Krank vor Liebe
En Venganzas del Pasado desde el martes, 13 de septiembre de 2022 a las 04:16 PM
A propósito de Sobre héroes y tumbas, también sostengo que es una obra tan revulsiva como genial. No recuerdo haber leído nada ni remotamente parecido a la alucinación de Fernando Vidal Olmos en toda la literatura argentina, y me cuesta encontrar ese mismo grado de surrealismo retorcido y cruel en las obras de escritores extranjeros (quizá en algún pasaje de William Burroughs). Seguramente te enteraste de que, en el 2003, John Malkovich compró a Sabato los derechos para hacer una película; hasta ahora, no pudo conseguir los fondos, el proyecto sigue siendo demasiado ambicioso y complicado (y carísimo). Sin embargo, Malkovich (que quedó muy obsesionado por el Informe sobre ciegos) hizo presentaciones teatrales con fragmentos de los textos de Sabato.
Mariela, me apresuro a responder que no oí este programa, ni ningún otro posterior al que se grabó en el Segundo Congreso Latinoamericano de Ciencias Sociales. Me refiero a Milei.
No esperó ni 72 horas para mostrar su verdadero rostro y su verdadero plan. A eso llamo yo determinación.
Helados Enjuto, los favoritos del experto en vínculos Miguel Espeche (marca de tiempo 0:12:14, aunque todo el tramo es muy divertido). Siento la tentación de hacer un compilado de productos imaginados por Dolina, con sus respectivos jingles y eslóganes.
Ya volveré para sacarle mano a mi querido Ortega y Gasset. (No hay ironía ni contradicción: lo considero un filósofo detestable en general, pero sus observaciones sobre la tipología del señorito satisfecho son brillantes y muy vigentes. Además, escribía muy bien, con un enorme sentido del humor.)
No estoy triste (mi módica organización psicofísica no me permite el lujo de experimentar estados mentales tan complejos como ese), ni indignado (eso es cosa de viejas constipadas en batón y pantuflas que se escandalizan porque al Rúben de la otra cuadra los motochorros le manotearon el celular): estoy re caliente.
Déjeme explicarle; prometo hacerlo de la forma más tediosa, pedante e ineficaz que me sea posible.
Hace un tiempo (no sé cuánto), un oyente de LVST recomendó los videos de Raquel de la Morena (asumo que Dolina, con esa amabilidad que suele caracterizarlo, habrá respondido con un silencio o un gruñido). Recordé ese nombre y encontré «¿Sabes reconocer a un estúpido?» (naturalmente que sí lo sé, todas las mañanas veo uno medio dormido y aún babeándose en el espejo del baño). Nada fuera de lo habitual: los estúpidos son siempre los otros, los piolas somos nosotros, bla, bla, bla y etcétera; sin embargo, en algún momento del panfleto apareció el nombre de Dietrich Bonhoeffer, el teólogo antinazi que postuló que la causa fundamental de la llegada de Hitler al poder fue la estupidez de la gente. En ese momento me despedí para siempre de la sonrisa forzada de Raquel.
Sabato en «Uno y el Universo» y Borges en «Deutsches Requiem» comprendieron como casi nadie esa tragedia, que para su desarrollo necesitó un pueblo altamente alfabetizado, inclinado a la filosofía y nada estúpido. Transcribo algunos párrafos del capítulo Ideólogos de la barbarie:
Se puede pensar que una banda de forajidos que se propone someter al mundo no necesita de teorías filosóficas sino de garrotes explosivos y campos de concentración: es de esperar que el movimiento nazi constituya una enseñanza para los que así piensan. Harold Laski nos dice que el nazismo no tiene un sistema teórico; si por sistema teórico se entiende un edificio conceptual coherente y que aspire a la verdad, quizá tenga razón; pero no veo por qué ha de restringirse la definición de ese modo: una doctrina teórica puede ser contradictoria, puede ser falsa, puede ser sofística y puede ser criminal: no por eso deja de ser una doctrina. Hay que recordar que los nazis llegaron al poder por convicción y que, a pesar de sus luchas callejeras con los socialistas y comunistas, obtuvieron la enorme mayoría del electorado a base de propaganda, es decir, a base de ideología. Se ha dicho que sin una teoría revolucionaria no puede haber una acción revolucionaria. Parece inútil agregar que tampoco es posible instaurar el reinado de la barbarie sin una doctrina de la barbarie.
No sabemos si esto lo sabían los capitanes del capital financiero que fomentaron el nazismo, con la creencia de que así resolverían sus problemas. Pero lo sabían, con seguridad, varios de los sujetos freudianos y adlerianos que se reunían en la cervecería de Munich —se puede quemar a Freud y Adler y, sin embargo, constituir sus ejemplos—. Rosenberg y Goebbels y algún otro miembro de esa banda de psicópatas que formaron la guardia vieja del nazismo sabían que el pueblo debe ser conquistado teóricamente; y que antes que los palos están los sistemas de filosofía, sobre todo si se trata de alemanes contemporáneos. El garrote es una excelente cosa; pero si se lo puede enarbolar y descargar según los postulados de un sistema filosófico, mejor.
Esto alcanza para poner un palo en la rueda de la insultante hipótesis de la estupidez como fenómeno monocausal de todos los males del mundo.
Ahora bien, la estupidez es como el psicoanálisis: sirve para explicar tantas cosas que termina por no explicar absolutamente nada. Aquí viene el motivo de mi calentura: las almitas de cristal que no bajan de su torre de marfil y que viven de fingir un perfecto conocimiento de la pobreza y sus consecuencias (llámense Sandra Russo, Darío Sztajnszrajber, Felipe Pigna, Jorge Alemán, Graciana Peñafort, Atilio Borón, y son legión) fueron elegidos como voceros informales y propagandistas del gobierno del tenue Alberto Fernández y de otros que lo precedieron. ¿Cuál es para todos estos analistas de la realidad la única y exclusiva causa de la derrota electoral de su fuerza política? La estupidez de la gente, por supuesto. No busque más vueltas, señor, ¡son estúpidos, son todos estúpidos que no leen a Galeano!
Ni hablar de psicología cognitivo-conductual aplicada, ni de explotación intensiva y extensiva de nuevas tecnologías de la información, ni de manipulación científica de la inteligencia emocional con fines electorales, ni nada de todas esas supersticiones de positivistas: estupidez, señor, estupidez. ¿Cómo tengo que decírselo, o usted también es estúpido?
Mi calentura está especialmente dirigida a los políticos que tuvieron el poder y la oportunidad única de jugársela en defensa de los intereses de los más humildes y desprotegidos (de Cristina Fernández para abajo, casi sin excepción), pero que prefirieron ampararse cobardemente a la sombra de chupamedias, obsecuentes, fanáticos, minorías egoístas y desagradecidas, seres de luz, oportunistas, panqueques de gustos surtidos, y todo así. Dedico el mayor de mis odios a quienes ni siquiera intentaron entender este nuevo mundo, en el que ya no hay algo como el pueblo (en el supuesto de que esa entelequia haya sido alguna vez una realidad), y que negaron enfáticamente la posibilidad de ser derrotados porque en las películas dirigidas por ellos siempre ganan los buenos. No, señor, esta película es una coproducción de David Cronenberg, Lars von Trier y Gaspar Noé. ¿No le avisaron en la entrada?
No importa; como el 2015, siempre queda la esperanza de la resistencia activa. Supongo que el grupo de Facebook Resistiendo Con Aguante ya estará preparando sus más feroces memes, sus posteos de videos graciosos de gatitos que tiran cosas al suelo y sus fotos de nietos de vacaciones en Disneyland.
Uno de los momentos de gloria de LVST (marca de tiempo 0:07:15, es recomendable oír con auriculares).
No conocía el servicio de psnator.com. Gracias por el dato, Ciudadano32.
Correr es una actividad tediosa, repetitiva y agotadora; por eso, oír algo mientras tanto distrae y ayuda a completar la distancia. Sin embargo, audios como este pueden jugar en contra, porque el ataque de risa aparece sin previo aviso y se pierden segundos irrecuperables; por ejemplo:
Es ese mismo segmento, Dolina y Dorio mencionan también a Kurt Vonnegut, el tipo al que le tocó ver en primera fila el bombardeo de Dresden, y el autor de Slaughterhouse-Five or The Children's Crusade: A Duty-Dance with Death (sospecho que uno de los escritores que influyeron en el humor cínico y desesperanzado de Dolina).
En este programa encontré una de las menciones de Dolina (y también de Dorio) a El tambor de hojalata (marca de tiempo 0:20:36); estoy seguro de que hay otras.
Mariela, ¿sería posible que me indicaras qué edición leíste de esa novela? Hasta ahora encontré dos traducciones, la de Carlos Gerhard (que, a primera vista, parece ser la más fiel al texto original) y la de Miguel Sáenz. Lamento mi terquedad de haber evitado esta lectura por tanto tiempo.
«Nietzsche, helenista, ¿pudo acaso ignorar a esos precursores? Nietzsche, el autor de los fragmentos sobre los presocráticos, ¿pudo no conocer una doctrina que los discípulos de Pitágoras aprendieron? Es muy difícil creerlo —e inútil. Es verdad que Nietzsche ha indicado, en memorable página, el preciso lugar en que la idea de un eterno retorno lo visitó: un sendero en los bosques de Silvaplana, cerca de un vasto bloque piramidal, un mediodía del agosto de 1881 —"a seis mil pies del hombre y del tiempo". Es verdad que ese instante es uno de los honores de Nietzsche. Inmortal el instante, dejará escrito, en que yo engendré el eterno regreso. Por ese instante yo soporto el Regreso (Unschuld des Werdens, II, 1308)».
Una cita de Borges citando a Nietzsche. Esnobismo al cuadrado o al cubo, Miguel Espeche, experto en vínculos. (De laburar ni hablar, ¿no?) A esa no la viste venir, pastenaca. A propósito: si Dolina te conociera, no hubiera vacilado en darte un lugar de privilegio entre los doctores Salomone y Misuraca.
¿No se aburren de tomarse a sí mismos tan en serio?
Todo argentino es un psicoanalista, en potencia o en acto; también es un incontestable marco de referencia de normalidad. Solo una palabra: gracias, Masotta.
El día que el personaje fantasma Mauricio cambió su nombre por un más genérico Raúl (marca de tiempo: 16:15).
¡Atorrantes, compadritos, homosexuales! ¡Eso es lo que son, homosexuales!
El cinismo de Rolón respecto a cualquier enfoque psicológico no psicoanalítico es deplorable; no me molestaría si fuera un imbécil, pero me desconcierta oír ese fanatismo en alguien tan talentoso e inteligente como él. Supongo que hoy Rolón será consciente de que hoy el psicoanálisis es un fósil conceptual, mientras que las corrientes cognitivo-conductuales gobiernan el mundo. (No es metáfora: esa psicología experimental, empírica, no modelada, basada en evidencia científica y clínica, pone y depone presidentes a gusto; es cierto que también ayuda a curar enfermedades y mejorar la calidad de vida de millones de personas, aunque esa es una aplicación muy subalterna. Qué difícil es decir algo nuevo u original sobre este tema.)
Repito que cuando hablo de Rolón, naturalmente que me refiero a aquel Rolón pasado, no al actual de quien solo sé que se convirtió en un híbrido de Lama Rinchen Gyaltsen y vendedor radial de códigos morales al paso. (A propósito, pelado: ¿dónde se saca el carnet de hombre santo? Es para un amigo que quiere dejar de laburar.)
Es evidente que a Dolina no le gustan las películas de Kubrick, con la aparente excepción de El Resplandor, y creo que solo por la actuación de Jack Nicholson. Tengo la impresión de que alguna vez habló bien de The Killing, pero no encuentro ningún audio para verificarlo.
Mariela, no leí nunca El tambor de hojalata; solo vi la película de 1979; ayer pasé por el lugar donde están los libros en alemán a los que tengo acceso para verificar que estuviera ahí, y estaba (el libro físico sigue siendo mi primera elección cuando está disponible). No pude traerlo a casa porque no había formularios de préstamo. (Se trata de gente muy susceptible; uno se lleva un libro, lo devuelve un año después de lo pactado con manchas de café, con veinte páginas faltantes, con anotaciones pornográficas y dibujos obscenos, y se ofenden, manga de amargados. No comprenden que es solo intervención artística de una obra.) A partir de la semana que viene lo leeré, porque Günter Grass es un autor que pospuse durante años por causa de un prejuicio no siempre justificado (que toda persona que haya tenido la menor cercanía con el nazismo es necesariamente un monstruo, algo que gente como Werner Egk, Carl Orff o Max Planck desmienten). Sí necesitaré alguna ayuda extra para comprender ese texto; por lo poco que pude leer a primera vista, hay modismos y localismos con la misma dificultad de comprensión que un alemán encontraría al leer la expresión «Mamados hasta el caracú» en Adán Buenosayres.
No diré nada acerca de aquel capítulo del positivismo ingenuo que postulaba que hacer ciencia debía limitarse a recolectar y clasificar datos empíricos, porque tus conocimientos sobre epistemología e historia del conocimiento científico son impresionantes. Sí destacaré que esos positivistas estaban exactamente equivocados al creer que los sueños eran producidos por descargas eléctricas aleatorias en el cerebro y que carecían de sentido, mientras que Nietzsche y Freud estaban aproximadamente en lo cierto al considerarlos una parte más de los procesos psíquicos; que después el psicoanálisis los interpretara de forma caprichosa es otra historia. (A propósito, tuve que salir muchas veces a defender a Nietzsche de las acusaciones de protonazismo y racismo; hay que reconocer que su buena hermana Elisabeth Förster-Nietzsche hizo un gran trabajo en ese sentido.)
Dormir, según se sabe, es el más secreto de nuestros actos. Le dedicamos una tercera parte de la vida y no lo comprendemos. Para algunos no es otra cosa que un eclipse de la vigilia; para otros, un estado más complejo, que abarca a un tiempo el ayer, el ahora y el mañana; para otros, una no interrumpida serie de sueños.
En aquel tiempo, Albert Michelson (premio Nobel por sus experimentos sobre el éter, y para Edward Morley minga) creía que lo poco que quedaba para descubrir en las ciencias naturales era cómo obtener algunas décimas más de precisión en las mediciones, y se decía (aunque era falso) que el director de la oficina de patentes de Estados Unidos había renunciado a su cargo porque consideraba que ya no quedaba nada para inventar.
¿O te pusiste celosa, tonta?
Sigue siendo contradictorio, MariLoffy, que siendo tan partidaria (o partidario) de la frontalidad, omitas siempre los nombres de las personas a las que te dirigís. ¿El viejo truco de «Yo a vos no te dije nada», quizá?
Nosotros, dice. Contiene multitudes, como Whitman y los que oyen voces cuando están solos..
La frase «No, no hay hechos, solo interpretaciones» («Nein, gerade Tatsachen gibt es nicht, nur Interpretationen») aparece en forma literal en una compilación de ensayos y aforismos de Nietzsche de la década de 1880 (del período de 1884 a 1888, en este caso), publicada con el nombre «Aus dem Nachlaß der Achtzigerjahre». Sin embargo, sospecho que Nietzsche la usó como argumento algo débil en contra del materialismo científico de Carl Vogt y Ludwig Büchner que le caía tan antipático como el poeta romántico que fue, y es algo que —nada sorprendentemente— bien pudo haber escrito más tarde Freud (de hecho, hizo exactamente eso, aunque sin mencionar el positivismo). El contexto es este:
«Gegen den Positivismus, welcher bei den Phänomenen stehen bleibt „es gibt nur Tatsachen“, würde ich sagen: nein, gerade Tatsachen gibt es nicht, nur Interpretationen. Wir können kein Faktum „an sich“ feststellen: vielleicht ist es ein Unsinn, so etwas zu wollen.
„Es ist alles subjektiv“ sagt ihr: aber schon das ist Auslegung. Das „Subjekt“ ist nichts Gegebenes, sondern etwas Hinzu-Erdichtetes, Dahinter-Gestecktes. Ist es zuletzt nötig, den Interpreten noch hinter die Interpretation zu setzen? Schon das ist Dichtung, Hypothese.
Soweit überhaupt das Wort „Erkenntnis“ Sinn hat, ist die Welt erkennbar: aber sie ist anders deutbar, sie hat keinen Sinn hinter sich, sondern unzählige Sinne. — „Perspektivismus.“
Unsere Bedürfnisse sind es, die die Welt auslegen; unsere Triebe und deren Für und Wider. Jeder Trieb ist eine Art Herrschsucht, jeder hat seine Perspektive, welche er als Norm allen übrigen Trieben aufzwingen möchte».
Una traducción aproximada:
Yo diría en contra del positivismo, que se aferra al principio «Solo hay hechos»: no, no hay hechos, solo interpretaciones. No podemos establecer un hecho «en sí mismo»: quizá no tenga sentido buscar algo como eso.
«Todo es subjetivo», decís: pero eso también es interpretación. El «sujeto» no es algo dado, sino algo que se ha añadido, algo que se esconde detrás [de los hechos]. En última instancia, ¿es necesario poner un intérprete detrás de la interpretación? Eso es pura ficción, hipótesis.
El mundo es cognoscible en la medida que la palabra «conocimiento» tenga algún sentido: pero también puede interpretarse de otra manera, no tiene ningún sentido [intrínseco] detrás, sino innumerables sentidos. —"Perspectivismo".
Interpretamos el mundo a través de nuestras necesidades y pulsiones, con sus pros y sus contras. Cada pulsión es una forma de ansia de dominio, cada una tiene su propio punto de vista, que quiere imponer como norma a todas las demás pulsiones.
Freud hace la misma distinción explícita que Nietzsche entre «instinto» (Instinkt) y «pulsión» (Trieb); para mí que hubo afano. Sigo creyendo que antes de tomárselos muy en serio, hay que tener la precaución de recordarlos como los muy buenos escritores y artistas que fueron.
El valor de una persona puede medirse por la cantidad de Soledad Pastorutti que es capaz de soportar.