ricky Gervais es amigo cercano de Richard Dawkins), pero no me asombra demasiado.
De cualquier manera, el feminismo de Dolina está diseñado a la medida de su verdadero objetivo: caerle bien a las mujeres. (Hay que reconocerle sin embargo que, en un segmento cuasi prehistórico con Adolfo Castelo, condenó el acoso callejero y otras formas de asedio que en ese tiempo se consideraban aceptables y hasta admirables, e hizo notar también que la posición opuesta de etiquetar cualquier forma de intento de acercamiento amoroso como acoso era igualmente detestable, prediciendo la moral neovictoriana de hoy). Lo de Barton es directamente pánico por cualquier cosa que pudiera sonar a incorrección u ofensa a las autoridades fácticas; esa vocación de ortiba que se le atribuye humorísticamente quizá no sea del todo infundada.
Fue una cena maravillosa.
Vengo de ver videos de autoyuda de Rolón; aunque nunca negó ser psicoanalista lacaniano, creo que ahora está convirtiéndose en algo aún peor.
Mariela, estoy de acuerdo con vos en que la admiración de Dolina por Karl Popper es algo exagerada; me arriesgaría a suponer que no leyó su obra, sino resúmenes de ella (de lo contrario, no le caería tan simpático ese Popper retrógrado, ilegible y tan cercano a Hayek, a Nozic, y a toda esa gente que tiene sueños húmedos con la demolición del Estado de bienestar). Popper fue seguramente el primero en poner un nombre moderno al problema de la demarcación, pero no el primero en ocuparse seriamente del tema (antes estuvieron Hume, Russell, hasta Kant si hilamos más fino, por no hablar directamente de Peirce, el verdadero fundador del falsacionismo en el sentido popperiano). A veces simpatizo con el ataque de Popper al historicismo, pero después recuerdo que es una crítica políticamente tendenciosa y se me pasa. Me extraña que Dolina (que en la historia de Einstein y Eddington confunde falsacionismo con verificación experimental) ignore que el Sir Doktor Professor Karl Raimund Popper fue una especie de rockstar de los neoliberales más feroces de su época, y que pase siempre por alto por ejemplo a Mario Bunge, quizá el más culto, más complejo, más claro humanista y epistemólogo que hayamos tenido hasta ahora (y a quien ningún aspirante a progresista quiere por presunto delito de portación de apellido).
Nada de esto anula lo dicho: que en el 2007 (y mucho antes, y mucho después) hubiera alguien en un programa de radio que hablara apasionadamente sobre esos temas, y que tantos oyentes respondieran a ese estímulo con el mismo entusiasmo, era una especie de milagro. No se trata de nostalgia, y me abstendré de explicar por qué.
El fuerte de Dolina fue y es la transgresión (los gauchos amanerados, la lectura sarcástica de revistas femeninas, los cantores ficticios de tangos y boleros, los consejos para el ama de casa, las groserías cifradas, el simple hecho de usar el medio de la radio con fines revulsivos y tan distintos a los convencionales); supongo que nadie vio venir este neovictorianismo moral, en el que las viejas y las nuevas generaciones también se espantan mutuamente, aunque por motivos opuestos a los habituales (ahora el abuelo se parece a Till Lindemann y el nieto se parece a un monje de clausura). Dolina seguramente hará lo que pueda —con la ayuda inestimable de Gillespi—, pero las flexiones de pecho se hacen difíciles con el chaleco de fuerza puesto.
Ahora sí viene la nostalgia: últimamente, Dolina se emociona hasta las lágrimas sin motivos aparentes; en esos momentos desearía que se retirara y que nos dejara intacta la imagen del humorista cínico y hasta despiadado cuando era necesario. Como en el poema de Dylan Thomas: Rage, rage against the dying of the light.
A veces Dolina se comporta como un nene malcriado del carajo. Como dijo Piaget, nada que no pueda solucionarse con un par de patadas bien puestas.
¿Saqueo de bibliotecas o copy/paste, Nora? Alguien dirá que es lo mismo, pero me atrevería a objetar que no. (¡Que objete, que objete!, oigo cantar por ahí.)
Quiero creer que María de Córdoba es alguien que anda por aquí y que decidió llevar la broma de Martín de Palermo hasta sus últimas consecuencias; de no ser así, habrá que aceptar que la audiencia target de Dolina se corrió a la Edad de Piedra. Se me dirá: qué importa, es solo un programa de radio; es verdad, pero un programa de radio tan popular como ese debe reflejar al menos en parte su contexto social e histórico.
Ciudadano32, después de la introducción del programa del 2007 que compartiste (que no comentaré ahora porque contiene una predicción tan impresionante que merece un capítulo aparte), un oyente citó una anécdota apócrifa de Eddington (apócrifa, pero verosímil y tan divertida como aquella en la que supuestamente Fritz Kreisler, el violinista de la cortina de LVST, acusa a Einstein de no saber contar) , y Dolina relató de memoria cómo Eddington verificó experimentalmente una de las predicciones más extrañas de la TGR en 1919; quizá eso sirva para ilustrar la distancia sideral entre aquella realidad y esta, la de María de Córdoba.
Con respecto a la privacidad, me parece que ahí hay otra manipulación interesante de la percepción de la realidad: hasta cierto momento, hasta el número de teléfono en sí fue un dato que se consideraba privado y lo suficientemente sensible como para compartirlo solo con las personas más cercanas; a partir de cierto momento (con las presiones crecientes de las aplicaciones de redes sociales y mensajería instantánea) todos comenzaron a decir: «Qué me importa, yo no tengo nada que ocultar» (gran victoria de los magnates del Big Data). Hoy, casi nadie recuerda a Cambridge Analytica, a Alexander Nix, y al impacto que tuvieron en el destino del país (muchos ni siquiera se enteraron). Lo dicho: todo ciencia ficción, acá no pasa nada.
Trabajé hasta el 2012 para empresas proveedoras de telefonía fija, móvil e Internet; una de esas empresas, que comienza con M, comenzó por lo menos desde el 2006 a transcribir y almacenar llamadas de voz a texto, con el fin comercial de ofrecer el servicio de recuperación de los mensajes grabados en el buzón de voz mediante SMS; esos archivos de texto, que contenían toda la metadata de la llamada, eran completamente accesibles hasta para técnicos tan imbéciles como yo mismo (ahí sí que no había secretos). Si alguien se tomara el trabajo de descargar solo los datos personales que almacena Google a través de https://takeout.google.com/, quizá entraría en pánico.
María de Córdoba: «Quiero hacerles una consulta: ¿quién cantaba la canción "Tu vida siempre ha sido una mentira", y cuál es el titulo?» (00:56:07).
Matías de Palermo: «El otro día hablaron en un programa de Facundo Quiroga y su caballo, que era El Moro. ¿Tiene algo que ver con el dicho ese: "No podés tener el oro y el moro"?» (00:56:48).
Oscar Wilde de Westland Row: «It is none the less true that life imitates art far more than art imitates life» (1891).