Krank vor Liebe
En Venganzas del Pasado desde el martes, 13 de septiembre de 2022 a las 04:16 PM
Bueno, Emilio, bueno, venga un abrazo. ¿Tan mal te trata el mundo para que estés así de furioso con gente que ni siquiera conocés y que no te hizo nada?
Abrazo, dije. Saque la mano de ahí.
Ahí está, Somosmuytibios: una de las líneas divisorias entre el Dolina que hacía todas las cosas que no podían hacerse en radio y el Dolina de FM es el ingreso a planta permanente del TSN; otra, más difusa e insidiosa, es la del tiempo. (Hace veinte años, una referencia a la letra pornográfica del tango Rawson era aún la parodia de un anacronismo; hoy, es un verdadero anacronismo y un chiste ya incomprensible.) Insisto: Le temps detruit tout.
En este momento no me interpela el abordaje de las narrativas de la deconstrucción de LVST porque me encuentro articulando dispositivos transversales para gestionar los estereotipos disruptivos del discurso hegemónico de Dolina con una perspectiva empática que no problematice el aquí y ahora de las disidencias sexuales. (Bah, en realidad estoy dándole con la sopapa al inodoro para destaparlo. ¿Qué comieron, loco?)
Mariano C., gracias por recomendar el archivo del año 1999; me encontré con algunas gratas sorpresas. También siento simpatía por los programas completos, por las mismas razones que vos. Me perdí gran parte de esos programas porque en ese tiempo me dediqué a las tareas de sentar cabeza, formar una familia, bañarme casi todos los días, fingir hipócritamente que me gustaban cosas que en realidad detestaba, etcétera (proyecto que abandoné por falta de tiempo e interés, aunque también por cariñosas amenazas de muerte por parte de mi familia política). Yo le creo a Dolina cuando dice que se despierta con temor de estar viviendo aún en alguna época pasada, y que recién se tranquiliza cuando mira la fecha y comprueba que no es así.
Mariela, cité el trabajo de investigación (no sé cómo llamarlo) de Fernando Beresñak como ejemplo de pieza retórica diseñada para impresionar a un público que ni siquiera sospecha la mayoría de los temas tocados ahí, pero que aplaudirá a rabiar para no pasar por ignorante; además, tiene la habilidad de moverse entre la fringe science y el verso posmoderno sin que se note tanto. Es verdad que los límites epistemológicos y ontológicos del conocimiento científico actual dan lugar a críticas serias de la causalidad clásica y de las nociones de orden y aleatoriedad, pero eso es como volver a descubrir la pólvora. (Nada que Poincaré o Lorenz no hayan notado antes y mejor: por mucho que Víctor Laplace conozca el estado actual de todas las partículas del universo, nunca podrá predecir qué número saldrá mañana en la Lotería Nacional.) Por lo demás, las referencias al teorema de Bell, al experimento mental de Schrödinger (siempre tan mal traducido) y al principio de incertidumbre son innecesarios chantajes sentimentales; el finale presto con tutti de Hesíodo es para quedar bien con las autoridades, supongo. (No critico que especulen y divaguen libremente sobre esos temas; sí me opongo a que hagan pasar esa tarea poética o literaria por investigación científica profesional.) Sí, los muchachos son enrevesados, pero además son egocéntricos, insensibles, y hasta farsantes o fascistas cuando se les hace necesario para mantener el puesto. (¿Recordás a Lino Barañao y sus excusas para seguir siendo ministro durante el gobierno de Macri?)
Copito, te pido que releas mis aclaraciones posteriores (y tal vez no del todo innecesarias) a las referencias a Saxe. De todos modos, no me disgustaría tener motivos más concretos y legítimos de orgullo por el CONICET, pero ya es tarde para eso.
Como supuse que algo así sucedería eventualmente, tomé capturas de pantalla de los datos que transcribí.
Quiero agregar algunas cosas sobre el tema del CONICET, como si pudieran interesarle a alguien.
Solo obviedades, cosas que se han dicho aquí mil veces. Así y todo, prefiero dejar en claro que no comparto ni una sola de las respiraciones de los gobernantes actuales, que participaron muy activamente en cada una de nuestras peores crisis como nación.
Mariela, en ese momento (finales del 2018, aunque todo había empezado por lo menos una década antes) creí que alguien había hecho la gran Sokal; supuse que el título Un archivo de disturbios sexo-subversivos-anales-contra-vitales: derivas teóricas hacia una cartografía posible y multidireccional de la categoría disidencias sexuales era un guiño a Transgrediendo los límites de la realidad: hacia una hermenéutica transformativa de la gravedad cuántica. Creí que alguien había decidido poner a prueba la integridad del CONICET, pero no: el Dr. Saxe hablaba y escribía con toda seriedad. Sus datos académicos:
Lugar de trabajo: CONSEJO NACIONAL DE INVESTIGACIONES CIENTIFICAS Y TECNICAS / CENTRO CIENTIFICO TECNOLOGICO CONICET - LA PLATA / INSTITUTO DE INVESTIGACIONES EN HUMANIDADES Y CIENCIAS SOCIALES | UNIVERSIDAD NACIONAL DE LA PLATA / FACULTAD DE HUMANIDADES Y CS. DE LA EDUCACION / INSTITUTO DE INVESTIGACIONES EN HUMANIDADES Y CIENCIAS SOCIALES
Título: Doctor en Letras
Grado: Universitario de posgrado/doctorado
Campo de aplicación: Ciencia y cultura - Cultura
Especialidad: Estudios Comparados, Literatura Alemana, Literatura Argentina, Teoría Queer
(Fuente: https://ri.conicet.gov.ar/author/31916)
En el 2011, un físico teórico (con un doctorado en Ciencia Básica en Oxford) que trabajaba para el CONICET y que fue cancelado por sus críticas basadas en evidencia al feminismo radicalizado (llegaron a hacerle un escrache en La Plata con sentada de varios días y pintadas en el frente de su casa) me envió papers de abogados, psicoanalistas, licenciados en materias sociales y humanistas, etcétera, que en su contenido eran del orden del ensayo sobre el trasero de Batman; me explicó que el CONICET había decidido flexibilizar hasta el absurdo los criterios de evaluación de las solicitudes de ingreso para los puestos de investigadores científicos y tecnológicos en el área de Humanidades, pero que los había endurecido para las disciplinas propiamente científicas.
Omito muchos detalles para no causar más hartazgos que los que provoqué hasta ahora; me limitaré a decir que las autoridades del CONICET (el Directorio, las Comisiones Asesoras y la Junta) manipularon retóricamente las declaraciones DORA y el Manifiesto de Leyden para que cualquier pseudocientífico pudiera acceder a una carrera académica en él (que incluyen ingreso, permanencia y promoción), con la excusa de una ciencia abierta a todas las perspectivas (incluso, y muy especialmente, a aquellas que son enemigas mortales del conocimiento científico y del desarrollo tecnológico). Aquí debería incluir detalles de cómo es posible obtener un buen ingreso mensual y la perspectiva de una muy buena jubilación solo logrando la aprobación anual de cuatro papers pseudocientíficos como investigador adjunto o independiente, y hasta lograr fama académica injustificada si se conocen bien los trucos de ingeniería social para alcanzarla. (No es mi intención discutir aquí la paradoja aparente o real de una ciencia acausalista ni la legitimidad epistémica del autoproclamado movimiento del pensamiento alternativo en la Argentina contemporánea.)
De cualquier manera, sigo creyendo que todo esto es una lejana consecuencia de la doctrina Estrada (no la doctrina mexicana, sino la de Alejandro, aquel secretario de Comercio de Martínez de Hoz): «Da lo mismo producir acero que caramelos»; en ese momento, se cortaron de raíz las posibles transferencias de tecnología (a través de la empresa Toshiba y otras de ese mismo orden, no solo de Japón) que quizá nos hubieran dado la oportunidad de lograr una cierta independencia tecnológica, la única que tiene efectos prácticos en el mundo real. Sí creo estar bastante seguro de algo: a buena parte del mundo le convenía que siguiéramos siendo un país feudal, infantil y atrasado, y por eso mismo proveedor (o donante) de recursos naturales y materias primas sin procesar (eso no parece haber cambiado mucho).
En este comentario omití deliberadamente toda ironía, todo sarcasmo; si se me escapó alguno, fue por error u omisión. En el próximo vuelvo a mi actividad habitual: sacarle mano a Rolón.
Gracias por la recomendación, Mariela. Creí que no iba a soportar a Barton (que en mi mente es el locutor oficial de la corrección política), pero me divertí mucho con su insistencia en hablar sobre la dificultad de armar un muñeco de Condorito, contra el santo horror de Dolina y Dorio; era otro Barton, naturalmente. Me gustaba ese estilo directo hasta la crueldad que daba Dorio al programa; sé que no le caía simpático a casi nadie, pero creo que su erudición y su incontrolable actividad mental («Vio cómo son los taxistas, que son personas de una incontinencia verbal rayana en Jorge Dorio») le venían muy bien a Dolina, que se animaba a temas que hubiera evitado en otras circunstancias.
Sé que a veces me ensaño con Rolón, pero es el único psicoanalista mediático que tengo a mano por el momento; además, necesito resolver la disonancia cognitiva que me producen este Rolón y este otro Rolón; no logro establecer una conexión entre ellos. Mis hipótesis son dos.
Los extraterrestres, hartos de que les tomaran el pelo (o aquello que tuvieran en su lugar) con el Chamamé de los marcianitos, abdujeron como represalia al Rolón original, le introdujeron sondas hasta en las orejas solo por joder, lo obligaron a aparearse con un ser hirsuto, gelatinoso y repugnante que al final resultó ser un productor televisivo, reemplazaron su cerebro con el que le afanaron a Bernardo Stamateas cuando se lo llevaron al ovni por error, y antes del amanecer dejaron al nuevo Rolón —ya libre de recuerdos, de sentido del humor y de él mismo— en la puerta de Andy Kusnetzoff, entre los sifones vacíos. El resto es historia conocida.
Rolón comprendió alrededor del 2007 que el mundo estaba cambiando mucho, y que permanecer cerca de Dolina y sus personajes era un suicidio profesional; ¡Adelgace, pedazo de gorda! era un chiste en 1994, pero en el 2007 era una condena a muerte civil. Tal vez razonó —acertadamente, creo— que si se alejaba en aquel momento de esos pecados de juventud, sus clientes del futuro no se los reprocharían, o ni siquiera se enterarían de ellos. Tal vez Rolón vio el futuro mejor que tantos licenciados y doctores en coso que se dedican profesionalmente a eso, pero que no vieron venir ni una sola porque estaban muy distraídos redactando papers sobre el trasero de Batman para el CONICET.
La hipótesis más plausible es la primera.
Por lo demás, me parece que el escepticismo de Rolón era genuino; no lo oí hablar jamás a favor de ninguna forma de pensamiento mágico (con excepción del psicoanálisis, por supuesto). Se quedó con una sola de todas las formas posibles de la superstición, y quizá con la peor de ellas. (Nada de esto le quita el mérito de haber sido una de las mejores cosas que les pasaron a LVST y a Dolina.)
Con respecto a Candela: fue un acto de cobardía y hasta de traición que la dirigencia de ese momento (con la excusa de la libertad de expresión y la tolerancia) no se animara a enfrentar con toda brutalidad a monstruos que no dudaron en explotar con fines políticos el secuestro, la violación y el asesinato de una nena. Odio a los genocidas sociales, y odio por igual a quienes no ofrecieron ninguna resistencia a su avance sobre nosotros.
Como yo también soy muy antisistema, no almuerzo al mediodía. ¡Tiemblen, capitalistas explotadores del trabajo asalariado!
Ya que Dolina recomendó públicamente los videos de Roxana Kreimer, que a Roxana Kreimer le agarró el atavismo de alegría por la recomendación, que Mario Bunge siempre está presente —en acto o en potencia— por aquí, y porque viene al caso:
Marca de tiempo 06:28:
Rolón —En ese proceso que dura un año, el chico aprende y constituye su yo a partir de esto, de reconocer esta imagen en el espejo.
[...]
Stronati —No está mintiendo, Rolón, ¿no? ¿Es verdad?
Rolón —No, señor, no: la Conferencia de Roma de Lacan. [1]
Stronati —Mirá vos.
[1] N. de la R.: estas palabras hay que oírlas, no leerlas.
Dolina habló muchas veces sobre la historia de los espejos, que en el siglo de Pericles eran muy pequeños, de metal pulido y, hasta tiempos no tan lejanos (siglo XVII, tal vez), artículos de posesión casi exclusiva de emperadores, nobles y personas muy ricas. Antes de eso, ¿la gente común no tenía un yo?
A veces hay que romper un vínculo aun amando, Infidelidad: la ruptura de un acuerdo, El amor nunca es verdadero, Aprender a soltar el pasado, El amor es carencia y la carencia es dolor, A veces cuesta separarse, ¿No fui suficiente?, Sé que puedo tener una vida mejor, son algunos de los títulos de los videos recientes de Gabriel Rolón, que creo que abandonó la práctica psicoanalítica para dedicarse a la pareja, o más específicamente, a su disolución en ácido clorhídrico. (Esos videos son como los segmentos El ama de casa también es un ser humano, Mi marido es un cerdo o Mi mujer me tiene podrido, pero quitándoles el humor.)
Tengo la sospecha de que Rolón se puso en sociedad con el abogado especialista en separaciones y divorcios al que le subalquila el consultorio. Ya puedo imaginar su nuevo libro: Me rompieron el vínculo y me cobraron caro, pero me lo dejaron bien, con prólogo de Guillermo Stronati.
Mariela, ya que hablaste del cine que pone caras a personajes mitológicos o históricos (ahí donde Loki tiene el rostro de Tom Hiddleston, Oscar Wilde tiene sin esfuerzo el rostro de Stephen Fry, y John Malkovich tiene el rostro de John Malkovich), menciono ahora un fenómeno opuesto: las empresas discográficas que no ponían caras a músicos y cantantes, al menos en Argentina. (Limito la observación a la música mal llamada clásica, aunque también mal llamada culta, y el pseudoproblema de definición podría prolongarse mucho más allá de los límites de mi interés.)
Las ediciones europeas y norteamericanas de Deutsche Grammophon, Polygram, Sony Classical, incluían hojas técnicas detalladas de la grabación, biografías y retratos o fotos de compositores y artistas, libretos de óperas con traducciones a varios idiomas, etcétera; por motivos de costos, esa información se suprimía en las ediciones locales. Una grabación de Anne Queffélec podía venir tanto con una portada de un cuadro de Franz Winterhalter como con una caricatura de Erik Satie o una pintura abstracta de Kandinsky; eso no estaba nada mal, pero no nos decía nada sobre Anne Queffélec. Werner Egk podía ser infinitamente más vago que el impostor inverosímil Tom Castro, y todo así. La popularización de la WWW (no de Internet en general, que mucho antes de eso era saqueada por abyectos delincuentes que explotaban las limitaciones técnicas de las centrales telefónicas mecánicas para hacerle phreaking a ENTel o a Telecom, y echarle el muerto a Magoya, a Montoto o a Espeche, especialista en vínculos) al fin puso cara a esos artistas: Anne Queffélec era una mujer mayor muy linda, muy elegante y muy simpática, Werner Egk tenía cara de yo no fui, y todo por el estilo. Hoy, resulta casi imposible no reconocer inmediatamente a Yuja Wang. (Sí, es un ejemplo tendencioso, pero detrás del divertido personaje que creó para los medios está quizá la mejor pianista del mundo en este momento.)
Hace unos días publiqué un video de Thomas Quasthoff; vengo oyendo y estudiando sus grabaciones desde 1987 porque me pareció que no trabajaba frases musicales enteras, sino que tomaba sílaba por sílaba y las pulía por horas hasta que sonaran perfectas (detalle que resultó cierto, ese era su método); me pareció un cantante patológicamente obsesionado con la excelencia, y eso me gustó. No lo había visto nunca en video hasta bien entrado el año 2000, y no sabía que era uno de los afectados por los efectos teratogénicos de la talidomida. Como el buen miserable que soy, reconozco que su aspecto físico me produjo momentáneamente un fuerte impacto del que aún me avergüenzo; después, recordé que mi admiración artística era muy anterior a esa revelación, y que no era resultado de ningún chantaje sentimental. Me produce alguna desconfianza que haya sido empleado bancario, pero ni siquiera eso le hizo perder el sentido del humor.
A propósito: Quasthoff se retiró del canto en el 2012, y explicó:
Ya no estoy a la altura de los estándares de calidad que me impuse para mi trabajo artístico, y por eso pedí a mi representante que cancelara todas las fechas de los siguientes conciertos.
¿Tiro por elevación? Quizá.
(Escribo esto con el ojo que me quedó más o menos sano; me peleé en la calle y me la dieron mal, y encima ahora me lo reprochan con palabras que apenas puedo comprender o traducir, que acaso contienen maldiciones tan antiguas como la Biblia de Wulfila. Jamás dije ser pacifista.)
Estoy en el supermercado; no quiero desperdiciar esta oportunidad que me da la vida para agradecer nuevamente a quienes dedicaron incalculables recursos públicos e incontables años a la solución del verdadero problema de fondo de los argentinos: que decíamos alumnos en lugar de alumnes y niños en lugar de las infancias. A todos ellos, quiero decirles que estarán siempre presentes en mis oraciones, especialmente en aquellas unimembres que comienzan con un signo de apertura de exclamación y una hache mayúscula.
Un universo con un departamento administrativo serio no permitiría que Schubert se muriera a los treinta años.
Hoy estoy acá para decirles que Occidente está en peligro, porque aquellos que deben defender sus valores se encuentran cooptados por una visión del mundo que conduce inexorablemente al socialismo.
¡Malditos cerdos capitalistas, otra vez descubrieron nuestro diabólico plan para apoderarnos del mundo insertando mensajes subliminales prosoviéticos grabados por Natalia Oreiro en las canciones de Lev Leshchenko! ¡El camarada Stalin se pondrá furioso cuando se entere de que fracasamos otra vez! ¡Esos condenados occidentales se quedaron con todos los científicos inteligentes!
Somosmuytibios, aunque sé que te mueve una animadversión hacia gente que te cae casi tan mal como a mí (aunque por motivos muy distintos), en tus cálculos solo tenés en cuenta la recaudación bruta, sin tener en cuenta los gastos (alquiler y acondicionamiento de la sala, subcontratación de servicios audiovisuales, gastos de publicidad y venta de entradas, impuestos aplicables al espectáculo, etcétera). Ignoro cuál será la ganancia neta de Dolina y cómo la repartirá entre su equipo, pero estoy bastante seguro de que no sale de ahí con 70.000 dólares en el bolsillo para gastarlos en drogas duras, orgías y caramelos Media Hora. Nada que no pudiera averiguarse, si uno tuviera el tiempo y las ganas.
Si querés encontrar empresarios Nac&Pop miserables, podés hacerlo fácilmente buscando por el lado del ingeniero cordobés (de cuyo nombre no quiero acordarme) y de sus familiares y amigos cercanos que compraron una radio solo porque podían hacerlo, sin tener la menor idea de cómo funcionan los medios de comunicación y de cómo gestionarlos —séanos perdonada la jerga— sin aplicarles los paradigmas empresariales de la ingeniería eléctrica. Es cierto que fue dos veces preso político y que no la pasó nada bien, pero eso no justifica su conocida costumbre de tratar a sus subordinados al estilo de Bouchard, como esclavos con sueldos de miseria (o, como en el caso de Dolina y su equipo de LVST, con ningún sueldo durante más de dos años). La miserabilidad no es patrimonio exclusivo de un solo bando, como lo demuestran quienes fingieron oponerse al ascenso del gobierno argentino actual y que ahora revelan tímidamente su condición de cómplices en la sombra fresca de aquella embajada cuyo nombre no me conviene recordar.
Creo que el verdadero problema con las presentaciones de Dolina a partir del 2014 (o un poco antes) es que no se aclara suficientemente que se trata solo de presenciar las grabaciones rutinarias de un programa de radio no menos rutinario; se vende como espectáculo, pero es solo una noche entre las noches del Dolina desganado de los últimos años.
Imagino un escenario puramente hipotético; niego toda verosimilitud, toda descripción de hechos que pudieran haberle ocurrido a alguien en la vida real (a mí, por ejemplo): una pareja se pelea por una nimiedad (una palabra dicha a destiempo, un insulto involuntario, un intento casi exitoso de ahorcamiento con cuerda de piano); la mujer de la pareja (se trata de una pareja heterosexual, binaria, y por lo tanto detestable para la corrección política y el inclusivismo forzado) considera un encuentro de reconciliación y compra dos entradas para ver el espectáculo de Dolina en alguna ciudad medieval de la Argentina profunda, ahí donde aún relincha el peludo. La mujer hace la invitación correspondiente por WhatsApp, y el hombre de la pareja (que es quien lleva los pantalones porque horas antes había llevado su vestido corto Miu Miu de terciopelo negro a la tintorería) acepta, aun sospechando la fatal desilusión. Los integrantes de la pareja (mujer heterosexual, hombre heterosexual, una degeneración, un asco) se encuentran y se saludan respetuosamente con un apretón de manos y una leve inclinación de cabezas (la efusividad ya se percibe en el aire). Entran al lugar donde ocurrirá el milagro artístico y toman asiento; aparecen Dolina y Barton en el escenario. Aplausos. Dolina y Barton intentan durante veinte minutos hacer reír a la gente, y la gente ríe porque así lo indican el hábito, la costumbre y el libreto. Intermedio. Reaparecen Dolina y Barton, e intentan durante veinte minutos etcétera. Intermedio. Dolina convoca al TSN: aparecen una guitarra, un bajo, una pandereta, una maraca (o más estrictamente, una cabasa usada como maraca), un Microkorg usado solo por un momento para demostrar la calidad superior de su vocoder (pero no durante un tema, sino antes, como para avisar que tienen un Microkorg). Cinco personas en el escenario, cuatro covers para fogata en la playa y una milonga cantada por Dolina. Agradecimientos. Aplausos. Fin. Prontito por la salida. La pareja también egresa, con fondo de ominosa música de cuarteto (de cuarteto cordobés). Aunque la reconciliación aún no se ve en el horizonte, una pregunta tácita los une espiritualmente: ¿Qué m... fue eso que terminamos de ver ahí adentro?
Por lo demás, una entrada de 25 euros no es nada para sueldos españoles por encima de los 2.000; lo que más duele es el uppercut al mentón. La decepción, quiero decir.
Salgo corriendo porque me cierra la tintorería.
Una vez pensé irónicamente mientras oía a un ex funcionario recién sobreseído: «Endeudó al país por varias generaciones, cobró comisiones millonarias en dólares por hacerlo, no será condenado porque tuvo la precaución de que todos sus actos fueran formalmente legales, terminará la entrevista y volverá feliz a su casa, donde lo espera su familia para abrazarlo y felicitarlo. Seguramente vivirá bien hasta una edad muy avanzada y morirá rodeado de todo el cariño y los cuidados que el dinero puede pagar. Qué imbécil».
Hoy lo vi en YouTube: fue el diseñador del megadecreto e influyó en la ley ómnibus; ahora podría tener un cargo transitorio dependiente de Presidencia. Lo dicho: el amor vence al odio.
¿25 euros? ¿Qué rompieron, Chancho? Rammstein cobra 60 euros en España, y son como mil tipos en escena.
Creador de contenido is the new parripollo. La mendicidad de atención y popularidad en las redes sociales se volvió una carrera de ratas, supongo que cuidadosamente diseñada por los psicólogos empíricos de Google, Meta, etcétera. Imagino que influencers y afines ―meritócratas al fin― están seguros de que al final del camino los espera la merecida recompensa a sus esfuerzos e inversiones en escenografía, equipos profesionales de video y audio, iluminación, edición, vestuario, asesoramiento, maquillaje y gastos varios: contratos millonarios en dólares, franquicias en todo el mundo, almuerzos con Elon Musk, auspiciantes del orden de Hermès Paris o Apple Inc., tapa en Forbes, entrevistas con Jimmy Kimmel, alojamiento en la suite presidencial del hotel Las Cuatro Medialunas de Caseros. ¿Qué menos podrían esperar de las mismas empresas tecnológicas que nos cobran por robar nuestros datos personales para vendérselos al mejor postor, y que desarrollaron nuevas formas de esclavismo, ingeniería social y explotación que absolutamente nadie pudo prever? (Después de todo, ¿cómo hacer predicciones sobre cosas que ni siquiera sabemos que desconocemos? El futuro ya no es lo que solía ser.)
Mariano C., mi nombre real es Norberto; no digo mucho gusto ni nada por el estilo porque somos antiguos conocidos, y hemos conversado y discutido aquí mismo, cuando la actividad aún era frenética y los comentarios de Viyi entraban uno tras otro como puñalada de manco; después cerré mi cuenta por motivos ajenos a mi conocimiento, y la reabrí con este nombre porque en ese momento estaba oyendo un tema llamado así, dato que expone mi pereza mental. Niego cualquier cargo de erudición; me declaro inocente de ese delito, aunque estoy dispuesto a confesar la comisión de otros aún más graves. Tengo formación en ciencias exactas y duras (una carrera de Ingeniería inconclusa por poco debido a problemas de salud, varios cursos universitarios sobre tecnologías de punta de esa época, filosofía del conocimiento científico, telecomunicaciones), capacitación que naturalmente me llevó a dedicarme a trabajar como músico (no es queja: la pasé muy bien, y absurdamente me pagaban por algo que hubiera hecho gratuitamente con gusto); también trabajé en empresas de ingeniería en varias especialidades, y en todas ellas puse lo mejor de mi ineptitud y mi desgano. Mis únicos contactos con la medicina son haber estado de novio con una médica psiquiatra (era inevitable, viví muchos años a dos cuadras de la Facultad de Medicina y del Loquer... del Hospital Psiquiatrico, digo), y haber prestado servicios técnicos para una empresa de electromedicina, hecho que explicaría cierto exceso de mortalidad que se dio en esas fechas. Me quedó un pequeño rejunte de videos en YouTube de muy escaso interés para otra persona que no sea yo mismo (eliminé todos los grabados por mí porque eran cualitativamente deplorables); sin embargo, tengo planeado trabajar duro para que, con el tiempo, el interés de ese canal sea computable en cero.
Estoy de acuerdo en general con Mariela y con vos en que lo mejor de LVST está en un pasado ya algo lejano. Respeto y comprendo que Dolina se esfuerce para mantener el negocio abierto como aseguramiento económico para su círculo más cercano (un acto de amor muy concreto); yo, como su oyente, no siento la necesidad de participar de ese último sacrificio.
¿Cuántos libros estimás haber leído, Mariela? Conozco muchas personas aficionadas a la lectura, pero muy pocas (quizá ninguna) con intereses tan variados; además, casi todas excluyen deliberadamente temas arduos de verdad (epistemología, ciencias duras, por ejemplo), en los que vos te movés con toda comodidad.
En otro orden de cosas, ya no se puede levantar una baldosa de la vereda sin encontrar debajo de ella un experto en macroeconomía. La calle se volvió intransitable.
(Cada día que pasa, creo descubrir un nuevo punto de contacto entre el psicoanálisis y la teoría monetarista; por ejemplo: el fenómeno X es invariablemente monocausal, excepto cuando no lo es. En caso de duda, la opinión de la autoridad competente será ley; si el comisario postula que «el órgano eréctil viene a simbolizar el lugar del goce, no en sí mismo, ni siquiera en forma de imagen, sino como parte que falta en la imagen deseada: de ahí que sea equivalente al (-1)^1/2 del significado obtenido más arriba, del goce que restituye, a través del coeficiente de su enunciado, a la función de falta de significante: (-1)», entonces es así, macho. Lo mismo con la economía.)
Respecto a los nietzscheanos (en especial a los franceses), Nicholas Taleb, el filósofo liberal que me hizo comprender que los liberales no son necesariamente monstruos sedientos de sangre de esclavos, escribió:
Para el primer Nietzsche, estaba lo apolíneo frente a lo dionisíaco; para el Nietzsche más conocido, estaba el Übermensch, algo que sus lectores interpretan de un modo que los define. Para un estoico moderno, un individuo superior suscribe un sistema noble de virtud que determina la elegancia de su comportamiento y la capacidad de separar los resultados de los esfuerzos. Todas estas distinciones tienen como objetivo alargar la distancia que media entre nosotros y nuestros parientes entre los primates. (Sigo insistiendo en que, cuando se trata de la toma de decisiones, la distancia entre nosotros y esos primos nuestros cubiertos de pelo es mucho más corta de lo que pensamos.)
¿Por qué me dedico a escribir estos necios comentarios este día, a esta hora, en estas circunstancias? Porque puedo.
Uh, volvió Espeche.
Qué detalle, Juan Schwindt, que Roxana Kreimer y tantas otras personas sigan eligiendo a VDP como el archivo por excelencia del programa; sigo creyendo que Dolina y su producción cometen un error al no intentar adoptarlo como sitio oficial.
De paso, no recuerdo haber agradecido suficientemente a Juan por su amabilidad de no ejercer jamás ninguna forma de censura, ni imponer esos tan antipáticos como arbitrarios términos de uso aceptable que existen hoy en toda la Internet, o esas amenazas del orden de: «En caso de incumplimiento de las Normas de la Comunidad, cinco de nuestros muchachos caerán en tu casa a la madrugada (sabemos en todo momento dónde estás), entrarán por una ventana que habrán tenido antes la precaución de romper a martillazos, te sacarán de la cama para dártela mal en el piso, y encima te saquearán la heladera por marmota y por cebón». A propósito, si alguna vez se te ocurriera implementar ese servicio, contá conmigo; soy muy partidario de ese tipo de pedagogía sumaria y ejemplar, en especial cuando ando en patota con unos amigos del barrio muy aficionados a la lectura de Piaget, Pestalozzi y Stefan Zweig.
Ya volveré a esa contradicción semoviente que fue Ernesto Sabato; pude haberlo hecho anoche, pero alguien podría haber pensado ―no sin malevolencia― que estuve solo, encerrado en un estudio, con la temperatura del acondicionador de aire en un punto por encima del cero absoluto, y como Dios me trajo al mundo (quiero decir, idiota, como desde el día que nací).
En esa situación hipotética ―en la que de ningún modo me encontraba―, imaginé que veía Armageddon, el unipersonal de Ricky Gervais. Si lo hubiera visto, tal vez hubiera pensado: pobres almitas de cristal, pobres seres de luz; no podrán sobrevivir a esto.
Me hace muy feliz que Roxana Kreimer y Alejandro Dolina se admiren mutuamente; tenía entendido que algunas de sus discrepancias políticas eran insalvables, pero por suerte (para nosotros) no es así. Ojalá hicieran una charla, una entrevista o un video juntos. Me alegra también ese acto de justicia poética de la camioneta aplastada por el paraíso; me gusta imaginar que, como aquellos nogales y robles que tenían a las hamadríades como parte locataria, ese árbol fue habitado por el alma de un músico muerto por embole, que ahora sí puede por fin descansar en paz.
Y no, no diré una sola palabra sobre la disonancia cognitiva que me produce ver cómo tantos pobres festejan una devaluación que les reduce instantáneamente su poder adquisitivo a la mitad o menos.
Y sí, como dice Stronati: son todo' rico', son todo' Enjuto.